Cuando todavía se perciben los ecos de la gran fiesta que constituyó la
edición 50 de los Juegos Escolares Nacionales, presento a los lectores de 26 a un genuino héroe del béisbol infantil:
Norge Santana Leyva, lanzador protagonista del primer juego sin jit ni carrera
en la historia de lo que fue, es y será la principal cantera del deporte de
alto rendimiento en Cuba.
Inconforme con el hecho cierto de que su brillante presencia en los
diamantes cubanos durante la década del 60 del pasado siglo es prácticamente
desconocida, “Pipe” Santana, mi amigo de la infancia en la frontera de los
repartos Casa Piedra y Buenavista, me recibe junto a su esposa María Luisa
Cabrera López y su hijo menor, Adriel Santana Cabrera, en su hogar de la calle
Mártires de Barbados, de la ciudad de Las Tunas.
Juegas pelota desde bien pequeño,
¿Por qué te interesaste en este deporte?
“Yo nací el 9 de mayo de 1950 y apenas un niño pequeño ya participaba en
los piquetes que se organizaban alrededor del terreno aledaño a la Casa Piedra,
impulsado sobre todo por el entusiasmo de mi padre, Rafael Santana Suñet,
conocido por Tico, quien era muy aficionado y me acompañaba a todos los
encuentros para alentarme. Me enamoré de la pelota y en l961, con solo 11 años,
fui incluido en la nómina del equipo que representaba al Municipio de Victoria
de Las Tunas en la liga de los Cubanitos. En ese equipo lancé y defendí la
tercera base, ganamos la lid local y el título de Oriente cuando vencimos a la
novena de Antilla. En la final nacional alcanzamos el tercer puesto, superados
solo por las selecciones de La Habana y Matanzas”
Los Juegos Escolares celebraron su
edición fundacional en 1963, pero tú asistes a la segunda, en la cual fuiste
noticia, ¿cómo recuerdas aquel inolvidable momento?
“Sí, como alumno de la EIDE Pedro Díaz Coello, de Holguín, formé parte del
equipo Mineros. La selección Becas era una de las favoritas para imponerse y la
enfrentamos el 23 de marzo de 1964 en el terreno número dos de la Ciudad
Deportiva, de La Habana. Ese día estaba en gran forma y logré maniatar a sus
bateadores para anotarme el primer juego de cero jit, cero carrera en la
historia de los Juegos, ponché a 15 y el único hombre que se me embasó fue el
pítcher rival A. Class, a quien propiné un pelotazo”
“Al año siguiente, en los III Juegos y como pítcher de Oriente, tuve
protagonismo en la victoria de la categoría 15-16 años, ocasión en la cual
también nuestra antigua provincia se coronó en 13-14, novena en la cual alineó
mi hermano menor, Róger, buen bateador y defensor eficiente de la tercera base
y la inicial. Mi etapa escolar me dio muchas satisfacciones”
¿Cómo fue el paso por la categoría
juvenil?
“Bueno, mis resultados me llevaron a integrar la selección nacional que,
con el nombre de Cubanacán, enfrentó en 1968 a similares de Canadá e Italia.
Trabajé dos veces de relevo y lo hice bien. En 1969 estuve en un equipo sub-20
al que pusieron de nombre Becas, con el cual participé en el campeonato provincial
de La Habana. Fui uno de los abridores y logré varias victorias, por lo que
contribuí a la obtención del segundo lugar. Entonces me llamaron a la
preselección oriental que comenzaba la preparación con vistas a la IX Serie
Nacional”
¿Qué significó para ti la
oportunidad de ganarte un puesto en uno de los equipos de la provincia para el
evento cumbre de la pelota cubana?
“Imagínate es la aspiración de todos los jóvenes peloteros. Me esforcé en
la preparación y debuté con el equipo Oriente, en el que, como novato al fin,
tuve pocas oportunidades por la gran cantidad de buenos lanzadores que teníamos
en aquella época, pero lo hice bien cada vez que me llamaron y gané la
confianza de los técnicos, quienes decidieron incluirme en la novena oriental
de la Serie Especial de los 10 Millones, en 1970.
“Ese evento para mi fue consagratorio. Trabajé indistintamente de abridor y
relevista. Lamentablemente, los números de aquel torneo no aparecen en las
Guías Oficiales de Béisbol y hay cosas que olvidé, pero si recuerdo que obtuve
una victoria sobre La Habana y dos, muy importantes, contra el poderoso equipo
de Matanzas, que fue el campeón, apoyado en aquella poderosa nómina en la cual
destacaban Wilfredo Sánchez, Rigoberto Rosique, Félix Isasi, Tomás Soto y
Rigoberto Estrada, entre otros”
Y, después, ¿qué pasó?
“Mi sueño era estudiar Ingeniería Civil y como el rigor del programa me
impedía el entrenamiento sistemático. Decidí ingresar en la Universidad de
Oriente y decirle adiós al béisbol de alto rendimiento, aunque participaba con
el equipo de los mambises en los eventos organizados por la FEU. Me casé en
1974 con quien ha sido mi compañera de
toda la vida, María Luisa Cabrera López y me gradué en 1977. Estoy orgulloso de
haber contribuido en las tareas para el desarrollo industrial de mi joven
provincia, con el surgimiento de la planta de envases de vidrio, el Laminador,
el gigante de Estructuras Metálicas y la fábrica de torula de Delicias”
Santana, tengo entendido que estuviste
alejado del terruño en el cumplimiento de importantes tareas. ¿Qué puedes
decirme al respecto?
