A pesar de la constante desinformación, las mentiras, la demagogia y la prepotencia, son millones de personas las que conocen que, en este mundo caótico e impredecible, el derecho está completamente al revés, gracias a la complicidad de las organizaciones internacionales, encabezadas por las Naciones Unidas.
¿Cómo puede hablarse de derecho internacional, de esfuerzos por alcanzar el equilibrio y la paz para el planeta si el Consejo de “Seguridad” de la ONU se ha convertido en el promotor de las guerras y el saqueo de las riquezas de países con gobiernos legalmente constituidos, a favor de Estados Unidos y otras potencias aliadas?
La propia ONU ha pisoteado reiteradamente su famosa Carta, en la cual se establece, como letra muerta por supuesto, que fue creada para lograr un mundo de paz y justicia, basadas en el respeto mutuo, la solidaridad y la igualdad de derechos para todas las naciones que la integran.
El mundo tuvo una corta luna de miel con la ONU, porque en el inicio de la década del 50 del pasado siglo, la guerra de Corea marcó cuál sería el futuro de los países subdesarrollados y cómo una nueva y refinada forma de colonialismo, caracterizada por el chantaje y la fuerza, iba a mantener la hegemonía de las antiguas metrópolis, con una sola excepción, la de Estados Unidos, cuya economía se fortaleció de manera extraordinaria, gracias a la destrucción de Europa en las dos conflagraciones universales.
Las antiguas 13 colonias del Imperio Británico, pasaron a ser el país más poderoso del planeta, el cual tomó las riendas de la economía, inundó la Tierra de dólares y, a través del chantaje nuclear, puso y mantiene de rodillas a sus aliados de Europa. La existencia de la Unión Soviética y el campo socialista fue lo único capaz de garantizar la bipolaridad hasta el comienzo de los años 90 de la vigésima centuria.
Hoy, el caótico mundo unipolar hace posible que, en medio de la mayor crisis en la historia del capitalismo, Estados Unidos, endeudado hasta los tuétanos, hundido en los problemas sociales que crea la desigualdad absoluta, sobre todo entre los inmigrantes, pueda sobrevivir como parásito de la economía del resto de las potencias, plegadas a sus designios de manera lacayuna e incondicional.
Es por eso que, a los ojos del mundo, la OTAN es, en la práctica, el brazo armado de la ONU, cuyo Consejo de Seguridad (¿?) apoyó las ilegales guerras contra Iraq y Afganistán, y la más reciente en Libia, donde se violó la resolución 1973 que estableció una zona de exclusión aérea para proteger a la población civil, la cual devino una verdadera masacre de personas inocentes en apoyo a grupos opositores a un gobierno legítimo.
Francia, Inglaterra, Estados Unidos e Italia, fundamentalmente, usaron a la ONU para tratar de eliminar a un firme puntal del nacionalismo árabe como Muamar Al Gadafi, apoderarse de sus riquezas (petróleo, agua, oro) y de paso fomentaron la subversión interna en Siria, cuyo gobierno también constituye un estorbo a sus planes de conquista en el Medio Oriente.
A este paso y con total anuencia de la ONU, las naciones del Tercer Mundo, especialmente las que poseen grandes riquezas naturales, están en riesgo de ser blanco de los bárbaros de la era contemporánea, acostumbrados a pisotear las supuestas igualdad y democracia. Nada, que en este Planeta, contaminado y triste, el derecho está al revés.
¿Cómo puede hablarse de derecho internacional, de esfuerzos por alcanzar el equilibrio y la paz para el planeta si el Consejo de “Seguridad” de la ONU se ha convertido en el promotor de las guerras y el saqueo de las riquezas de países con gobiernos legalmente constituidos, a favor de Estados Unidos y otras potencias aliadas?
La propia ONU ha pisoteado reiteradamente su famosa Carta, en la cual se establece, como letra muerta por supuesto, que fue creada para lograr un mundo de paz y justicia, basadas en el respeto mutuo, la solidaridad y la igualdad de derechos para todas las naciones que la integran.
El mundo tuvo una corta luna de miel con la ONU, porque en el inicio de la década del 50 del pasado siglo, la guerra de Corea marcó cuál sería el futuro de los países subdesarrollados y cómo una nueva y refinada forma de colonialismo, caracterizada por el chantaje y la fuerza, iba a mantener la hegemonía de las antiguas metrópolis, con una sola excepción, la de Estados Unidos, cuya economía se fortaleció de manera extraordinaria, gracias a la destrucción de Europa en las dos conflagraciones universales.
Las antiguas 13 colonias del Imperio Británico, pasaron a ser el país más poderoso del planeta, el cual tomó las riendas de la economía, inundó la Tierra de dólares y, a través del chantaje nuclear, puso y mantiene de rodillas a sus aliados de Europa. La existencia de la Unión Soviética y el campo socialista fue lo único capaz de garantizar la bipolaridad hasta el comienzo de los años 90 de la vigésima centuria.
Hoy, el caótico mundo unipolar hace posible que, en medio de la mayor crisis en la historia del capitalismo, Estados Unidos, endeudado hasta los tuétanos, hundido en los problemas sociales que crea la desigualdad absoluta, sobre todo entre los inmigrantes, pueda sobrevivir como parásito de la economía del resto de las potencias, plegadas a sus designios de manera lacayuna e incondicional.
Es por eso que, a los ojos del mundo, la OTAN es, en la práctica, el brazo armado de la ONU, cuyo Consejo de Seguridad (¿?) apoyó las ilegales guerras contra Iraq y Afganistán, y la más reciente en Libia, donde se violó la resolución 1973 que estableció una zona de exclusión aérea para proteger a la población civil, la cual devino una verdadera masacre de personas inocentes en apoyo a grupos opositores a un gobierno legítimo.
Francia, Inglaterra, Estados Unidos e Italia, fundamentalmente, usaron a la ONU para tratar de eliminar a un firme puntal del nacionalismo árabe como Muamar Al Gadafi, apoderarse de sus riquezas (petróleo, agua, oro) y de paso fomentaron la subversión interna en Siria, cuyo gobierno también constituye un estorbo a sus planes de conquista en el Medio Oriente.
A este paso y con total anuencia de la ONU, las naciones del Tercer Mundo, especialmente las que poseen grandes riquezas naturales, están en riesgo de ser blanco de los bárbaros de la era contemporánea, acostumbrados a pisotear las supuestas igualdad y democracia. Nada, que en este Planeta, contaminado y triste, el derecho está al revés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario