OVencieron 7 X 2 en el séptimo juego
de la gran final a los combativos y ejemplares Piratas.
Las Tunas, Cuba.- En el partido final y con el mayor margen de ventaja en
el último tramo de la Serie número 54, los Tigres de Ciego de Ávila lograron
doblegar la férrea voluntad de los Piratas que, justo es decirlo aunque parezca
repetitivo, supieron “caer con las botas puestas” y sus “armas en ristre” para
legar un ejemplo imperecedero de disciplina, entrega colectiva, amor a la
camiseta y respeto infinito a su afición y a la de todo el país.
En un extraordinario alarde de lo que pueden hacer los hombres cuando se lo
proponen, echando por tierra todos los pronósticos posibles, domando Leones y
arrancando el pellejo a los Cocodrilos, los muchachos de José Luis Rodríguez
Pantoja fueron víctimas de sus carencias en el momento de la verdad, sin dejar
de reconocer la extraordinaria calidad de unos Tigres que supieron alcanzar su objetivo para ratificarse como el mejor
equipo de la segunda etapa de la fase clasificatoria y de la postemporada.
Otra vez el derecho Yánder Guevara, un exjugador de cuadro que encontró en
el box su verdadera vocación dentro del béisbol, superó al experimentado refuerzo
tunero, Yoalkis Cruz, quien volvió a trabajar bien, pero sin fortuna, porque
sus compañeros fallaron a la defensa y produjeron poco y sin oportunidad con el
madero en la mano. Y en esta ocasión, el bulpén que había sido su paño de
lágrimas no estuvo efectivo.
Por cierto que Yánder Guevara, en mi opinión el más valioso de un colectivo
en el que todos aportaron según ratificó su mentor Róger Machado, también fue
el abridor del choque que significó la primera corona alcanzada por los Tigres, en la contienda 51 frente a Industriales,
ante un igualmente abarrotado estadio José Ramón Cepero, aunque aquella vez no
recibió el crédito de la victoria.
En el séptimo partido, efectuado este sábado en medio de una expectación
que involucró a toda la nación, los Tigres arrancaron con dos anotaciones en la
propia entrada de apertura, agregaron otra en el tercero, dos en el sexto e
igual número en el séptimo para acabar con las esperanzas de sus dignos rivales
piratas.
Las únicas anotaciones de la tropa representante de la segunda ínsula del
archipiélago cubano, fueron marcadas en el principio del sexto, cuando se
pegaron a una de los Tigres (2 X 3) tras lo cual recibieron la contundente
respuesta de la novena local.
La felicitación para los nuevos reyes de la pelota cubana, un equipo que
supo aprovechar todas sus posibilidades, que recibió un gran apoyo de sus
refuerzos, especialmente los procedentes de la provincia de Villa Clara y que
tuvo la paciencia de comportarse de menos a más, para cerrar a todo tren, con un
juego integral envidiable, digno de un legítimo campeón.
A los Piratas el reconocimiento más sincero por habernos enseñado a todos
los amantes del béisbol que, cuando se pone todo el empeño, no hay enemigos
pequeños, que son los hombres sobre el terreno y no los nombres o la historia,
los que determinan los resultados en el deporte y, especialmente en el béisbol.
Está confirmado por un conjunto que, desde mi punto de vista, siempre fue
creíble aunque no lo favorecieran los consabidos pronósticos. En este caso
también enarbolo el criterio de que el quehacer de los Piratas debe servirnos
de lección para seguir mejorando la calidad de nuestra pasión nacional.
El juego colectivo que, igualmente, fue vital en el desempeño de los nuevos
soberanos de nuestro béisbol, demostró cómo todos los integrantes pueden
aportar a la causa que defienden. Es cierto que hombres como Yánder Guevara,
Yunier Cano, Osvaldo Vázquez, José Adolis García y los villaclareños Yeniet
Pérez y Ariel Borrero, llevaron la voz cantante, pero es indiscutible que la
acción concertada fue la clave del éxito.
Los Piratas están en el camino correcto y fíjense si es así, que fueron
capaces de ceder solo sobre la misma raya de sentencia, pese a que no les
funcionaron sus pítchers abridores y debieron apoyarse en sus relevistas
intermedios y, fundamentalmente en los brazos de sus cerradores Héctor Mendoza
y Danny Aguilera.
Ah, pero de los reveses se sacan experiencias y seguro que, ahora, los
entrenadores de la Isla de la Juventud harán énfasis en sus carencias: los
serios problemas técnico-tácticos en el corrido de las bases, en la falta de
serenidad en el cajón de bateo, en la ejecución de los toques de bola, en
cuidar más la defensa y especialmente en los lances definitorios, esos que
determinan la victoria o la derrota.
En la novena de la Isla, como en ninguna otra, el quehacer colectivo
permitió una actuación para la historia, pero sería injusto no resaltar en esa
verdadera familia, el desempeño de lanzadores como Héctor Mendoza, Danny
Aguilera, Yoalkis Cruz, Luis Manuel Suárez y el zurdo Javier Vázquez, los
jugadores de cuadro Michel Enríquez, Luis Felipe Rivera, Dainier Gálvez y el
novato Alfredo Rodríguez, del receptor Luis Abel Castro y los jardineros Julio
Pablo Martínez y Jorge Luis Barcelán, además del designado Rigoberto Gómez.
Terminó uno de los mejores campeonatos de la pelota revolucionaria y no me
cabe la menor duda de que Ciego de Ávila, con
seis o siete verdaderos refuerzos, basados en el resultado y la forma de
los hombres, no de los nombres, será capaz de luchar por la corona en la Serie
del Caribe, prevista para ser organizada por la hermana República Dominicana en
febrero de 2016.
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