Después de medio siglo
El Granma navega victorioso
Hace 50 años, apenas unas horas antes de partir del puerto veracruzano de Tuxpan, en México; Fidel que llevaba varios días sin apenas dormir y alimentarse, ardiendo de la fiebre por la gripe, con los bronquios inflamados, dijo: “si salgo, llego; si llego, entro; si entro triunfo.”
Antes, con esa decisión de lucha que siempre lo ha caracterizado, había manifestado que, en 1956, él y sus compañeros serían libres o mártires. Hoy, con el optimismo y la fe en la victoria de siempre, nuestro Comandante en Jefe mantiene el rumbo y con una tripulación de 11 millones de cubanos, el Granma navega a toda máquina, su proa rompe las tinieblas de la injusticia para llevar la luz de la esperanza a los desposeídos del mundo.
El presente de Cuba y de otros pueblos se alza como prueba fehaciente de que el combate de tantos años no ha sido en vano. La continuidad de la Revolución es la reafirmación de la fidelidad a las raíces de libertad e independencia, a la decisión de Carlos Manuel de Céspedes aquel 10 de octubre de 1868 en el ingenio La Demajagua.
El Padre de la Patria tuvo su revés inicial en Yara, para después reponerse y continuar la guerra contra el coloniaje español; Fidel al frente de la expedición del “Granma”, sufrió el tropiezo de Alegría de Pío, a unos kilómetros de la zona del desembarco; pero cuando los sobrevivientes lograron reunirse en Cinco Palmas; repitió lo que casi un siglo antes había dicho Céspedes: “Bastan 12 hombres para lograr la libertad de Cuba”.
En abril de 1895, un pequeño bote de remos arribó a Playitas de Cajobabo, en las costas de la actual provincia de Guantánamo. José Martí cumplía su sueño de combatir por la independencia de Cuba, de involucrarse en la Guerra Necesaria; el 2 de diciembre de 1956, Fidel llegaba al frente de sus compañeros con la disposición de cumplir el legado martiano de construir una Patria con todos y para el bien de todos.
Ha pasado medio siglo del comienzo de la etapa final en la lucha por la independencia de Cuba y Fidel que siente hoy, el reconocimiento internacional y, sobre todo de su pueblo, por su 80 cumpleaños, ha sido fiel a su compromiso con la Patria, con la Revolución y con la causa de los explotados del mundo, porque ser internacionalistas es saldar nuestra propia deuda con la humanidad.
En 50 años, el guía indiscutido de la Revolución, ha conducido a su pueblo victoriosamente en las batallas contra “el norte revuelto y brutal que nos desprecia”; el mismo que se estrelló y se estrellará una y otra vez contra el muro invencible de un pueblo digno que enarbola la honda de David, sin temer a la furia de Goliat.
Pasó mucho tiempo, los peligros se mantienen; las amenazas crecen, pero Fidel sigue firme junto a su pueblo, no lo abandona, como no dejó a su suerte al expedicionario Roberto Roque cuando cayó al agua, aunque hubiera que retrasar en dos horas y media la travesía del “Granma” hacia las costas de Oriente.
La revolución es el pueblo, sus hombres y mujeres; niños y ancianos. Por eso la batalla de todos por el regreso de Elián, secuestrado por los mafiosos de Miami y la que libramos hoy para conseguir que, más temprano que tarde, nuestros cinco héroes antiterroristas tengan que ser liberados y reciban el abrazo de su pueblo en suelo patrio.
Es por eso que, medio siglo después del desembarco del “Granma”, la decisión del pueblo es la misma. La unidad de los cubanos alrededor de Fidel y del Partido es un valladar inexpugnable frente a las trasnochadas intenciones de los enemigos de la humanidad.
Hoy, los imperialistas y sus lacayos se revuelven en su cubil. No es para menos, porque de manera simbólica otros barcos navegan junto al “Granma”; provienen de Venezuela, de Bolivia, de Nicaragua, de Argentina, de Brasil, de Ecuador… Es una armada cargada de libertad y de justicia. América amanece cuando justamente, hace medio siglo, el yate redentor comenzó a vencer la oscuridad con su proa victoriosa.
