martes, octubre 03, 2006

El orgullo de ser cubano y tunero

En estos últimos días he vivido momentos extraordinarios, inolvidables. Mi querida ciudad de Las Tunas, esa en la que nací y en la cual he residido prácticamente mi vida entera, celebró por todo lo alto, con las mejores galas, el aniversario 210 de su fundación, ocurrida el 30 de septiembre de 1796.
Durante siete días, los tuneros y sus invitados, festejamos los avances indiscutidos de una ciudad que se acerca a los 150 mil habitantes, sin olvidar al pequeño pueblo en el que vivíamos unas 30 mil personas al triunfo de la Revolución y que se ha empinado hasta la realidad de hoy por el esfuerzo mancomunado de sus hijos.
Fue una amalgama de celebraciones, desde el coloquio La prensa revolucionaria y la ciudad, convocado por la delegación provincial de la Unión de Periodistas de Cuba, hasta las exposiciones de artes plásticas, encuentros de trovadores, tertulias de música campesina, bailes, cine-debates, exhibiciones deportivas y la Gala Central en el Teatro Tunas.
El día 26, el pueblo todo recordó los gloriosos días de la Guerra de los 10 años por la independencia de Cuba; específicamente el aniversario 110 del incendio de la ciudad por las tropas mambisas al mando del Mayor General Vicente García González, porque prefirieron verla quemada antes que esclava, frase eternizada en el escudo local.
Pero más que festejos, más que la inmensa alegría de un pueblo que trabaja por mejorar su presente y garantizar el futuro de las nuevas generaciones; este cumpleaños de la ciudad sirvió para el reencuentro con sus familiares y amigos, de los tuneros ausentes; además de pretexto para que el Gobierno Municipal reconociera los méritos de sus hijos y de aquellos que, sin serlos, han contribuido de manera decisiva a su engrandecimiento.
Las entregas de distinciones como las réplicas del machete de combate de Vicente García y del Escudo de la Ciudad; de Hijo y de Huésped Ilustres y de la Medalla conmemorativa de la Fundación; honraron y comprometieron a personas y personalidades que como el Comandante de la Revolución Faure Chomón Mediavilla, el General de División Ramón Espinosa Martín y el diplomático Carlos Zamora Rodríguez, han contribuido de manera especial al desarrollo de este pedazo de Cuba.
En lo personal, tuve la satisfacción y el honor extraordinario de que mi querida ciudad me sorprendiera, al incluirme entre los condecorados con la Placa Conmemorativa de la Fundación; inmerecido reconocimiento a uno de sus hijos más humildes que solo ha cumplido el deber de ser fiel a las tradiciones de trabajo y de lucha de los tuneros y de los cubanos.
Lindas jornadas las que vivimos los tuneros y quienes nos acompañaron en la gran fiesta. La vida es limitada, irremediablemente los mortales vamos a desaparecer físicamente, pero estas motivaciones, este engrandecimiento espiritual perdurará, eternamente en la mente y los corazones de las generaciones por venir.
Muchas celebraciones tendrá esta ciudad de historia, de mitos y de leyendas, de gente solidaria, alegre y patriota; cada año los motivos serán mayores; porque en una Revolución como la nuestra, los esfuerzos serán perennes en el objetivo supremo de que los cubanos vivamos más y mejor.

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