Eterno mensajero de la libertad
La vida es apenas un instante en el eterno andar del tiempo, la mayoría de
los seres humanos pasan inadvertidos, pero los grandes, los excepcionales,
siempre estarán presentes, vivos por su ejemplo y la continuidad de su
pensamiento. Los buenos no mueren y, por eso tú, querido Comandante Hugo Chávez
Frías, eres el insustituible guía de los pobres del mundo, su adalid de la
libertad y la justicia.
Hace apenas un año cerraste los ojos para siempre y lo hiciste allí en la
Venezuela de tus amores, cerca de Bolívar, de tu pueblo que derramó tantas
lágrimas como las aguas que puedan arrastrar el Amazonas, el Orinoco o el
Arauca, acompañado de sus hermanos de la América de José Martí, quienes
comparten desde las guerras contra la monarquía española, los sueños de
independencia y libertad plenas.
¿Qué significa un año en el paso interminable del tiempo? Los que
absolutizan dicen que nada, aquellos que afirman que todo es relativo, afirman
que poco. Quienes creemos en la
inmortalidad de las ideas y en lo imperecedero de los ejemplos de amor por la
vida y por la justicia, no es mucho, ni poco, porque sencillamente tú no has
muerto, Hugo Chávez, porque al decir de Martí, la muerte no existe cuando se ha
cumplido bien la obra de la vida.
En mi corazón, como en el de todos los cubanos, estás en tu condición de
mejor amigo de Cuba y de hijo de Fidel, de un padre que te quiere
entrañablemente y te reconoce como el guía indiscutible en el despertar de
América por hacer realidad los sueños de los Libertadores, aplazados por la
voracidad insaciable del capitalismo que se debate en una cada vez más profunda
crisis.
De ti, Comandante de América, siempre se hablará en presente. Recuerdo que
en uno de tus últimos discursos, en el Palacio de Miraflores le comentaste a
decenas de miles de compatriotas tu convencimiento de que cuando uno muere no
se va, se queda por ahí dando vueltas. Y ahí estás, junto a tu hijo, Nicolás
Maduro, a tus muchachos del gobierno bolivariano, codo a codo con la gente
humilde, para derrotar, como ocurrió en aquel abril glorioso, a los que quieren
robarles a los venezolanos su libertad, su independencia, su derecho a la vida.
No importa cuándo una terrible enfermedad nos privó de tu presencia física,
Comandante. Lo cierto es que tus hermanos de la América Nuestra y los pobres de
todo el mundo sienten que tú sigues en la primera trinchera, firme, de pie y
con el pecho descubierto, sin temer a las balas y las cobardes traiciones de
quienes, envueltos en el manto de la muerte, pretenden impedir que florezca la
vida.
Que rabien los enemigos ante tu presencia eterna. Te temen, Comandante, y
tienen razones para ello, porque eres la fuerza invencible de millones de seres
humanos que exigen justicia y paz. Marcha al galope de tu brioso corcel por las
cúspides sublimes de Los Andes, espada en ristre junto a Bolívar y todos los
próceres americanos, no te detengas, hay un mundo que te seguirá por lo que
eres, un eterno mensajero de la libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario