Todavía no me recupero del golpe sicológico que sufrí en la primera presentación
del equipo de España en esta final de la Copa del Mundo de Fútbol, que tiene
por sede a estadios de Brasil. No es para menos, porque ni a un demente se le
hubiera ocurrido pronosticar semejante goleada en contra del cuadro ganador de
la corona hace cuatro años atrás en Sudáfrica.
Y es que en un partido de cualquier deporte siempre habrá un ganador, pero
no se trata de caer, sino de cómo se cae. Un encuentro Holanda-España levanta
muchas expectativas, máxime cuando fueron los finalistas en la cita de 2010,
pero en todos los confines se esperaba paridad en las acciones, pocos goles y
una confirmación del favoritismo de uno y otro en la pugna por entrar a la
fiesta en el gigante sudamericano.
Después de su victoria en la última Eurocopa, la maquinaria de Vicente del
Bosque reafirmó su condición de aspirante a retener la corona en Brasil, aunque
las dudas aparecieron en los especialistas y los aficionados ante la
estrepitosa derrota de los ibéricos en la Copa Confederación, celebrada en
muchos de los estadios que hoy acogen los partidos del extraordinario evento
que convierte a la Tierra en un balón de fútbol.
A pesar de estas realidades previas, la mayoría de las personas en todo el
Planeta incluimos a España, no por gusto el campeón defensor, como aspirante de
fuerza a marchar hasta semifinales y, en mi caso, lo consideré lógico
finalista, presumiblemente frente al poderoso Brasil, aupado por su condición
de local.
Pero, con toda sinceridad, la absoluta impotencia de España frente a
Holanda en su debut de Brasil, es inconcebible y hace pensar en la posibilidad
de que los campeones no puedan pasar de la primera fase. Y no porque perdieran
en su estreno, algo que le sucedió frente a Suiza hace cuatro años, sino porque
los jugadores de Del Bosque parecieron principiantes, carentes de ideas,
disminuidos físicamente, inermes ante un rival que sí mostró tal capacidad
integral que, desde ya, es candidato a dar la batalla final.
El once español dominante, dueño de la cancha en general y del medio campo
en particular, parece que no viajó a Brasil. Grandes conductores como Xavi
Hernández y Andrés Iniesta estuvieron desaparecidos y defensores de la calidad
probada de Gerard Piqué y Sergio Ramos, fueron humillados por una delantera
que, encabezada por Alien Roben, campeó por su respeto para literalmente
bombardear la cabaña custodiada por un Iker Casillas absolutamente perdido.
Nadie se explica lo que pasó, pero lo cierto es que después de unos 20
minutos de juego y ya con ventaja de 1-0 por el gol de penal anotado por Xavi
Alonso, España se apagó. Llegó el empate de los tulipanes y los aguaceros de
lluvia y goles en el período complementario.
Triste episodio para uno de los grandes equipos en la historia del fútbol,
cuyos integrantes, sin embargo, parecía que calzaban zapatillas con plantillas
de plomo. Es cierto que no está eliminado, ha sufrido una derrota, pero pase lo
que pase, pienso que nunca un campeón puede perder así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario