Este domingo 30 de septiembre, Día de San Jerónimo, el santo patrono de la ciudad de Las Tunas, tuve el privilegio de compartir con mi familia el cumpleaños número 89 de mi querida madre, Fe Esperanza Cruz Utra, quien estuvo radiante pese a sus serios problemas de salud, incluida su ceguera de alrededor de nueve años, provocada por una diabetes que la acompaña desde 1959.
Prácticamente postrada, mi vieja supo recibir con el cariño de siempre a sus seis hijos, a varios de sus hermanos, sobrinos, nietos y biznietos, con quienes celebró en grande, porque hasta fue capaz de entonar canciones de su época, las mismas que interpretó en sus años mozos junto a su esposo, mi padre Juan Batista, fallecido hace ya 28 años.
Dos de los hermanos que no estuvieron presentes, Francisco que debió regresar a su hogar de La Habana por una repentina indisposición y Juana, quien tiene serios problemas en sus rodillas que le impiden caminar, conversaron con mami a través de la vía telefónica para desearle felicidades en su onomástico.
Familiares y vecinos presentes le cantaron las mañanitas y el tradicional Felicidades antes de cortarse el pastel, especialmente elaborado por Alina Ruz, una de sus sobrinas, una verdadera especialista en el arte de la repostería. Fue una jornada maravillosa que sirvió para levantar el ánimo de mi querida vieja enferma.
Pero lo más significativo de esta fiesta es que se extendió hasta la República Argentina: Mi hijo, Norge Batista en medio de un concierto en la ciudad de Córdova, anunció al público que este domingo 30 de septiembre tenía para él una significación especial por lo que quería dedicarlo a su abuelita enferma que estaba de cumpleaños.
Entonces, Norge informó que hace alrededor de nueve años, cuando su abuelita perdió la visión, su padre le dedicó unos versos que se titulan La luz de tus ojos, a los cuales puso música. De inmediato interpretó la canción y tras la ovación, el público todo formó un gran coro que le regaló a mi madre un emocionado Felicidades.
Es así como mi querido primogénito le ofreció un regalo extraordinario a su abuelita y propició que cientos de amigos argentinos compartieran sus sentimientos desde miles de kilómetros, en una hermosa manifestación de solidaridad.
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