El béisbol en esta oriental provincia cubana es pasión. Hoy por hoy, es muy difícil que exista otra plaza en el país donde el público alcance el entusiasmo que muestra en los estadios de Las Tunas, principalmente en su instalación por excelencia, el estadio Julio Antonio Mella, con capacidad para albergar a unas 10 mil personas, aproximadamente.
En los últimos cinco años, sobre todo, los aficionados de este territorio, han tenido protagonismo en el apoyo a un equipo que lucha por alcanzar posiciones vanguardistas en la Serie Nacional de Béisbol y que, con su desempeño integral, hace honor a una tradición pelotera de más de un siglo.
No es casual que en el actual territorio de Las Tunas, provincia surgida con la nueva división político-administrativa aprobada por los cubanos en la Constitución Socialista de 1976; el béisbol, deporte nacional en la Isla, constituya la máxima atracción entre las manifestaciones de la cultura física.
Las raíces de esa afición se encuentran bien atrás en la historia, a partir de las primeras manifestaciones del juego de pelota, allá por los años de 1882 a 1887 en la actual capital de la provincia, ciudad fundada en 1796, hace ya más de dos siglos.
Según las investigaciones en esa lejana época, jóvenes de esta localidad que estudiaban en La Habana y conocieron del béisbol, se reunían a practicarlo rudimentariamente en un área existente entre las actuales calles Vicente García, Colón, Ramón Ortuño y 24 de Febrero; cerca del centro histórico.
En ese espacio se jugó pelota por vez primera en Las Tunas, pero la celebración de juegos en regla, organizados, no ocurrió hasta después de la intervención norteamericana en la guerra que libraban los cubanos por su independencia frente al coloniaje español.
Parte de un contingente de marinos yanquis que estaba acantonado en Holguín, fue enviado a la entonces ciudad de Victoria de Las Tunas y esas tropas fijaron campamento en la llamada Plaza Cristina, la cual abarcaba toda el área despoblada entre las actuales calles Ángel Guardia, Lucas Ortiz, Maceo y Adolfo Villamar.
Esos terrenos, parte de los cuales albergan al Parque Maceo, sirvieron para que, en sus momentos de ocio, los soldados imperialistas practicaran el béisbol luego de acondicionar lo que se considera el primer campo oficial en este territorio, a partir de abril de 1898.
Los partidos de pelota celebrados allí entre equipos organizados por los soldados interventores, se ajustaban a las reglas reconocidas de este deporte y poco a poco, los jóvenes de la localidad fueron tomando interés por la práctica del mismo, hasta formar las primeras novenas.
La pelota se convierte en deporte preferido de los tuneros y los campos para practicarla aparecieron en diferentes zonas de la ciudad. Ya en 1910 había varios equipos y el más famoso era el conocido como Los Negros Viejos, porque fue de los primeros y los continuadores, por ser más jóvenes, lo bautizaron con ese apelativo.
Entre las figuras más prominentes de aquel legendario equipo, se recuerda a Beto Ramírez, Virgilio Agüero, Emilio Iglesias, los hermanos Machado, Manuel “Perete” Martínez, Silvino Carballo y Paco Reyes.
En todo el territorio de lo que es hoy la provincia de Las Tunas, el auge del béisbol fue muy notable y por eso surgieron figuras que son paradigmas para las más jóvenes generaciones de peloteros, como Eleodoro “Yoyo” Díaz, de la ciudad de Puerto Padre, un extraordinario lanzador negro que, por su color, no pudo acceder a las llamadas Grandes Ligas de Estados Unidos.
Desde aquellos años, el béisbol en Las Tunas ha sido principal actividad deportiva. Siempre se contó con equipos de mucha calidad, entre ellos el que se considera su mejor exponente durante el período de la república mediatizada y cuya sede fue el estadio Vidal, en el reparto Santo Domingo, desde finales de la década del 30 hasta mediados de la del 40, del siglo 20.
En aquel conjunto hicieron época peloteros que después brillaron en el béisbol profesional cubano, como Cléveland “Chiflán” Clark, Manuel “Chino” Hidalgo, Manuel “Manolón” Ramírez y otros que nunca abandonaron el amateurismo: “Kike” Torres, Aquiles González, Augusto Licea, Armando Oms, Froilán “Lungo” Suárez y Juan Batista, con calidad suficiente para dar el salto a los circuitos rentados.
Durante los años 50 del siglo pasado la fuerza del béisbol de Las Tunas siempre fue reconocida y de sus filas surgieron jugadores que alcanzaron resultados destacados en circuitos menores de Estados Unidos y tres vistieron uniformes de equipos de Grandes Ligas.
Guillermo “Willy” Miranda, nació en Velazco, Holguín, el año 24 de mayo de 1926 y a los cuatro años la familia pasó a residir en las cercanías del Central Delicias (hoy Antonio Guiteras), de Puerto Padre. Allí su padre le regaló un guante y lo adiestró en el fildeo de roletazos, por lo que cuando, niño aún, pàso a residir en la capital, ya era un experto. Se dio a conocer como pelotero en 1940, cuando con 14 años de edad, integró de torpedero, el equipo juvenil del Parque Martí en La Habana, hasta que llegó al profesionalismo.
