Juegos Panamericanos de Río-2007
Otra victoria del deporte revolucionario
Con la bella ceremonia de clausura efectuada en el majestuoso estadio Maracaná, cayeron las imaginarias cortinas de una cita que cumplió las expectativas y en la cual se hizo realidad una victoria más del deporte revolucionario, ese libre de mercantilismo y de sucias transacciones, el que representa la esencia del verdadero ideal olímpico.
La fiesta de la bellísima ciudad balneario, escoltada por el imponente Cristo del Corcovado, constituyó una reafirmación de la hermandad entre los pueblos de América, cuyos representantes protagonizaron una fraternal puja por la gloria deportiva y mostraron toda la potencialidad de esta parte del mundo, un preludio de lo mucho que pueden aportar al éxito cualitativo de los Juegos Olímpicos de Beijing, China, el año próximo.
Cuba, principal abanderada del deporte del tercer mundo, fue protagonista de lujo, no solo por mantener su segunda posición detrás de Estados Unidos, potencia número uno en el mundo; sino porque el aporte desinteresado de técnicos en los diferentes países de Nuestra América, permitió a varias delegaciones hermanas alcanzar resultados superiores.
A pesar de las innúmeras dificultades, frente al robo descarado de los talentos forjados con grandes sacrificios, la delegación tricolor de la Mayor de las Antillas conquistó 59 medallas de oro, 35 de plata y 41 de bronce, para dejar con las ganas a los anfitriones brasileños que, ni con su mejor actuación histórica en estas citas, pudo desalojarla de la posición que mantiene desde la edición de Cali, Colombia, en 1971.
A partir de aquel resultado histórico, las delegaciones cubanas solo dejaron de ser segundas en los Juegos de La Habana-1991, ocasión en que los deportistas revolucionarios asombraron al mundo, cuando arrebataron la supremacía a los poderosos vecinos del norte con la suma de ¡140 medallas de oro!
En esta fiesta deportiva continental quedó ratificado, además, que ya los atletas de Estados Unidos no pueden aplastar a sus vecinos del sur, que mantienen el primer lugar por su poderío económico y científico-técnico, pero cada año que pasa es menor la diferencia, la cual se reducirá aún más en la misma medida en que avance la integración, la unidad de los pueblos mediante proyectos liberadores como la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA)
Los Juegos de Río, ya son historia; pero los cubanos siempre tendremos presente la hidalguía, el patriotismo, el coraje que derrocharon nuestros atletas. Pusieron alma, corazón y vida en cada acción, por lo que aquellos que no pudieron conseguir una medalla, igualmente tienen el homenaje y el reconocimiento de su pueblo todo.
Para los anfitriones cariocas, la felicitación por la hospitalidad y el cariño que entregaron a sus huéspedes, especialmente a los cubanos y por las maravillosas instalaciones, bellas y funcionales, las cuales están listas para que, cuando se haga justicia a los países menos desarrollados, acoger unos Juegos Olímpicos.
El aplauso para los aguerridos deportistas del gigante sudamericano que les regalaron a su pueblo, momentos de extraordinaria alegría y satisfacción, desde la primera hasta la última jornada de competencia.
Ahora corresponde a todos seguir la preparación para buscar un resultado sobresaliente en la cita olímpica de Beijing, de la cual nos separa apenas un año. Y trabajar juntos todos los países de Nuestra América para el siguiente abrazo en Guadalajara, México, en el 2011.
Otra victoria del deporte revolucionario
Con la bella ceremonia de clausura efectuada en el majestuoso estadio Maracaná, cayeron las imaginarias cortinas de una cita que cumplió las expectativas y en la cual se hizo realidad una victoria más del deporte revolucionario, ese libre de mercantilismo y de sucias transacciones, el que representa la esencia del verdadero ideal olímpico.
La fiesta de la bellísima ciudad balneario, escoltada por el imponente Cristo del Corcovado, constituyó una reafirmación de la hermandad entre los pueblos de América, cuyos representantes protagonizaron una fraternal puja por la gloria deportiva y mostraron toda la potencialidad de esta parte del mundo, un preludio de lo mucho que pueden aportar al éxito cualitativo de los Juegos Olímpicos de Beijing, China, el año próximo.
Cuba, principal abanderada del deporte del tercer mundo, fue protagonista de lujo, no solo por mantener su segunda posición detrás de Estados Unidos, potencia número uno en el mundo; sino porque el aporte desinteresado de técnicos en los diferentes países de Nuestra América, permitió a varias delegaciones hermanas alcanzar resultados superiores.
A pesar de las innúmeras dificultades, frente al robo descarado de los talentos forjados con grandes sacrificios, la delegación tricolor de la Mayor de las Antillas conquistó 59 medallas de oro, 35 de plata y 41 de bronce, para dejar con las ganas a los anfitriones brasileños que, ni con su mejor actuación histórica en estas citas, pudo desalojarla de la posición que mantiene desde la edición de Cali, Colombia, en 1971.
A partir de aquel resultado histórico, las delegaciones cubanas solo dejaron de ser segundas en los Juegos de La Habana-1991, ocasión en que los deportistas revolucionarios asombraron al mundo, cuando arrebataron la supremacía a los poderosos vecinos del norte con la suma de ¡140 medallas de oro!
En esta fiesta deportiva continental quedó ratificado, además, que ya los atletas de Estados Unidos no pueden aplastar a sus vecinos del sur, que mantienen el primer lugar por su poderío económico y científico-técnico, pero cada año que pasa es menor la diferencia, la cual se reducirá aún más en la misma medida en que avance la integración, la unidad de los pueblos mediante proyectos liberadores como la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA)
Los Juegos de Río, ya son historia; pero los cubanos siempre tendremos presente la hidalguía, el patriotismo, el coraje que derrocharon nuestros atletas. Pusieron alma, corazón y vida en cada acción, por lo que aquellos que no pudieron conseguir una medalla, igualmente tienen el homenaje y el reconocimiento de su pueblo todo.
Para los anfitriones cariocas, la felicitación por la hospitalidad y el cariño que entregaron a sus huéspedes, especialmente a los cubanos y por las maravillosas instalaciones, bellas y funcionales, las cuales están listas para que, cuando se haga justicia a los países menos desarrollados, acoger unos Juegos Olímpicos.
El aplauso para los aguerridos deportistas del gigante sudamericano que les regalaron a su pueblo, momentos de extraordinaria alegría y satisfacción, desde la primera hasta la última jornada de competencia.
Ahora corresponde a todos seguir la preparación para buscar un resultado sobresaliente en la cita olímpica de Beijing, de la cual nos separa apenas un año. Y trabajar juntos todos los países de Nuestra América para el siguiente abrazo en Guadalajara, México, en el 2011.
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