Las Tunas, Cuba.- Fue tal la consternación, tan duro el golpe producido por la triste noticia que solo varias horas después he podido disponerme a escribir esta crónica por el fallecimiento de Hugo Chávez Frías, el amigo, el hermano, el gigantesco ser humano por el que hoy lloran, no solo los venezolanos, los latinoamericanos y caribeños, sino todos los pobres del mundo.
Sabía que el extraordinario líder bolivariano, el incansable y más representativo adalid contemporáneo en la batalla por la justicia en la Tierra, libraba una lucha tenaz contra el cáncer, ayudado por los más calificados especialistas y su fe cristiana, pero tenía, como millones de personas, la esperanza de que ganaría la partida y continuaría físicamente al frente de la cruzada contra los enemigos de la humanidad.
La noticia, ofrecida por el conmocionado vicepresidente venezolano, Nicolás Maduro, arrancó lágrimas en todos los confines del Planeta y en su Caracas querida, un pueblo entero se lanzó a las calles para rendir fervoroso tributo a quien dedicó una vida entera a defender los derechos de quienes, hasta su primer triunfo en las urnas, estuvieron excluidos por los traidores que se enriquecieron a la sombra de las transnacionales.
Y fue un verdadero mar de pueblo que se extendió a toda la geografía venezolana, una muestra de amor y de respeto, una confirmación de que en la Tierra del Libertador no habrá paso atrás, que la unidad en torno al Gabinete de Chávez y a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, no permitirá que los buitres del país y del extranjero vuelen hambrientos de recuperar sus privilegios.
Al llamado de Nicolás Maduro del respeto al dolor del pueblo venezolano, de mantener la paz, lo acompañó el despliegue de la Fuerza Armada y de la Policía Bolivarianas, con el objetivo de preservar la máxima tranquilidad en las honras fúnebres. Hugo Rafael Chávez Frías, el presidente querido, el eterno Comandante en Jefe, desapareció físicamente, pero su tropa, sus hermanos de lucha, levantarán las banderas de la independencia y la soberanía que él les entregó en aquella impactante declaración que hiciera el 8 de diciembre de 2012.
En medio del dolor infinito por el fallecimiento de Chávez, reviso mentalmente el trayecto de su joven vida, de la convicción profunda que lo llevó a forjar el espíritu bolivariano entre sus compañeros de armas, el optimismo que le hizo decir cuando el fracaso del levantamiento cívico-militar contra el gobierno entreguista de Carlos Andrés Pérez que los objetivos no se habían cumplido ‘’por ahora’’.
Su espíritu rebelde, su compromiso de seguir adelante en el empeño de concluir la obra de Bolívar, se fortaleció en los años de prisión, por lo que cambió de táctica y decidió convencer al pueblo de la necesidad de vencer al enemigo en las urnas. Su extraordinaria labor proselitista, pese a no contar con recursos económicos para la campaña, determinó la victoria por amplio margen en las elecciones presidenciales de 1998.
Desde que entró al Palacio de Miraflores por mandato popular, Hugo Chávez no tuvo un momento de descanso en la decisión de dotar al país de una nueva constitución que permitiera llevar adelante la total transformación de la sociedad venezolana, con un proyecto basado en una profunda justicia social, sin exclusiones, al cual calificó de Socialismo del Siglo 21. Con el apoyo mayoritario de sus compatriotas, resistió el intento de golpe de estado, el sabotaje a la industria petrolera y se ratificó en las urnas, una y otra vez, la última en octubre de 2012, cuando ya estaba gravemente enfermo.
La estatura política de Chávez lo convirtió no solo en el guía de su pueblo, sino en abanderado de la integración de la Patria Grande, al impulsar la creación de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, ALBA, PetroCaribe y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, al tiempo que alzó su voz en defensa de los desposeídos del mundo y en la batalla por detener la destrucción del medio ambiente.
Amigo entrañable de Cuba y de sus líderes históricos, especialmente de Fidel a quien quiso como a un padre, Chávez pidió y recibe el apoyo de miles de especialistas de nuestro país para llevar adelante la Operación Milagro que devuelve la visión a miles de venezolanos, que impulsan las misiones de Barrio Adentro en la salud, el deporte y la cultura, además de aplicar, éxitosamente, el método Yo si puedo en la eliminación del analfabetismo.
La verdadera Revolución guiada por Chávez, promueve el cambio en América Latina y el Caribe, es inspiradora de los procesos emancipadores en Bolivia, Nicaragua y Ecuador, de las posiciones de independencia económica, soberanía y justicia social en Uruguay, Argentina, Brasil, Perú y las islas del Caribe, razón suficiente para despertar el odio de los gobernantes de Estados Unidos, sus aliados de Europa y las traidoras oligarquías que pierden sus privilegios en las tierras extendidas del Río Bravo a La Patagonia.
Pero la obra de Hugo Chávez ha calado muy profundo en el corazón de Nuestra América y el mundo. Que no sueñen los enemigos con una vuelta al pasado, la unidad de los pueblos en torno a las ideas bolivarianas constituye un muro infranqueable sobre el cual cabalgará eternamente el Llanero Presidente, enarbolando las banderas de la libertad y la justicia.
Ante la conmovedora realidad de la pérdida física del Comandante de la Patria Grande, las lágrimas no se pueden controlar, pero hay que reaccionar con serenidad y firmeza para continuar su obra. Es el momento de recordar los versos de nuestro Héroe Nacional, José Martí en su poema ‘’27 de Noviembre’’ tras el injusto fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina cubanos en 1871: ‘’Cuando se muere en brazos de la Patria agradecida, la muerte acaba, la prisión se rompe, comienza al fin con el morir la vida’’
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