La raíz del Movimiento 26 de Julio en Las Tunas
Los revolucionarios de Las Tunas, en su mayoría integrantes del ala más radical del Partido Ortodoxo, enfrentaron enérgicamente el golpe de estado perpetrado por Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952 y buscaron la unidad de acción para apoyar el movimiento surgido tras el revés momentáneo en el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de 1953.
Inconformes con la posición politiquera asumida por la nueva dirección nacional, tras la desaparición física de su líder natural, Eduardo Chibás; los ortodoxos tuneros, junto a otras fuerzas locales, emprendieron acciones que reflejaban el desprecio del pueblo por los abusos de la dictadura.
Tras la amnistía de los presos políticos, decretada por el tirano ante la presión popular, fue necesario preparar condiciones con el objetivo de hacerle saber a Fidel que en Victoria de Las Tunas los revolucionarios estaban dispuestos a secundarlo en la continuación de la lucha por la libertad.
De acuerdo con el testimonio de Aldo Estrada, destacado combatiente local ya fallecido, el 9 de mayo de 1955 se convocó a una histórica reunión que tuvo lugar a orillas del río Naranjo, en un punto llamado La Aguada, cercano al poblado de Vázquez, municipio de Puerto Padre, a la cual respondieron 18 compañeros, razón por la que, a partir de ese momento, fueron identificados como Grupo de los 18.
El encuentro tuvo de objetivo fundamental la recaudación de fondos para enviar un representante que se entrevistara con Fidel cuando éste llegara a La Habana, procedente de Isla de Pinos; pero sirvió además para conmemorar el X aniversario de la derrota del fascismo en la II Guerra Mundial.
Los presentes escogieron a Hilario Juan Pérez, quien viajó a la capital y puso a Fidel al corriente de las actividades que se realizaban en Las Tunas, por lo que a su regreso se comenzó a trabajar de acuerdo con las orientaciones de un mando único, al tiempo que se agilizó el proceso de organización de células en centros laborales y barrios, tanto de la ciudad como en las áreas rurales.
Fue un momento de gran efervescencia revolucionaria, porque existía el convencimiento de que, con la salida de Fidel de la prisión, las fuerzas patrióticas de todo el país, tenían un líder legítimo capaz de guiar al pueblo a la victoria sobre la dictadura .
Poco después la vanguardia revolucionaria de este territorio hizo contacto con Frank País en Santiago de Cuba y creó las bases para oficializar la dirección del Movimiento 26 de Julio en la entonces ciudad de Victoria de Las Tunas, hecho que ocurrió el 28 de agosto del propio año 1955.
Los revolucionarios de Las Tunas, en su mayoría integrantes del ala más radical del Partido Ortodoxo, enfrentaron enérgicamente el golpe de estado perpetrado por Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952 y buscaron la unidad de acción para apoyar el movimiento surgido tras el revés momentáneo en el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de 1953.
Inconformes con la posición politiquera asumida por la nueva dirección nacional, tras la desaparición física de su líder natural, Eduardo Chibás; los ortodoxos tuneros, junto a otras fuerzas locales, emprendieron acciones que reflejaban el desprecio del pueblo por los abusos de la dictadura.
Tras la amnistía de los presos políticos, decretada por el tirano ante la presión popular, fue necesario preparar condiciones con el objetivo de hacerle saber a Fidel que en Victoria de Las Tunas los revolucionarios estaban dispuestos a secundarlo en la continuación de la lucha por la libertad.
De acuerdo con el testimonio de Aldo Estrada, destacado combatiente local ya fallecido, el 9 de mayo de 1955 se convocó a una histórica reunión que tuvo lugar a orillas del río Naranjo, en un punto llamado La Aguada, cercano al poblado de Vázquez, municipio de Puerto Padre, a la cual respondieron 18 compañeros, razón por la que, a partir de ese momento, fueron identificados como Grupo de los 18.
El encuentro tuvo de objetivo fundamental la recaudación de fondos para enviar un representante que se entrevistara con Fidel cuando éste llegara a La Habana, procedente de Isla de Pinos; pero sirvió además para conmemorar el X aniversario de la derrota del fascismo en la II Guerra Mundial.
Los presentes escogieron a Hilario Juan Pérez, quien viajó a la capital y puso a Fidel al corriente de las actividades que se realizaban en Las Tunas, por lo que a su regreso se comenzó a trabajar de acuerdo con las orientaciones de un mando único, al tiempo que se agilizó el proceso de organización de células en centros laborales y barrios, tanto de la ciudad como en las áreas rurales.
Fue un momento de gran efervescencia revolucionaria, porque existía el convencimiento de que, con la salida de Fidel de la prisión, las fuerzas patrióticas de todo el país, tenían un líder legítimo capaz de guiar al pueblo a la victoria sobre la dictadura .
Poco después la vanguardia revolucionaria de este territorio hizo contacto con Frank País en Santiago de Cuba y creó las bases para oficializar la dirección del Movimiento 26 de Julio en la entonces ciudad de Victoria de Las Tunas, hecho que ocurrió el 28 de agosto del propio año 1955.
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