O Cuba, con mucho talento, sigue
tropezando con la misma piedra
O Tristeza en Quisqueya por la decepcionante actuación de su favorito equipo
Las Tunas, Cuba.- Venados de Mazatlán, representante de la Liga del
Pacífico en México, selló de la mejor manera su brillante paso invicto por el
estadio Juan Marichal (Quisqueya), cuando venció 5 X 4 a los Tigres de Aragua,
de Venezuela, en trepidante partido final, decidido en el cierre de la novena
entrada por jonronazo de Jorge “Chato” Vázquez.
La enorme conexión del bateador designado azteca hizo caer las cortinas de
una Serie del Caribe en la cual México y Venezuela llevaron la voz cantante
desde el arranque mismo, con un Puerto Rico representado por los Cangrejeros de
Santurce, que se fueron por encima de los pronósticos, cuando una mayoría
coincidía en señalar de favoritos a los planteles de Dominicana y Cuba.
El injusto sistema del torneo, aunque parejo para todos los participantes,
esta vez no impidió que el título fuera disputado por los equipos de mejor
desempeño, sin olvidar que Ciego de Ávila estuvo a punto de repetir la historia
de sus hermanos de Pinar del Río que, en la anterior edición con solo una
victoria en la fase clasificatoria, se llevaron el cetro en San Juan, Puerto
Rico.
La victoria de los Venados de Mazatlán fue absoluta, aplastante, su
rendimiento integral superó con creces a los cuatro rivales de turno. Buena
defensa, oportuna ofensiva apoyada sobre todo en la velocidad del corrido en
las bases y un pitcheo manejado a la perfección por el mentor Juan José Pacho,
no podían más que llenar de alegría a los fanáticos mexicanos que viajaron a
Quisqueya y a todo el pueblo de Benito Juárez. ¡Merecida fiesta, cuates!
Es preciso, sin embargo, reconocer la gran actuación de los Tigres de
Aragua, quienes solo perdieron con los Venados. El campeón de Venezuela estuvo
a punto de “llevarse el gato al agua”, pero su punto débil en toda la lid, la
defensa, falló en la persona del magnífico inicialista cubano, Félix Pérez en
un momento clave del juego final, tras lo cual sobrevinieron las dos carreras
que igualaron la pizarra a cuatro.
No fue esta Serie del Caribe un evento ofensivo y, además, uno de los
peores de los últimos años en el importante aspecto de la defensa. Lo salvó,
desde mi punto de vista, la magnífica actuación de los lanzadores, en sentido
general y, sobre todo, el trabajo de los relevistas, aspecto en el cual pondero
a los de México, Venezuela y Puerto Rico.
Y sobre el chasco del campeón dominicano, el representante de la sede, debe
considerarse como una verdadera tragedia en Quisqueya. Los Leones del Escogido
no se dieron favoritos por casualidad, armaron un magnífico equipo y sería
injusto no reconocer que protagonizó partidos espectaculares, tres de los
cuales perdió en extra innings.
¿Qué pasó? Desde mi punto de vista los anfitriones subestimaron a sus
rivales, pecaron de exceso de confianza y, en definitiva, sus principales
figuras no rindieron lo que se esperaba, además de que, por esas veleidades del
béisbol, las cosas no le salieron bien al colectivo de dirección. Con toda
sinceridad, nunca hubiera imaginado tal desastre.
En cuanto a Cuba, una vez más la falta de tope, de confrontación con el
béisbol profesional que se juega en el Caribe, “volvió a sorprender” a los
talentosos jugadores de nuestra Serie Nacional. Nótese que, desde su reingreso
a este evento en Isla Margarita-2014, durante los tres primeros compromisos el
comportamiento fue desastroso y cómo, después, la mejoría se tornó notable,
especialmente en San Juan-2015, donde el Vegueros de Pinar del Río se proclamó
campeón.
Ahora, vuelvo a preguntarme, ¿hasta cuándo la Dirección del Béisbol en Cuba
va a seguir tropezando con la misma piedra? Son muchos los problemas que
atentan contra la demostración palpable de que, como siempre ha sucedido en
casi siglo y medio, en este verde caimán los peloteros se dan silvestres,
surgen de manera natural, son como diamantes en bruto que solo necesitan de los
orfebres capaces de pulirlos, de hacerlos brillar.
En las observaciones realizadas durante más de medio siglo de contacto
directo con nuestro béisbol, he sacado varias conclusiones acerca de las causas
fundamentales, objetivas y subjetivas que, en la práctica, provocan un
estancamiento, un freno al desarrollo.
Creo en la calidad del béisbol cubano, en el extraordinario talento que
desde el comienzo de su práctica después de la década del 60 del siglo 19,
desbordan cientos de miles de jugadores que lo convirtieron en el Deporte
Nacional. En un próximo artículo abundaré en este sentido.
Por lo demás, me parece más que necesario transmitir una sincera
felicitación a la Liga del Pacífico, a
los muchos torneos que se organizan en México durante todo el año, al
hermano pueblo azteca que apoya, de corazón, al pasatiempo que allá, con toda justeza,
reconocen como el Rey de los Deportes.