lunes, mayo 07, 2007

¿Qué puede espeerarse de un Estado terrorista?

En el caso Posada Carriles
¿Qué puede esperarse de un Estado terrorista?
Los cubanos y todos los hombres y mujeres dignos del mundo, incluidos millones de norteamericanos, de todas las razas y credos; condenamos y condenaremos la infamia de liberar a un terrorista confeso, a un asesino sin escrúpulos como Luis Posada Carriles.
Este acto impúdico constituye el mayor irrespeto a la humanidad en lo que va del siglo XXI, sin embargo, a quienes conocemos la espuria historia de de los gobernantes de Estados Unidos un poco que no les sorprende esa actitud. Creo que la cúpula fascista que pretende dirigir el mundo desde la Casa Blanca, no ha hecho otra cosa que actuar consecuentemente con su esencia criminal.
El justamente llamado Bin Laden del hemisferio occidental es un producto de la política de terrorismo de estado que ha caracterizado siempre a los gobiernos de Estados Unidos, intensificada en relación con Cuba desde que a nuestro pueblo le llegó la libertad en forma de barbudos que bajaron de la Sierra con Fidel Castro Ruz al frente.
Sí, existe un bloqueo asesino oficialmente establecido en 1962, pero que existe prácticamente desde el primero de enero de 1959, desde el momento mismo en que fue expulsado de este país uno de los lamebotas favoritos encargado de preservar los intereses yanquis a costa del hambre y la miseria de su pueblo, Fulgencio Batista y Zaldívar, el hombre, el general, para sus cobardes acólitos.
Drogado por el odio a quienes acabaron con el estercolero en el que se revolvía la Cuba de 1958, Posada Carriles como tantos otros asesinos a sueldo; huyó a Estados Unidos para recibir la ayuda y el apoyo incondicional de una nación que siempre estuvo dispuesta a utilizar a individuos de su calaña, a cambio de que hicieran el trabajo sucio en el objetivo de recuperar sus privilegios, sus grandes ganancias y disponer de nuestras vidas a su antojo.
De hecho, Posada Carriles, Orlando Bosch y otros muchos trabajaron para la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos y fueron piezas claves en los cientos de actos terroristas contra Cuba, entre ellos la voladura del avión civil frente a las costas de Barbados, el más horrendo de los crímenes que se recuerde.
Bien conocidos son los desmanes de estos ahijados del Tío Sam, en la guerra sucia contra Nicaragua, su labor terrorista en otros países de Centroamérica, el escándalo Irán-contras, las torturas y los asesinatos desde la policía política en Venezuela; el atentado contra Orlando Letelier, excanciller de Chile y su probada participación en los crímenes de la Operación Cóndor, al servicio de las tiranías militares en los países del Cono Sur americano.
Claro que este extenso expediente criminal es harto conocido, el propio Posada Carriles y otros de sus compinches como Orlando Bosch lo han confesado más de una vez. Hay pruebas más que suficientes para encarcelarlo y juzgarlo en Estados Unidos o cumplir con el tratado de extradición existente y ponerlo a disposición de los tribunales competentes en Venezuela, país del cual es prófugo.
¿Por qué el gobierno del señor W no cumple, entonces, con sus deberes internacionales? No puede, porque Posada sabe mucho y, además, es uno de sus hombres más fieles en la guerra particular contra Cuba y todos los países de América que quieren seguir su ejemplo de verdadera libertad, independencia y democracia.
Otra actitud de los halcones yanquis no podía ser posible. Estados Unidos es esencialmente terrorista y hay pruebas suficientes para hacer esta afirmación; la historia lo pone en el banquillo de los acusados.
¿Cómo calificar la explosión del Maine, buque de guerra norteamericano, hecho que sirvió de pretexto a Estados Unidos para intervenir en la contienda que libraban los patriotas cubanos frente al colonialismo español? Es un típico acto de terrorismo de Estado.
Y no puede llamarse de otra manera al chantaje de la II Guerra Mundial con la explosión de las bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, cuando el Japón militarista ya estaba derrotado.
Consecuente con esa política, el buen vecino organizó y financió el derrocamiento en 1954, del presidente Jacobo Árbenz, de Guatemala, solo porque su programa de gobierno tenía una tendencia progresista, encaminada a mejorar las condiciones de vida de los desposeídos de esa nación centroamericana.
