El falso caso de espionaje de cinco cubanos antiterroristas presos injustamente en los Estados Unidos
El Ministerio Público de los Estados Unidos ha persistido en calificar de espías a los cinco luchadores antiterroristas cubanos encarcelados desde el 12 de septiembre de 1998, pero el poder mediático como el amañado proceso judicial en su contra, carece de argumentos para esa imputación y no le ha quedado otra alternativa que repetir indebidamente la palabra: espías. Todo proceso judicial requiere de pruebas y la Fiscalía de los Estados Unidos no ha podido presentar ni siquiera una evidencia de que los cinco héroes cubanos acopiaron o tuvieron en sus planes acopiar información especialmente protegida por el Estado por razones de seguridad nacional. La Fiscalía sin embargo ha acudido a maniobras impropias de una institución pública como las de extraer frases aisladas de los mensajes enviados a Cuba por los supuestos espías a fuerza de que fuera de contexto se interpreten como un reflejo de acciones de espionaje ¡Qué debilidad! La verdad es que las pruebas practicadas desde la vista celebrada en Miami desmienten la imputación de la condición de espías de los cinco antiterroristas cubanos encarcelados. Basta con citar la declaración en calidad de testigos de dos altos oficiales con un historial de servicio en las Fuerzas Armadas Norteamericanas y en las instituciones de inteligencia de ese país.Nadie ha podido desmentir al General de división Edgard Breed Atkeson y al Teniente General James R. Clapper Jr en sus declaraciones en el juicio en la que sostuvieron que los cinco cubanos solamente obtuvieron una información pública. Similar pronunciamiento hicieron otros altos oficiales y funcionarios también estadounidenses.
Se trata por otra parte de un reconocimiento de que los grupos terroristas que preparan en Estados Unidos acciones contra Cuba no tienen ninguna discreción. Se sienten tolerados. Es para ellos una garantía que las autoridades norteamericanas se hayan encargado de elevar al rango de ciudadanos honorables a sus paradigmas, es decir, a los criminales internaciones Orlando Bosh y Luís Posada Carriles.
Los terroristas han hecho una buena lectura de la impunidad. Para conocer sus acciones no es necesario penetrar áreas sensibles donde se protege información, no hay que ser espía. Los cinco cubanos sacaban sus conclusiones de la publicidad de los actos de esa maquinaria de terror que funcionan en Estados Unidos contra la isla caribeña.
No se justifica entonces que se invoque como aplicable el artículo 794 del Código Penal de los Estados Unidos para condenar a cadena perpetua a Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Gerardo Hernández.
Las acciones de los luchadores antiterroristas cubanos no tipifican el delito que describe ese precepto, pero el poder mediático puja por convertirse en fuente de derecho repitiendo una falsedad: espías. ¡Oh Goebbels, qué pequeño te ves ante tus émulos!
(Tomado de 26 digital, Las Tunas, Cuba)
El Ministerio Público de los Estados Unidos ha persistido en calificar de espías a los cinco luchadores antiterroristas cubanos encarcelados desde el 12 de septiembre de 1998, pero el poder mediático como el amañado proceso judicial en su contra, carece de argumentos para esa imputación y no le ha quedado otra alternativa que repetir indebidamente la palabra: espías. Todo proceso judicial requiere de pruebas y la Fiscalía de los Estados Unidos no ha podido presentar ni siquiera una evidencia de que los cinco héroes cubanos acopiaron o tuvieron en sus planes acopiar información especialmente protegida por el Estado por razones de seguridad nacional. La Fiscalía sin embargo ha acudido a maniobras impropias de una institución pública como las de extraer frases aisladas de los mensajes enviados a Cuba por los supuestos espías a fuerza de que fuera de contexto se interpreten como un reflejo de acciones de espionaje ¡Qué debilidad! La verdad es que las pruebas practicadas desde la vista celebrada en Miami desmienten la imputación de la condición de espías de los cinco antiterroristas cubanos encarcelados. Basta con citar la declaración en calidad de testigos de dos altos oficiales con un historial de servicio en las Fuerzas Armadas Norteamericanas y en las instituciones de inteligencia de ese país.Nadie ha podido desmentir al General de división Edgard Breed Atkeson y al Teniente General James R. Clapper Jr en sus declaraciones en el juicio en la que sostuvieron que los cinco cubanos solamente obtuvieron una información pública. Similar pronunciamiento hicieron otros altos oficiales y funcionarios también estadounidenses.
Se trata por otra parte de un reconocimiento de que los grupos terroristas que preparan en Estados Unidos acciones contra Cuba no tienen ninguna discreción. Se sienten tolerados. Es para ellos una garantía que las autoridades norteamericanas se hayan encargado de elevar al rango de ciudadanos honorables a sus paradigmas, es decir, a los criminales internaciones Orlando Bosh y Luís Posada Carriles.
Los terroristas han hecho una buena lectura de la impunidad. Para conocer sus acciones no es necesario penetrar áreas sensibles donde se protege información, no hay que ser espía. Los cinco cubanos sacaban sus conclusiones de la publicidad de los actos de esa maquinaria de terror que funcionan en Estados Unidos contra la isla caribeña.
No se justifica entonces que se invoque como aplicable el artículo 794 del Código Penal de los Estados Unidos para condenar a cadena perpetua a Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Gerardo Hernández.
Las acciones de los luchadores antiterroristas cubanos no tipifican el delito que describe ese precepto, pero el poder mediático puja por convertirse en fuente de derecho repitiendo una falsedad: espías. ¡Oh Goebbels, qué pequeño te ves ante tus émulos!
(Tomado de 26 digital, Las Tunas, Cuba)
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