En fecha tan remota como el 6 de noviembre de 1859, Las Tunas inauguró la
imprenta y nació el pionero de los periódicos, el semanario El Hórmigo, bajo la dirección de su
dueño, Manuel Nápoles Fajardo, el mismo que escribió nuestro primer libro, Flores del alma, quien era hermano de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, “El
Cucalambé”, el principal poeta bucólico en la Cuba del siglo XIX.
Precisamente en aquel acontecimiento están las raíces de nuestro periodismo
que, en la etapa colonial, llegó a contar con otro semanario El Novel, editado en la imprenta El Iris, propiedad del criollo Don Juan
Aguilar Cordero. Desde el 2 de enero hasta el 10 de julio de 1887 se publicaron
27 números y desapareció por problemas económicos.
En concordancia con lo que se convirtió en una linda tradición, Rafael
Zayas González, bajo el seudónimo de “Cabaniguán” le dio continuidad a la prensa
local, con la creación en 1904 de lo que él llamó El Hórmigo, segunda era,
semanario manuscrito que se exponía en las vidrieras de los comercios y que, el
3 de noviembre de 1909, dio paso a El
Eco de Tunas, de dos tiradas a la semana, reconocido como el más
representativo de la ciudad en el período de frustración republicana.
La Prensa Revolucionaria o de nuevo tipo, nace con el semanario El Trabajador, el 17 de mayo de 1963,
editado por la Comisión de Orientación Revolucionaria del Partido Unido de la
Revolución Socialista de Cuba (PURSC) en la región Tunas-Puerto Padre, bajo la
dirección de Rosano Zamora Padín (Gallo) y de forma absolutamente voluntaria,
con informaciones elaboradas por el naciente movimiento de corresponsales
obreros.
En las siguientes etapas, el territorio contó con Mochas y Caña, El Forjador,
Forjador, el boletín diario de la
zafra del 70 VAN, en Puerto Padre, Veintiseis y 26, con salidas una vez a la semana y por momentos dos y hasta
tres, en tamaño tabloide, excepto el último que adoptó el formato estándar,
característico de los periódicos en Cuba.
Comenzó entonces la gran epopeya. Con la multiplicación del antiguo
Oriente, surgió la joven provincia de Las Tunas que, por las nuevas
condiciones, precisaba de un diario que apoyara, desde el punto de vista
político-ideológico, el quehacer de su aguerrido pueblo en el desarrollo
integral de un rico territorio que, al triunfo
de la Revolución, exhibía las tristes secuelas del abandono oficial.
La tarea fue titánica, a partir de que la máquina asignada, una rotoplana
Dúplex de fabricación estadounidense, patentada en 1910, estuvo abandonada por
espacio de 15 años en la imprenta del Partido en la ciudad de Banes y hubo que
reconstruirla totalmente. Debió crearse un taller de fotograbado con la ayuda
de los especialistas del diario Ahora,
de Holguín; solo había un linotipo, cuyo operador era un novato, Justo Peña. El
personal periodístico era absolutamente inexperto y solo conocían el torbellino
de un diario, Nelson Marrero Pupo, sudirector y Rosano Zamora (Gallo), jefe de Información, porque el
director, asignado por la dirección política de la provincia, José Infante
Reyes, se estrenaba en la materia.
Fue tan extraordinario el esfuerzo que el personal prácticamente no dormía.
No pocos dudaban que pudiera cumplirse el compromiso con la máxima dirección
del país, sin embargo la hazaña quedó concretada el 26 de julio de 1978, pese a
que la rotoplana no fue capaz de imprimir la edición príncipe, la cual debió
ser tirada en la máquina de alimentación manual que existía en los antiguos
talleres de El Eco de Tunas, doblada
y empaquetada por todos los integrantes del colectivo, en jornada
ininterrumpida de casi 24 horas.
¿Cómo fue posible concretar aquella edición? Justo Peña estuvo 24 horas frente a su linotipo, los tipógrafos,
encabezados por el inolvidable veterano Abel Fernández “pararon letra, a letra”,
una buena parte de los materiales periodísticos y los imberbes Miguel Díaz
Nápoles y Alexis Peña López, recién graduados de un curso emergente en Santiago
de Cuba, con la ayuda inapreciable del holguinero Silvio Coquet, lograron
producir los primeros fotogrados de nuestra historia.
En definitiva, cobijados, eso sí, por un edificio confortable, de dos
plantas, en el número 157 de la calle Colón, sede hoy de la emisora provincial
Radio Victoria, los trabajadores de 26
concretaron la hazaña que constituye un hito en el quehacer cultural de esta
comarca: el paso de la prehistoria a la historia de la imprenta, el salto de
los tipos sueltos en los chibaletes, de la composición de textos, letra a
letra, al linotipo, a la creación local de fotograbados. Toda una Revolución en
las artes gráficas.
