miércoles, octubre 30, 2013

Más de 150 años de prensa tunera



La fidelidad de la prensa tunera a los principios postulados por la única Revolución Cubana, la proclamada por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868, tiene sus  raíces en el primer periódico de esta bicentenaria ciudad, el semanario El Hórmigo, fundado por Manuel Nápoles Fajardo hace 154 años, el 6 de noviembre de 1859, acontecimiento paralelo con el estreno de la imprenta en la comarca.
Aquel pionero del periodismo en este territorio, pese a estar marcado por las restricciones propìas de una colonia sometida a los designios de su metrópolis, reflejó los acontecimientos culturales, económicos y las penurias de la mayoría por los pocos empleos que generaban la producción agrícola y especialmente la ganadería, el renglón más importante de sus extensas llanuras.
Lamentablemente solo se ha podido conocer un solo ejemplar de El Hórmigo, aunque los investigadores llegaron al consenso de que la publicación se mantuvo con salida semanal hasta poco después de estallar la llamada Guerra Grande o de Los 10 años y no resurgió al término de la contienda luego del oneroso Pacto del Zanjón y la viril Protesta de Baraguá encabezada por el Titán de Bronce, Antonio Maceo.
No obstante, de aquella semilla nació un continuador de la prensa local. En las máquinas impresoras del taller El Iris, propiedad del criollo Don Juan Aguilar Cordero se dio vida al semanario El Novel, hecho ocurrido el domingo 2 de enero de 1887 y que significó un impulso notable en la vida social de la villa.
El Novel trascendió porque, ademas de las informaciones oficiales emitidas por las autoridades coloniales y las emanadas del quehacer general de la población y los anuncios comerciales, reflejó de manera sustancial el movimiento cultural, incluídas las obras poéticas, características de la zona. Los problemas de índole económica, sin embargo, provocaron su desaparición el 10 de julio del propio año 1887, tras la edición de 27  números.
La frustración que sufrió el pueblo cubano por la intervención grosera de Estados Unidos, país que escamoteó la victoria del Ejército Libertador sobre España, no apagó las ansias de independencia y los tuneros, de probado patriotismo, también buscaron la forma de informar sobre todas sus actividades y hacer realidad el derecho a manifestarse sobre la gestión de las nuevas autoridades que, supuestamente, representaban sus intereses.
La aspiración pudo concretarse y la semilla de El Hórmigo germinó por la disposición del joven aficionado al periodismo, Rafael Zayas González, quien bajo el seudónimo de Cabaniguán, en 1904 comenzó a situar, en las vidrieras de los establecimientos comerciales, hojas de papel manuscritas con las informaciones del quehacer de los tuneros. Aquel singular periódico fue bautizado por su autor como El Hórmigo (segunda era)
Fue entonces que, cinco años después, Rafael Zayas González, catalogado como el Padre del Periodismo en Las Tunas, puso todo su esfuerzo y capital personal, para darle continuidad a la tradición local con la fundación de El Eco de Tunas el 3 de noviembre de 1909, a medio siglo de nacido El Hórmigo.
La flamante publicación, convertida en orgullo no solo de la ciudad, sino de la comarca, se editaba dos veces a la semana con ocho páginas de tamaño estándar y se mantuvo al servicio de las mejores causas hasta el 31 de diciembre de 1962, cuando de manera espontánea entregó sus talleres a las autoridades revolucionarias.
Todos los que hemos hurgado en los archivos de la más representativa  de las publicaciones tuneras en los años de frustración republicana, sabemos la claridad y valentía de los temas medulares de la sociedad, abordados por Rafael Zayas o algunos de sus colaboradores, como Gilberto E. Rodríguez, en medio de las limitaciones impuestas por los más recalcitrantes gobernantes de la época.
Decenas de otros periódicos tuvo la entonces Victoria de Las Tunas desde 1909 hasta el triunfo de la Revolución y todos, en mayor o menor medida, fueron capaces de reflejar el quehacer de una comunidad patriótica y laboriosa, amante de la libertad y de la justicia, pese a que sus necesidades de financiamiento obligaban a muchos anuncios comerciales, la crónica social y las campañas electoreras.
La tradición periodística dio vida a la prensa revolucionaria que, a pesar de la efímera aparición de un par de publicaciones creadas por jóvenes aficionados a esta profesión, surgió oficialmente el 17 de mayo de 1963, con la edición príncipe del semanario El Trabajador, único que se conozca en la historia del país, realizado por informadores voluntarios, incluido su director, a la sazón secretario de la Comisión de Orientación Revolucionaria del Partido en Victoria de Las Tunas, Rosano Zamora Padín,  sin la presencia de un  solo profesional.
Poco a poco y como parte del programa de superación de los trabajadores del sector, impulsado por la dirección política del país a través de la Unión de Periodistas, en Las Tunas, como en todo el país, surgieron  los egresados de la carrera de Periodismo, creada en las universidades de La Habana y de Oriente. Los nuevos encargados de defender la primera trinchera en la Batalla de Ideas, ya estaban listos y, sobre todo, convencidos de que el aprendizaje sigue, te exige todos los días y, que nadie lo dude, termina solo con la muerte.
En las nuevas condiciones, los periodistas tuneros les dimos vida a todas las publicaciones semanales que siguieron a El Trabajador hasta la fundación  del prime diario en la historia de esta comarca, el 26, nacido el 26 de julio de 1978 que, por los avatares del Período Especial, se transformó hasta hoy en semanario, hermano gemelo del cotidiano digital de similar nombre y que esparce la verdad de Cuba por todo el mundo a través de la red de redes.
Los frutos del árbol sembrado por Manuel Nápoles Fajardo, el hermano de El Cucalambé, son mejores en cada cosecha, pese a la distancia temporal de 154 años. Son tan fuertes sus raíces que propician los éxitos reconocidos de la comunidad periodística tunera, fiel exponente de la prensa que intentamos  mejorar en los tiempos de cambio que la contemporaneidad exige, pero siempre con el objetivo de perfeccionar nuestro socialismo.

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