A los 48 años de fundada la Unión de Periodistas de Cuba en este territorio, solo seis de los pioneros se mantienen en el terruño y siguen entre nosotros. He tenido el honor de publicar las vivencias de cinco de ellos y hoy, les ofrezco las experiencias de quien tuvo un gran protagonismo en el nacimiento de la prensa revolucionaria: Carlos Enrique Villamar Cedeño.
Lo visité en su hogar del reparto Aguilera, en la zona oeste de la ciudad de Las Tunas y confieso que viví momentos de gran emoción al escuchar la narración que, con satisfacción evidente, me contó este hombre de 76 años, corresponsal y reportero gráfico voluntario del semanario El Trabajador, iniciador de la prensa de nuevo tipo el 17 de mayo de 1963, bajo la dirección de Rosano Zamora Padín (Gallo)
“Mi profesión era dulcero, pero por ser aficionado a la fotografía, en 1962, la dirección de las Organizaciones Revolucionarias (ORI) en el municipio de Victoria de Las Tunas, me dio la tarea de integrar el grupo de Propaganda en la función de fotógrafo, razón por la cual me vinculo al naciente movimiento de corresponsales voluntarios obreros.
“En 1963 se crean las condiciones para dar vida al primer periódico de la Revolución en Las Tunas. El compañero Rosano Zamora (Gallo), secretario de la Comisión de Orientación Revolucionaria (COR) me incorporó al grupo y fue así como, desde su nacimiento, fui reportero gráfico y corresponsal de
aquella publicación que marcó una época decisiva en el periodismo de nuestro país”
Con palabras sentidas y una satisfacción muy grande reflejada en su rostro, Villamar me repasó aquellos días fundacionales y recordó la creación de la primera delegación de la UPEC, en la cual se anunció que todos los corresponsales se convertían en miembros efectivos de la naciente organización y cómo meses más tarde recibieron el carné oficial.
En la conversación le pregunté cuándo había regresado a su condición de dulcero y con una sonrisa franca me aseguró que ese oficio siempre lo ha acompañado, lo mismo que la afición por tirar fotos:
“Durante 1963 hasta mediados de 1964 estuve trabajando en los trajines de la prensa: fotoreportero, corresponsal del noticiero Vanguardia de la entonces emisora Radio Circuito (hoy Victoria), el semanario El Trabajador y el diario oriental Sierra Maestra, pero luego pasé a laborar de Maestro en la dulcería La Crema. Al fundarse ese mismo año la Empresa de la Industria Alimenticia en la entonces Región Tunas-Puerto Padre, soy ascendido a Tecnólogo de la misma.
“No me desentendí de las tareas de propaganda y seguía de corresponsal de los medios de prensa en la región y posteriormente del Territorio Tunas, a partir de 1971, cuyo primer secretario del Partido fue el Comandante Faure Chomón Mediavilla. Claro, poco a poco me fui alejando porque las tareas de mi cargo de dirección me limitaban bastante”
En su larga trayectoria revolucionaria, Carlos Villamar, combatiente de la lucha clandestina en el Movimiento 26 de Julio, fundador del Partido, los CDR y las Milicias Nacionales, siempre ha tenido presente su condición de periodista y, jamás, dejó de participar en las actividades propias de su querida UPEC, cuyo carné conservó hasta hace pocos años, cuando lo perdió fortuitamente junto con otros documentos.
Me pidió permiso, se incorporó, penetró en una de las habitaciones de la casa y regresó con dos verdaderas joyas, de un valor extraordinario: Un platón de loza alegórico al Centenario del Natalicio de nuestro José Martí, de los que se vendieron para recaudar fondos para la lucha contra Batista y un álbum de fotos de su participación en la Misión Internacionalista en Angola de enero a noviembre de 1976.