Desde las entrañas del monstruo salió la invasión mercenaria por Playa Girón en abril de 1961. Millones de dólares invirtió la ultraderecha con el objetivo de destruir a la Revolución y fracasó, pero insistió al armar y financiar a los bandidos que en El Escambray y otras zonas del país trataron de sembrar el terror y también fueron aplastadas por el pueblo miliciano.
La ultraderecha de Estados Unidos, su obsesión de actuar como gendarme universal, fue la autora intelectual del magnicidio de Dallas, cuando fue ultimado el presidente de turno, John F. Kennedy, solo porque había comenzado a actuar distinto en su política exterior. Un acto terrorista que ejecutaron sus asesinos a sueldo, entre ellos el propio Posada Carriles.
Terrorismo de Estado es el que se aplicó en el apoyo a la organización Al Qaeda, encabezada por Ozama Bin Laden contra el gobierno constituido de Afganistán y se repite cuando lleva la guerra a Yugoeslavia, además de encabezar la primera aventura en tierras iraquíes con la primera Guerra del Golfo.
Con el siglo XXI llegó a la presidencia de Estados Unidos, el más fascista de los representantes de la ultraderecha que guía los destinos de ese país, George W. Bush, hijo de su padre del mismo nombre, pero dispuesto a llevar a la máxima expresión el dominio imperialista sobre el resto del mundo.
Una de las manifestaciones más evidentes de Terrorismo de Estado, el bloqueo económico y financiero sobre Cuba, dirigido a rendir a un pueblo por hambre y enfermedades, alcanzó su máxima expresión en el gobierno de W, quien abiertamente lanzó su plan para una transición democrática. ¡Otro chasco!
Este ilustre inquilino de la Casa Blanca aprovechó el controvertido acto terrorista que derribó las Torres Gemelas y declaró su Guerra contra el Terrorismo, engendro encaminado a crear una cortina de humo en torno a sus apetencias por las reservas de petróleo en el Oriente Medio y, fundamentalmente, en Iraq.
De nada valieron sus anteriores excelentes relaciones con la familia Bin Laden y el importante servicio que este señor le brindó en Afganistán. Bush comenzó su “cruzada contra el terrorismo” y mientras destrozaba el territorio afgano con el apoyo de sus aliados europeos, sobre todo el Reino Unido; inventaba la historia de las armas químicas y de la “tiranía” de Saddan Hussein en Iraq.
Las extraordinarias reservas petroleras del territorio iraquí eran el objetivo real de Estados Unidos Y, como no pudo probarse la existencia de las armas químicas, no esperó la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, se burlo de la Comunidad Internacional y atacó a Iraq, donde hoy su poderoso ejército está empantanado y al borde de una derrota tan denigrante como la de Viet Nam.
Ah, pero el extemporáneo emperador pierde terreno por día, a los ojos de la mayoría de su propio pueblo es un fracasado, defiende una política equivocada que no responde a los intereses de su nación.
En su desesperación, el émulo de Hitler metió tras las rejas a cinco patriotas cubanos por el “delito” de luchar contra el terrorismo que, supuestamente, él combate. Hoy el clamor mundial y la movilización de los propios estadounidenses exigen la inmediata libertad de estos jóvenes inocentes, sometidos a un cruel encierro.
Ahora, un terrorista confeso, Luis Posada Carriles, recibe el apoyo incondicional de la camarilla que encabeza Bush, empeñada en dividir los terroristas en buenos y malos, de acuerdo con sus intereses. El Bin Laden del hemisferio occidental es solo un “patriota que lucha por liberar a Cuba de la tiranía castro-comunista”
Es bochornoso todo lo que se mueve alrededor del caso de Posada Carriles, hay que condenarlo con todas nuestras fuerzas y exigir su encarcelamiento en Estados Unidos o la extradición a Venezuela; pero debemos admitir que ese país, sus gobernantes actúan en consecuencia con su esencia terrorista.
Por eso es que harán todo lo que sea posible por no juzgar a uno de sus esbirros más fiel. Jamás habrá guerra contra el nido de hienas de la Florida, contra el más importante enclave del terrorismo en América; no es posible porque allí se defienden los intereses del fascismo internacional, representado por el Estado terrorista por excelencia.
Pero millones de personas en el mundo y especialmente el pueblo de Estados Unidos, que de manera creciente toma conciencia de la verdadera esencia de la camarilla que lo gobierna; harán trizas, más temprano que tarde, al enemigo número uno de la humanidad.

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