Miranda, para muchos el mejor para cortos en la historia del béisbol cubano, jugó para los Yanquis de Nueva York y otros equipos de la Gran Carpa, pese a que su average ofensivo era muy pobre. Su excelencia defensiva le permitió alcanzar ese privilegio.
Los otros dos jugadores de Las Tunas presentes en el Big Show fueron el lanzador Orlando Peña, quien militó en varios equipos, especialmente en los Rojos de Cincinatti en los años 60 del pasado siglo y el receptor Orlando de Jesús McFarlane, que militó en la nómina de los Tigres de Detroit.
Tras el triunfo revolucionario de 1959 y con el deporte como derecho del pueblo, creció la actividad de la cultura física en Las Tunas, especialmente el béisbol, con figuras descollantes en las primeras series nacionales y a partir de la temporada 1977-78, cuando comenzó a participar como equipo.
Muchos peloteros de esta oriental provincia brillaron en los diamantes del país y en la palestra internacional, en los torneos aficionados del mundo, también marcaron su impronta, herederos de aquellos primeros practicantes del deporte de las bolas y los strikes hace más de 100 años.
Los peloteros de esta provincia que han integrado equipos Cuba a las grandes competiciones amateurs, incluidos Campeonatos Mundiales, Juegos Olímpicos, Panamericanos, Centroamericanos y del Caribe y Universiadas, son los lanzadores Gregorio Pérez, Félix Núñez, Juan Carlos Pérez y José Miguel Báez; el inicialista Joan Carlos Pedroso; el torpedero Dánel Castro; los jardineros Santiago Scott, Abeisy Pantoja, Ermidelio Urrutia Quiroga y Osmani Urrutia Ramírez; este último recordista de bateo en el béisbol universal, incluido el profesional.
Con esa tradición y fuerza, con más de un siglo de historia, el béisbol de Las Tunas enfrentó la 46 Serie Nacional; en la cual hizo realidad la aspiración suprema de regalarle a su afición, la mejor del país, un boleto para la postemporada.
Una actuación de mucho mérito realizó el equipo en la etapa de cuartos de final, en la que cayó cerradamente en tres de los cinco juegos de la serie frente al reconocido plantel de Villa Clara, con lo que ratifica su potencialidad para luchar en igualdad de condiciones frente a los mejores.
La novena de Las Tunas clasificó a la postemporada en la Serie 47 y estuvo a punto de hacerlo en la 49. En la edición 50 no pudo acceder tampoco a los play off, pero se mantiene con posibilidades de seguir en el grupo de vanguardia de la pelota cubana.
En los últimos cinco años, sobre todo, los aficionados de este territorio, han tenido protagonismo en el apoyo a un equipo que lucha por alcanzar posiciones vanguardistas en la Serie Nacional de Béisbol y que, con su desempeño integral, hace honor a una tradición pelotera de más de un siglo.
No es casual que en el actual territorio de Las Tunas, provincia surgida con la nueva división político-administrativa aprobada por los cubanos en la Constitución Socialista de 1976; el béisbol, deporte nacional en la Isla, constituya la máxima atracción entre las manifestaciones de la cultura física.
Las raíces de esa afición se encuentran bien atrás en la historia, a partir de las primeras manifestaciones del juego de pelota, allá por los años de 1882 a 1887 en la actual capital de la provincia, ciudad fundada en 1796, hace ya más de dos siglos.
Según las investigaciones en esa lejana época, jóvenes de esta localidad que estudiaban en La Habana y conocieron del béisbol, se reunían a practicarlo rudimentariamente en un área existente entre las actuales calles Vicente García, Colón, Ramón Ortuño y 24 de Febrero; cerca del centro histórico.
En ese espacio se jugó pelota por vez primera en Las Tunas, pero la celebración de juegos en regla, organizados, no ocurrió hasta después de la intervención norteamericana en la guerra que libraban los cubanos por su independencia frente al coloniaje español.
Parte de un contingente de marinos yanquis que estaba acantonado en Holguín, fue enviado a la entonces ciudad de Victoria de Las Tunas y esas tropas fijaron campamento en la llamada Plaza Cristina, la cual abarcaba toda el área despoblada entre las actuales calles Ángel Guardia, Lucas Ortiz, Maceo y Adolfo Villamar.
Esos terrenos, parte de los cuales albergan al Parque Maceo, sirvieron para que, en sus momentos de ocio, los soldados imperialistas practicaran el béisbol luego de acondicionar lo que se considera el primer campo oficial en este territorio, a partir de abril de 1898.
Los partidos de pelota celebrados allí entre equipos organizados por los soldados interventores, se ajustaban a las reglas reconocidas de este deporte y poco a poco, los jóvenes de la localidad fueron tomando interés por la práctica del mismo, hasta formar las primeras novenas.