El Granma navega victorioso
Hace 50 años, apenas unas horas antes de partir del puerto veracruzano de Tuxpan, en México; Fidel que llevaba varios días sin apenas dormir y alimentarse, ardiendo de la fiebre por la gripe, con los bronquios inflamados, dijo: “si salgo, llego; si llego, entro; si entro triunfo.”
Antes, con esa decisión de lucha que siempre lo ha caracterizado, había manifestado que, en 1956, él y sus compañeros serían libres o mártires. Hoy, con el optimismo y la fe en la victoria de siempre, nuestro Comandante en Jefe mantiene el rumbo y con una tripulación de 11 millones de cubanos, el Granma navega a toda máquina, su proa rompe las tinieblas de la injusticia para llevar la luz de la esperanza a los desposeídos del mundo.
El presente de Cuba y de otros pueblos se alza como prueba fehaciente de que el combate de tantos años no ha sido en vano. La continuidad de la Revolución es la reafirmación de la fidelidad a las raíces de libertad e independencia, a la decisión de Carlos Manuel de Céspedes aquel 10 de octubre de 1868 en el ingenio La Demajagua.
El Padre de la Patria tuvo su revés inicial en Yara, para después reponerse y continuar la guerra contra el coloniaje español; Fidel al frente de la expedición del “Granma”, sufrió el tropiezo de Alegría de Pío, a unos kilómetros de la zona del desembarco; pero cuando los sobrevivientes lograron reunirse en Cinco Palmas; repitió lo que casi un siglo antes había dicho Céspedes: “Bastan 12 hombres para lograr la libertad de Cuba”.
En abril de 1895, un pequeño bote de remos arribó a Playitas de Cajobabo, en las costas de la actual provincia de Guantánamo. José Martí cumplía su sueño de combatir por la independencia de Cuba, de involucrarse en la Guerra Necesaria; el 2 de diciembre de 1956, Fidel llegaba al frente de sus compañeros con la disposición de cumplir el legado martiano de construir una Patria con todos y para el bien de todos.
Ha pasado medio siglo del comienzo de la etapa final en la lucha por la independencia de Cuba y Fidel que siente hoy, el reconocimiento internacional y, sobre todo de su pueblo, por su 80 cumpleaños, ha sido fiel a su compromiso con la Patria, con la Revolución y con la causa de los explotados del mundo, porque ser internacionalistas es saldar nuestra propia deuda con la humanidad.
En 50 años, el guía indiscutido de la Revolución, ha conducido a su pueblo victoriosamente en las batallas contra “el norte revuelto y brutal que nos desprecia”; el mismo que se estrelló y se estrellará una y otra vez contra el muro invencible de un pueblo digno que enarbola la honda de David, sin temer a la furia de Goliat.
Pasó mucho tiempo, los peligros se mantienen; las amenazas crecen, pero Fidel sigue firme junto a su pueblo, no lo abandona, como no dejó a su suerte al expedicionario Roberto Roque cuando cayó al agua, aunque hubiera que retrasar en dos horas y media la travesía del “Granma” hacia las costas de Oriente.
La revolución es el pueblo, sus hombres y mujeres; niños y ancianos. Por eso la batalla de todos por el regreso de Elián, secuestrado por los mafiosos de Miami y la que libramos hoy para conseguir que, más temprano que tarde, nuestros cinco héroes antiterroristas tengan que ser liberados y reciban el abrazo de su pueblo en suelo patrio.
Es por eso que, medio siglo después del desembarco del “Granma”, la decisión del pueblo es la misma. La unidad de los cubanos alrededor de Fidel y del Partido es un valladar inexpugnable frente a las trasnochadas intenciones de los enemigos de la humanidad.
Hoy, los imperialistas y sus lacayos se revuelven en su cubil. No es para menos, porque de manera simbólica otros barcos navegan junto al “Granma”; provienen de Venezuela, de Bolivia, de Nicaragua, de Argentina, de Brasil, de Ecuador… Es una armada cargada de libertad y de justicia. América amanece cuando justamente, hace medio siglo, el yate redentor comenzó a vencer la oscuridad con su proa victoriosa.
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