“Sí, en la década del 80 me asignaron al servicio exterior en funciones
diplomáticas y empresariales, las cuales cumplí en la entonces Unión Soviética,
Viet Nam, España, China y otras naciones, en una etapa en la cual aprendí mucho y que me dio grandes
satisfacciones por la significación que tiene saberse representante de los
intereses de nuestro aguerrido y digno pueblo. El pasado año me acogí a la
jubilación y estoy dedicado a la familia. Tengo dos hijos, Róger, el mayor, es
ingeniero informático, vive y trabaja para compañías japonesas en Rusia y
Adriel, licenciado en informática, labora por cuenta propia aquí en Las Tunas.
El primero me ha dado dos nietos y el segundo uno. Ah, Juan Emilio, lo que si
quiero dejar claro es que mi amor por el béisbol es el mismo, lo sigo, lo
disfruto y comparto las preocupaciones de todos los cubanos, especialmente por
los últimos resultados internacionales”
Esta es, sin duda, la linda historia de un gran lanzador. Quizás la
prematura desvinculación con el alto rendimiento cuando apenas comenzaba,
determinó que sus buenos resultados hayan sido olvidados. Por eso, a propósito
de la edición 50 de los Juegos Escolares, decidí que era preciso hacer recordar
a los contemporáneos de Norge Santana y facilitar que las nuevas generaciones,
especialmente los peloteros, sepan de las condiciones atléticas y humanas de
este indiscutido héroe deportivo, quien era primo hermano del esgrimista mártir
de Barbados, Carlos Leyva González. Honor a quien honor merece.
De la historia del deporte en Las Tunas
Norge Santana, la hazaña en los Juegos Escolares
Por Juan E. Batista Cruz
En crónicas anteriores, cuando me referí a grandes hazañas de lanzadores
tuneros, mencioné al derecho Norge Santana Leyva, quien sorprendió a todo el
país como protagonista del primer juego de cero jit, cero carrera en la
historia de la pelota en los Juegos Escolares Nacionales, pero en esta ocasión
contaré los más relevantes momentos en la carrera deportiva de quien fuera la
sensación de mi barrio desde que era niño.
Norge Santana Leyva fue pelotero prácticamente desde que nació, exhortado
por su padre, Rafael Santana Suñet un apasionado de este deporte, al extremo de
que llegó a formar un equipo representante del aserrío Buenavista, del cual era
copropietario, en asociación con la familia Leyva, de la cual provenía su
esposa.
Enamorado del deporte de las bolas y los strikes, nuestro protagonista de
hoy, nacido el 9 de mayo de 1950, integró equipos infantiles de la barriada de
Casa Piedra, hasta que, con solo 11 años de edad, estuvo en la nómina del
conjunto representativo del municipio de Victoria de Las Tunas, en la contienda
de 1961 de la Liga de los Cubanitos, en el cual se desempeñó de pítcher y
defensor del cuadro.
La novena del primer torneo oficial en el que participara Norge Santana, a
quien se le conocía por el seudónimo de Pipe, ganó la campaña local en la que
participaban cuatro conjuntos, después se impuso a su similar de Antillas en la
discusión del título de Oriente y cerró con un meritorio tercer escalón en la
final nacional efectuada en el Gran Estadio de El Cerro, superada solo por las
de La Habana y Matanzas.
Tras la creación de los Juegos Escolares Nacionales en 1963, la calidad de
su desempeño lo lleva a ser alumno de la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE)
Pedro Díaz Coello, de Holguín, donde se preparaban los mejores
estudiantes-atletas de la zona norte de la antigua provincia de Oriente.
Destacado como lanzador y fuerte bateador cuando defendía otra posición,
especialmente la esquina caliente, Santana integra la selección Mineros para la
II edición de esta legítima olimpíada nacional.
La contienda de pelota del evento que, desde su fundación, ha sido la
principal cantera del alto rendimiento en Cuba, se efectuó en marzo de 1964 y
la hazaña de Santana ocurrió el día 23 en el terreno de béisbol número dos, de
la ciudad deportiva capìtalina, al dejar sin jits ni carreras a la selección
Becas, una de las más completas de todas las participantes, favorita de la
mayoría para llevarse el banderín.
Aquella jornada ha quedado grabada en el recuerdo de todos los amantes del
béisbol en Cuba, porque el tunerito trabajó de manera impecable durante los
siete capítulos del choque, al extremo de que solo le entró en circulación un
jugador, su lanzador rival, A. Class, a quien propinó un pelotazo. Santana
ponchó a 15, más de dos por inning y alineó de cuarto bate de su equipo.
La sección deportiva del diario Revolución ofreció un impresionante
destaque al acontecimiento, con todos los detalles de lo ocurrido en el
terreno, una gran foto a cuatro columnas en la cual Santana era paseado en
hombros por sus compañeros y una personal del héroe indiscutido de aquella
jornada histórica para le pelota escolar.
Un año después, en los III Juegos, Norge Santana volvió a ser noticia,
cuando su labor excepcional guió a la novena de Oriente al título en la
categoría de 15-16 años, satisfacción que se vio multiplicada porque los
indómitos de la 13-14, también se proclamaron monarcas, con notable aporte de
su hermano más pequeño, Róger, excelente bateador y defensor de lujo de la
esquina caliente y de la inicial.
En 1968 pasó a la preselección juvenil de Cuba como alumno de la Escuela
Superior de Perfeccionamiento Atlético (ESPA) y formó parte de una escuadra
denominada Cubanacán, representante del país en un tope frente a selecciones de Canadá e Italia,
ya que en ese año no hubo Campeonato Mundial de la categoría. Dos veces trabajó
bien en función de relevo y ratificó que era uno de los grandes talentos del
pitcheo cubano de la época. (Continuará)
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