La pelota se convierte en deporte preferido de los tuneros y los campos para practicarla aparecieron en diferentes zonas de la ciudad. Ya en 1910 había varios equipos y el más famoso era el conocido como Los Negros Viejos, porque fue de los primeros y los continuadores, por ser más jóvenes, lo bautizaron con ese apelativo.
Entre las figuras más prominentes de aquel legendario equipo, se recuerda a Beto Ramírez, Virgilio Agüero, Emilio Iglesias, los hermanos Machado, Manuel “Perete” Martínez, Silvino Carballo y Paco Reyes.
En todo el territorio de lo que es hoy la provincia de Las Tunas, el auge del béisbol fue muy notable y por eso surgieron figuras que son paradigmas para las más jóvenes generaciones de peloteros, como Eleodoro “Yoyo” Díaz, de la ciudad de Puerto Padre, un extraordinario lanzador negro que, por su color, no pudo acceder a las llamadas Grandes Ligas de Estados Unidos.
Desde aquellos años, el béisbol en Las Tunas ha sido principal actividad deportiva. Siempre se contó con equipos de mucha calidad, entre ellos el que se considera su mejor exponente durante el período de la república mediatizada y cuya sede fue el estadio Vidal, en el reparto Santo Domingo, desde finales de la década del 30 hasta mediados de la del 40, del siglo 20.
En aquel conjunto hicieron época peloteros que después brillaron en el béisbol profesional cubano, como Cléveland “Chiflán” Clark, Manuel “Chino” Hidalgo, Manuel “Manolón” Ramírez y otros que nunca abandonaron el amateurismo: “Kike” Torres, Aquiles González, Augusto Licea, Armando Oms, Froilán “Lungo” Suárez y Juan Batista, con calidad suficiente para dar el salto a los circuitos rentados.
Durante los años 50 del siglo pasado la fuerza del béisbol de Las Tunas siempre fue reconocida y de sus filas surgieron jugadores que alcanzaron resultados destacados en circuitos menores de Estados Unidos y tres vistieron uniformes de equipos de Grandes Ligas.
Guillermo “Willy” Miranda, nació en Velazco, Holguín, el año 24 de mayo de 1926 y a los cuatro años la familia pasó a residir en las cercanías del Central Delicias (hoy Antonio Guiteras), de Puerto Padre. Allí su padre le regaló un guante y lo adiestró en el fildeo de roletazos, por lo que cuando, niño aún, pàso a residir en la capital, ya era un experto. Se dio a conocer como pelotero en 1940, cuando con 14 años de edad, integró de torpedero, el equipo juvenil del Parque Martí en La Habana, hasta que llegó al profesionalismo.
Miranda, para muchos el mejor para cortos en la historia del béisbol cubano, jugó para los Yanquis de Nueva York y otros equipos de la Gran Carpa, pese a que su average ofensivo era muy pobre. Su excelencia defensiva le permitió alcanzar ese privilegio.
Los otros dos jugadores de Las Tunas presentes en el Big Show fueron el lanzador Orlando Peña, quien militó en varios equipos, especialmente en los Rojos de Cincinatti en los años 60 del pasado siglo y el receptor Orlando de Jesús McFarlane, que militó en la nómina de los Tigres de Detroit.
Tras el triunfo revolucionario de 1959 y con el deporte como derecho del pueblo, creció la actividad de la cultura física en Las Tunas, especialmente el béisbol, con figuras descollantes en las primeras series nacionales y a partir de la temporada 1977-78, cuando comenzó a participar como equipo.
Muchos peloteros de esta oriental provincia brillaron en los diamantes del país y en la palestra internacional, en los torneos aficionados del mundo, también marcaron su impronta, herederos de aquellos primeros practicantes del deporte de las bolas y los strikes hace más de 100 años.
Los peloteros de esta provincia que han integrado equipos Cuba a las grandes competiciones amateurs, incluidos Campeonatos Mundiales, Juegos Olímpicos, Panamericanos, Centroamericanos y del Caribe y Universiadas, son los lanzadores Gregorio Pérez, Félix Núñez, Juan Carlos Pérez y José Miguel Báez; el inicialista Joan Carlos Pedroso; el torpedero Dánel Castro; los jardineros Santiago Scott, Abeisy Pantoja, Ermidelio Urrutia Quiroga y Osmani Urrutia Ramírez; este último recordista de bateo en el béisbol universal, incluido el profesional.
Con esa tradición y fuerza, con más de un siglo de historia, el béisbol de Las Tunas enfrentó la 46 Serie Nacional; en la cual hizo realidad la aspiración suprema de regalarle a su afición, la mejor del país, un boleto para la postemporada.
Una actuación de mucho mérito realizó el equipo en la etapa de cuartos de final, en la que cayó cerradamente en tres de los cinco juegos de la serie frente al reconocido plantel de Villa Clara, con lo que ratifica su potencialidad para luchar en igualdad de condiciones frente a los mejores.
La novena de Las Tunas clasificó a la postemporada en la Serie 47 y estuvo a punto de hacerlo en la 49. En la edición 50 no pudo acceder tampoco a los play off, pero se mantiene con posibilidades de seguir en el grupo de vanguardia de la pelota cubana.
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