Aquel maratónico esfuerzo permitió al colectivo cumplir su compromiso: 100
de los primeros ejemplares fueron recibidos por Fidel en la tribuna del acto
central por el XXV aniversario del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos
Manuel de Céspedes, celebrado en Santiago de Cuba. La entrega, realizada con el
orgullo y satisfacción que implicaba tamaño acontecimiento, la hizo el
Comandante Faure Chomón Mediavilla, entonces primer secretario del Partido aquí
y protagonista absoluto por el apoyo a la materialización de este sueño.
Ah, pero el colectivo de 26 ha
sido y es un ejemplo de superación constante, de taller forjador de nuevas
generaciones de periodistas. Es así como, ya instalado en el nuevo local de la
segunda planta del edificio que alberga a la moderna Unidad Gráfica Alejo
Carpentier, mejoró la calidad de su impresión con la introducción de una
moderna rotativa de fabricación soviética.
Curtidos en la lucha cotidiana, los trabajadores de 26 enfrentaron con hidalguía las limitaciones materiales del
Período Especial que, entre otras cosas, dieron al traste con la salida diaria
en tamaño estándar y, en reducciones sucesivas, terminó en las condiciones
actuales de tabloide semanario con ocho
páginas. El espíritu de superación que siempre acompaña al colectivo lo llevó a
prepararse para asumir las nuevas tecnologías, hasta que el 25 de abril de 1997
aparece el primer número editado en computadoras, tal y como se mantiene en la
actualidad con el apoyo del combinado poligráfico José Miró Argenter, de
Holguín.
La vida siguió demostrando que para esta tropa de avanzada no existen imposibles.
Con Ramiro Segura García al frente, quien funge aún de director y que fuera del
grupo fundador en 1978, el colectivo le dio al país la sorpresa de que el
semanario con menos condiciones
materiales para incorporarse a la red de redes, el 26, se abría paso con la verdad de Cuba. El hecho, de enorme
significación dentro de la Batalla de Ideas, ocurrió el 15 de marzo del año
2000, un día después del aniversario 108 de la fundación del periódico Patria por José Martí y coincidiendo
con el 122 de la Protesta de Baraguá.
A golpe de esfuerzo y de superación constante, la edición digital comenzó
con una actualización a la semana, en pocos días llegó a dos, luego hasta tres
y en aproximadamente dos meses ya era un diario en internet que, al cumplir su
primer año de vida, había cambiado el diseño en dos oportunidades, constaba de
11 secciones fijas, tenía una página en inglés y exhibía el certificado de
calidad de la DobleU.com, una prestigiosa entidad dedicada a evaluar los sitios
web en español.
Muchos otros reconocimientos ha recibido el colectivo de 26, incluidos los otorgados por los
Jurados de los Festivales Nacionales de la Prensa y de organizaciones
internacionales, tanto para su edición semanal como para el diario digital,
además de certificados por su invaluable apoyo a la formación de las nuevas
generaciones de periodistas, por su condición de centro-escuela desde el mismo
día que nació.
Esta es una fecha que me marcó de manera extraordinaria. Miembro del
colectivo, legítimo fundador, no pude, sin embargo, compartir con mis hermanos
aquellas gloriosas jornadas, porque cumplía una importante tarea en el Centro
Internacional de Prensa del XI Festival Mundial de la Juventud y los
Estudiantes, en La Habana, pero estuve muy atento a todo lo que acontecía, y
sentí la inenarrable emoción que me embargó cuando tomé en mis manos un
ejemplar de la histórica primera edición.
Hace 36 años y mucho hemos crecido. Por razones de salud debí jubilarme en
el 2009, pero estoy orgulloso de seguir como parte de este valioso colectivo,
en el que hoy todos los integrantes son universitarios, tres de la plantilla
oficial, Ramiro Segura, Dúbler Vázquez y Leonardo Mastrapa, además del
desaparecido Alexis Pérez Sánchez, alcanzaron la categoría de MSc, similar
título que otros dos miembros de la delegación de base de la UPEC, Juan Morales
Agüero y Jorge Pérez, quienes debieron dejar nuestras filas, requeridos para
asumir la responsabilidad de corresponsales en el territorio del diario
Juventud Rebelde y el semanario Trabajadores, respectivamente.
Nuevas y complejas tareas deberán asumir los trabajadores de 26 en la coyuntura ideológica actual, pero
como dignos herederos de más de un siglo de prensa tunera y protagonistas de la
odisea que dió vida al único diario de nuestra historia, están listos para
continuar de instrumento eficaz en la información y orientación del
pueblo, difundir al mundo la realidad
cubana y, en última instancia, para defender con las armas en la mano, las
conquistas alcanzadas durante 146 años, desde el grito de independencia o
muerte, lanzado por Carlos Manuel de Céspedes en su ingenio La Demajagua, el 10
de octubre de 1868.
No hay comentarios:
Publicar un comentario