jueves, agosto 15, 2013

Organización caribeña de béisbol no se gobierna



Es lamentable, pero cierto: La organización que dirige el béisbol en El Caribe no es autónoma, no se gobierna. Después que su presidente, el dominicano José Joaquín Pueyo anunció hace prácticamente unos días que se había aprobado el reingreso de Cuba a la principal competencia de esta área, ahora resulta que se debe esperar por la autorización de Estados Unidos. De nuevo la incertidumbre.
Cuando se informó del reingreso hubo alegría entre todos los amantes del béisbol en El Caribe y toda América Latina, especialmente en Cuba, donde la afición ansiaba volver a tener una representación en la lid de los campeones nacionales de esta parte del mundo. Como se conoce, la Mayor de Las Antillas fue fundadora y principal animadora de estos clásicos, los cuales dominó hasta que fue expulsada tras la eliminación del profesionalismo aquí en febrero de 1961.
La decisión de aislar a Cuba fue parte de las medidas comprendidas en el criminal bloqueo económico, comercial y financiero que Estados Unidos impuso al pueblo cubano hace más de medio siglo, con la intención de rendirlo por hambre y enfermedades, rechazado cada año por la comunidad internacional en la Asamblea General de la ONU, por lo que el prepotente vecino es el que, en la práctica, está aislado.
Como se puede apreciar, la Confederación de Béisbol de El Caribe, que acordó la presencia del campeón cubano Villa Clara, en la edición de febrero de 2014 en Isla Margarita, Venezuela, no puede confirmarla porque la MLB debe recibir el permiso del gobierno de Estados Unidos para autorizar a los jugadores de sus equipos a participar en representación de las novenas de sus respectivas Patrias.
¿Por qué sucede esto? Porque si Cuba juega en la Serie de El Caribe, viola los preceptos establecidos en la política de bloqueo y, al parecer, los magnates de la MLB  “temen que sus hombres-shows se contaminen al enfrentar a los peloteros aficionados”, como si la calidad fuera patrimonio absoluto de los atletas rentados. Hay sobrados ejemplos de que son muchos los chicos de aquí con más talento que quienes reciben millones por su desempeño en la llamada Gran Carpa.
Otra vez Cuba tiene que esperar por el odio y la prepotencia, pero aquí está nuestro béisbol, el mismo que lidera el ranking de la Federación Internacional (IBAF), que ha ganado títulos planetarios y olímpicos frente a aficionados y profesionales, y que alcanzó un subcampeonato inexplicable para sus enemigos en el I Clásico Mundial (2006) En todos estos años, la Serie de El Caribe no ha contado con una parte considerable de lo mejor de la pelota en el área. Es una lástima que los aficionados se sigan perdiendo un espectáculo superior.
Es doloroso para los que amamos el béisbol tener que admitir la dura realidad de la sumisión a los designios del dueño de este espectáculo en el mundo. No hay dudas que, desde la romántica cruzada de los millonarios hermanos Pasquel, de México, nada ni nadie ha podido enfrentar a la poderosa maquinaria de propaganda y comercialización que constituyen las Grandes Ligas de Estados Unidos. En la pelota, ellos tienen la última palabra.
Pero esta bochornosa realidad debe decirse, sin miedo, con decisión, mediante argumentos irrebatibles y preguntarles a aquellos que, en algún momento fueron cómplices en acusar a Cuba de mezclar la política con el deporte, ¿qué cosa es esto? Cerrar los ojos y callarse la boca ante tan colosal injusticia, es un crimen.

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