Intercambiamos decenas de anécdotas: Él narró pasajes de la guerra y yo indagué sobre los lugares donde estuvo para confrontarlos con los que visité entre octubre de 1982 y septiembre de 1983, cuando cumplí tareas de reportero y locutor en el semanario Verde Olivo en Misión Internacionalista y el Programa en Idioma Español de la Radio Nacional de Angola; ocasión en la cual tuve la posibilidad de conocer 12 provincias de aquel hermano país.
Villamar se acogió a la jubilación en 1995, cuando dirigía la actividad de producción de dulce y pan en la provincia de Las Tunas. Y desde entonces fundó una dulcería en calidad de Trabajador por cuenta propia, en la cual mantiene, junto a su esposa, hijos y demás familiares, la tradición cualitativa emanada de alrededor de seis décadas de experiencia.
En esta visita que recordaré siempre, este revolucionario sin tacha me contó una anécdota de la lucha clandestina que, por su singularidad y alta significación comparto con ustedes, queridos lectores:
“El movimiento clandestino estaba muy compartimentado. Yo pertenecía a una célula de la Escuela de Comercio, donde había otras dos, pero desconocidas para mi hasta después del triunfo. Allá por el año 1957, recibí la orden de uno de los jefes en Puerto Padre, para que contactara a un compañero llamado Aníbal Ponce en la ferretería La Campana, quien debía entregarme 12 libras de pólvora negra.
“Me presenté a preguntar por Aníbal Ponce. Poco después, con el rostro desencajado, apareció mi padre a conocer quién lo solicitaba por su nombre de guerra y la sorpresa fue mayúscula, cuando le informé que el mío era Guarina. Tras explicar el propósito de mi misión, el viejo, que no salía del asombro, me dijo: ‘Pero Carlos Enrique, tú estás en esto’ y yo le respondí ‘Y usted, Carlos Manuel, no está en esto también’ De esa manera uno y otro supo que estábamos en el mismo bando, en el de los luchadores por la libertad y la justicia, por la definitiva independencia de la Patria”
En la despedida, este hombre sencillo, revolucionario a carta cabal, después de darme un abrazo al cual correspondí de todo corazón, me dijo: “No dejes de poner que estoy muy agradecido de la dirección provincial de la UPEC por las constantes invitaciones a todas sus actividades y que yo seré un miembro activo de la organización mientras viva. ¡Qué no se te olvide, hermano!”.
Lo visité en su hogar del reparto Aguilera, en la zona oeste de la ciudad de Las Tunas y confieso que viví momentos de gran emoción al escuchar la narración que, con satisfacción evidente, me contó este hombre de 76 años, corresponsal y reportero gráfico voluntario del semanario El Trabajador, iniciador de la prensa de nuevo tipo el 17 de mayo de 1963, bajo la dirección de Rosano Zamora Padín (Gallo)
“Mi profesión era dulcero, pero por ser aficionado a la fotografía, en 1962, la dirección de las Organizaciones Revolucionarias (ORI) en el municipio de Victoria de Las Tunas, me dio la tarea de integrar el grupo de Propaganda en la función de fotógrafo, razón por la cual me vinculo al naciente movimiento de corresponsales voluntarios obreros.
“En 1963 se crean las condiciones para dar vida al primer periódico de la Revolución en Las Tunas. El compañero Rosano Zamora (Gallo), secretario de la Comisión de Orientación Revolucionaria (COR) me incorporó al grupo y fue así como, desde su nacimiento, fui reportero gráfico y corresponsal de
aquella publicación que marcó una época decisiva en el periodismo de nuestro país”
Con palabras sentidas y una satisfacción muy grande reflejada en su rostro, Villamar me repasó aquellos días fundacionales y recordó la creación de la primera delegación de la UPEC, en la cual se anunció que todos los corresponsales se convertían en miembros efectivos de la naciente organización y cómo meses más tarde recibieron el carné oficial.
