Este lunes 4 de septiembre nuestra familia vivió emociones muy especiales: La pequeña Lucía Laura, mi primera nieta, hija de mi primogénito, Norge Luis Batista Albuerne, debutó en la escuela tras cumplir los cinco añitos el 17 de marzo pasado.
Fue un verdadero acontecimiento para la familia y yo, en particular, recordé aquel lunes de septiembre de 1974, cuando llevé a Norge hasta la escuela para que comenzara su preescolar. No se puede describir la emoción de un momento como ese, sobre todo porque mientras otros niños lloraban y no querían separarse de sus padres, mi niño, muy dispuesto, se ubicó en su lugar de la fila, se volteó y con una sonrisa de felicidad, levantó su manita para saludarme.
Ahora, con el estreno escolar de su pequeña hija, Norge me confesó que en medio de la felicidad que lo embargaba, rememoró aquel primer día de clases para él, cuando gracias a la preparación que le había dado su mamá, sentía la escuela como algo muy familiar, no le era ajena en lo más mínimo.
Hoy Norge es un reconocido integrante de la Nueva Trova Cubana; viaja a España todos los años para llevar su obra a diferentes regiones de la península y ha visitado ciudades de Portugal, Suiza y Bélgica.
Mientras la pequeña Lucía, quien ya dibuja y escribe su nombre, mostraba orgullosa su lindo uniforme en el que se combina el blanco con el color vino, pensaba cómo cientos de miles de niños , en toda Cuba, llegaban a sus aulas limpias y ordenadas, gracias a los esfuerzos económicos del Estado a través del Ministerio de Educación, para garantizar la formación de las nuevas generaciones. Lindo relevo, ¿verdad?
No pude dejar de recordar aquel día de agosto de 1975, cuando por la oportunidad que me dio la Revolución y después de cinco años de esfuerzos en el Curso Dirigido de la Universidad de Oriente, recibía mi Título de Licenciado en Periodismo; cuando ya estaba por cumplir 33 años. Aquel momento inolvidable de mi vida, mi primogénito recibía su diploma de graduado de preescolar. ¡Qué linda coincidencia!
Ante el espectáculo de cientos de niños y niñas que marchaban a sus aulas, con maestros asegurados y todos los materiales necesarios esperando por ellos, no pude dejar, de pensar en aquel terrible pasado de mi niñez sin escuelas, condenada a crecer sin instrucción ni esperanzas. Sencillamente, la inmensa mayoría de los infantes engrosaría las filas de los parias, muchos de ellos impulsados por la necesidad a convertirse en delincuentes, carne de presidio.
Lucía debuta con alegría en su escuela primaria, dentro de unos años tiene seguro pupitre en la Universidad y ese mismo camino recorrerá mi otro nieto, Alejandro, hijo de mi segundo retoño, Noyde Batista Albuerne; Especialista de Primer Grado en Oncología, integrante del equipo médico del más importante hospital general de Cuba, el Hermanos Ameijeiras, de Ciudad de La Habana; fruto genuino de nuestra Revolución Socialista.
Al comenzar el nuevo curso escolar en Cuba, la realidad de cientos de miles de alumnos en todas las enseñanzas, mientras que en otras partes del Planeta pululan el analfabetismo y el abandono de una niñez sin futuro, se confirma plenamente que los pueblos necesitan rescatar sus recursos para revertirlos en favor de todos. No cabe la menor duda de que un mundo mejor es posible.
MI BEATRIZ, BACHILLER Y ADULTA
Hace 7 meses
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