O ¿Será que no aprendimos la lección
de Isla Margarita?
Las Tunas, Cuba.- Una copiosa lluvia de opiniones desfavorables, a las
cuales me sumó, ha provocado el anuncio de la nómina que tendrá el Pinar del
Río, actual campeón nacional, que representará a nuestro béisbol en la Serie
del Caribe, especialmente por la clara presencia de nombres por encima de hombres
en mejores condiciones competitivas en este momento.
Yo, como muchos, me pregunto, ¿se ha reforzado a Pinar del Río o algunos de
sus peloteros fueron escogidos para completar una novena que defenderá los
colores patrios en un evento internacional cualquiera? Un breve vistazo basta
para convencerse que es lo último, porque solo 10 de los 27 inscriptos son
vegueros.
Nadie que tenga dos dedos de frente estaría opuesto a que nuestro Campeón
se refuerce para un evento de calidad indiscutible, pero si nos atenemos al
fracaso de hace un año en Isla Margarita, cuando se incorporaron a Villa Clara
figuras prominentes que no estaban en forma para rendir según sus potencialidades
teóricas, no tiene sentido que se repita el error, que se ratifique que es el
hombre el único animal que tropieza con la misma piedra.
Para argumentar que, desde mi punto de vista, no se hicieron las cosas
bien, voy a desmontar el equipo por posiciones. En la receptoría, Yosvani
Peraza está justamente acompañado por el tunero Yosvani Alarcón, integralmente
el mejor del país ahora mismo, pero ¿por qué Frank Camilo Morejón, desterrado
al banco de Industriales por el guantanamero Félix Carbonell, en detrimento de
Yulexis La Rosa o del propio pinareño Ólber Peña, una garantía a la defensa?
Veamos el cuadro. Lourdes Gurriel (hijo) es indiscutiblemente un gran
pelotero, pero debían dejarlo descansar y recuperarse de una lesión que lo
mantuvo inactivo durante varios días, de la cual acaba de regresar. Además, ¿qué
hace Urquiola con cuatro torpederos, porque David Castillo, Luis Alberto Valdés
y Dailer Moreira se desempeñan igualmente en esa posición?
¿Y en los jardines? Giorvis Duvergel está lesionado y por supuesto
disminuido, sobre todo a la defensa, Alexei Bell atraviesa por su peor momento
desde que debutó en series nacionales; sin embargo, en ambos casos se prefieren
por encima de Yordanis Linares y Andrés Quiala, en plena forma deportiva y en
la actual nómina pinareña y del sensacional avileño José Adonis García.
Es igualmente ilógico el criterio en la selección de los lanzadores. Jónder
Martínez comenzó bien la temporada, pero
actualmente acusa una notable baja en su rendimiento y lo mismo puede decirse
de Norge Luis Ruiz con poco o ningún aporte a la causa de los cachorros de
Holguín. Vladimir Baños, baluarte en el título de los pinareños y el excelente desempeño
de Lázaro Blanco, con Granma, debieron
ser justamente premiados.
A los cubanos, a quienes nos apasiona el béisbol, nuestro deporte nacional,
todavía nos lacera lo ocurrido en Isla Margarita, cuando asistimos con un solo
receptor porque Ariel Pestano estaba lesionado, cargamos con un Ismel Jiménez
pese a pasar por su peor temporada, confiamos en un José Miguel Fernández a mil
años luz de su forma de pelotero estelar, pese a tener dispuestos a dos grandes
camareros como Andy Sarduy y Dánel Castro.
En resumidas cuentas parece que olvidamos aquella triste experiencia, porque se repiten, según mi punto
de vista, los mismos errores, además de que dejan muy mal parados a una buena
parte de los hombres que hicieron posible el triunfo de Pinar del Río en la
pasada Serie Nacional, independientemente de que la mayoría entiende la
necesidad del refuerzo, pero que realmente se incluyan los peloteros que, ahora
mismo, estén en condiciones de serlo. La historia no gana juegos, esa es la
verdad.
Y en cuanto a que la Serie del Caribe es un evento caracterizado por la
gran cantidad de refuerzos que toman los campeones de las diferentes ligas, es
algo relativo. Lo cierto es que esos equipos se ven obligados a “tapar huecos”
dejados por una notable cantidad de jugadores que no son autorizados por sus
organizaciones de la MLB debido a la cercanía de los entrenamientos de
Primavera con vistas a sus temporadas regulares. Es por eso que deben
completarse los conjuntos con atletas que, fíjense bien, tienen menos calidad
que algunos regulares que declinaron por las razones expuestas.
Estoy convencido de que, a pesar de lo argumentado, este equipo Pinar del
Río tiene capacidad teórica para dar la batalla por el título en la fiesta de
San Juan, Puerto Rico. Ahora bien, si el rendimiento de los nombres, vuelve a
estar por debajo de los hombres, entonces tendré que reconocer, con dolor
infinito: No aprendimos la lección de Isla Margarita.
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