En la conversación le pregunté cuándo había regresado a su condición de dulcero y con una sonrisa franca me aseguró que ese oficio siempre lo ha acompañado, lo mismo que la afición por tirar fotos:
“Durante 1963 hasta mediados de 1964 estuve trabajando en los trajines de la prensa: fotoreportero, corresponsal del noticiero Vanguardia de la entonces emisora Radio Circuito (hoy Victoria), el semanario El Trabajador y el diario oriental Sierra Maestra, pero luego pasé a laborar de Maestro en la dulcería La Crema. Al fundarse ese mismo año la Empresa de la Industria Alimenticia en la entonces Región Tunas-Puerto Padre, soy ascendido a Tecnólogo de la misma.
“No me desentendí de las tareas de propaganda y seguía de corresponsal de los medios de prensa en la región y posteriormente del Territorio Tunas, a partir de 1971, cuyo primer secretario del Partido fue el Comandante Faure Chomón Mediavilla. Claro, poco a poco me fui alejando porque las tareas de mi cargo de dirección me limitaban bastante”
En su larga trayectoria revolucionaria, Carlos Villamar, combatiente de la lucha clandestina en el Movimiento 26 de Julio, fundador del Partido, los CDR y las Milicias Nacionales, siempre ha tenido presente su condición de periodista y, jamás, dejó de participar en las actividades propias de su querida UPEC, cuyo carné conservó hasta hace pocos años, cuando lo perdió fortuitamente junto con otros documentos.
Me pidió permiso, se incorporó, penetró en una de las habitaciones de la casa y regresó con dos verdaderas joyas, de un valor extraordinario: Un platón de loza alegórico al Centenario del Natalicio de nuestro José Martí, de los que se vendieron para recaudar fondos para la lucha contra Batista y un álbum de fotos de su participación en la Misión Internacionalista en Angola de enero a noviembre de 1976.
Intercambiamos decenas de anécdotas: Él narró pasajes de la guerra y yo indagué sobre los lugares donde estuvo para confrontarlos con los que visité entre octubre de 1982 y septiembre de 1983, cuando cumplí tareas de reportero y locutor en el semanario Verde Olivo en Misión Internacionalista y el Programa en Idioma Español de la Radio Nacional de Angola; ocasión en la cual tuve la posibilidad de conocer 12 provincias de aquel hermano país.
Villamar se acogió a la jubilación en 1995, cuando dirigía la actividad de producción de dulce y pan en la provincia de Las Tunas. Y desde entonces fundó una dulcería en calidad de Trabajador por cuenta propia, en la cual mantiene, junto a su esposa, hijos y demás familiares, la tradición cualitativa emanada de alrededor de seis décadas de experiencia.
En esta visita que recordaré siempre, este revolucionario sin tacha me contó una anécdota de la lucha clandestina que, por su singularidad y alta significación comparto con ustedes, queridos lectores:
“El movimiento clandestino estaba muy compartimentado. Yo pertenecía a una célula de la Escuela de Comercio, donde había otras dos, pero desconocidas para mi hasta después del triunfo. Allá por el año 1957, recibí la orden de uno de los jefes en Puerto Padre, para que contactara a un compañero llamado Aníbal Ponce en la ferretería La Campana, quien debía entregarme 12 libras de pólvora negra.
“Me presenté a preguntar por Aníbal Ponce. Poco después, con el rostro desencajado, apareció mi padre a conocer quién lo solicitaba por su nombre de guerra y la sorpresa fue mayúscula, cuando le informé que el mío era Guarina. Tras explicar el propósito de mi misión, el viejo, que no salía del asombro, me dijo: ‘Pero Carlos Enrique, tú estás en esto’ y yo le respondí ‘Y usted, Carlos Manuel, no está en esto también’ De esa manera uno y otro supo que estábamos en el mismo bando, en el de los luchadores por la libertad y la justicia, por la definitiva independencia de la Patria”
En la despedida, este hombre sencillo, revolucionario a carta cabal, después de darme un abrazo al cual correspondí de todo corazón, me dijo: “No dejes de poner que estoy muy agradecido de la dirección provincial de la UPEC por las constantes invitaciones a todas sus actividades y que yo seré un miembro activo de la organización mientras viva. ¡Qué no se te olvide, hermano!”.
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