O Cierre de oro para mantener la hegemonía en la región
Las Tunas, Cuba.- Con un cierre extraordinario en las tres jornadas del
adiós, la delegación de la Mayor de Las Antillas, logró el puesto cimero en el
medallero por países de los XXII Juegos Deportivos Centroamericanos y del
Caribe de Veracruz-2014, pese a la soberbia actuación de México, que se mantuvo
al frente desde el primero hasta el antepenúltimo día.
Durante la mayor parte de la gran fiesta deportiva centrocaribeña, los
mexicanos consiguieron una ventaja que llegó a ser superior a las 20 medallas
de oro, merced de la participación en todas las disciplinas programadas, algunas
exclusivas de la edición veracruzana, pero fueron demasiado optimistas en sus
cálculos, basados en los anteriores Juegos de Mayagüez, Puerto Rico, en los
cuales, por razones conocidas, no participó Cuba.
No se podía pasar por alto que, desde 1970 en los Juegos de Panamá, Cuba ha
mantenido la hegemonía en el área. Recuérdese que después de aquel arrollador
triunfo en la nación itsmeña, los representantes de la Mayor de las Antillas
solo dejaron de estar en lo más alto del
podio en las ediciones de 2002, en El Salvador y el 2010, en Mayagüez, Puerto
Rico, al no asistir por razones extradeportivas.
La delegación cubana, integrada por una mayoría de atletas de nivel
mundial, quienes prestigian con su presencia estas justas regionales, comenzó a
‘’recoger cordel’’ después de la primera semana de competencias y, paso a paso,
obtuvo cosechas excelentes, rematadas de forma espectacular con las actuaciones
del béisbol, el boxeo, el tiro deportivo, el judo, la lucha, el ciclismo y,
especialmente, el atletismo, para que nuestro himno nacional retumbara
cotidianamente en las magníficas instalaciones de la querida Veracruz.
Al final de la Fiesta, Cuba sumó 123 medallas de oro, ocho más que las 115
de México, líder en el total con 332, ambos muy por encima de los 70 títulos de
Colombia, los 59 de Venezuela y los 20 de República Dominicana, ocupantes de
las primeras posiciones, también con actuaciones relevantes en las tensas
jornadas, en las que recibieron el apoyo absoluto de una entusiasta, respetuosa
y conocedora afición, presente masivamente en cada uno de los escenarios.
Fue un gran triunfo cubano, pero para los habitantes de este verde Caimán
Antillano constituyó mucho más que eso. Para nosotros la victoria corresponde a
toda Centroamérica y el Caribe, cuyos pueblos han sido capaces de mantener
encendida la llama de los Juegos Regionales más antiguos del mundo, fundados en
el lejano 1926, precisamente en la Tierra de los Aztecas, a la que acompañaron
sus hermanos de Guatemala y Cuba.
Los cubanos sentimos como propios los éxitos del deporte en esta área
geográfica unida por las cálidas aguas del Caribe, en cuyo avance sostenido
tiene que ver la ayuda solidaria y
desinteresada de nuestros técnicos y entrenadores, muchos de los cuales
estuvieron junto a los representantes de otras naciones hermanas. Ejemplo es
que los púgiles de aquí ganaron nueve de
los 10 títulos del boxeo, pero el otro lo obtuvo el dominicano Leonel de los
Santos, de los 49 kilos, en cuya esquina tuvo a Pedro Méjico, preparador de
Pinar del Río, que trabaja en Quisqueya.
Aquí no solo se respira orgullo por los triunfos de nuestros esforzados y patrióticos atletas, se
celebran los éxitos de los pueblos agrupados en la Comunidad de Estados de
Latinoamérica y el Caribe, proclamada como zona de paz por sus gobernantes
soberanos, dispuestos a enarbolar los instrumentos deportivos y desechar las
armas agresoras, destructoras de lo que los hombres han creado en millones de
años de historia.
Ojalá que los triunfos aumenten dentro de cuatro años cuando lo que José
Martí llamó con justeza Nuestra América, vuelva a abrazarse en los escenarios
de competencia de la atlántica ciudad colombiana de Barranquilla en 2018 y que
antes, en 2015, sepa ocupar un puesto de privilegio en el ámbito continental,
con la celebración en Toronto, Canadá, de los Juegos Panamericanos.
Es preciso que, luego del éxito indiscutible de este lindo encuentro en
Veracruz, los pueblos de Centroamérica y el Caribe, se mantengan unidos para el
engrandecimiento no solo del deporte, sino de todo su quehacer en la lucha por
contribuir a la reafirmación de la paz y la justicia, por exigir el respeto a
la soberanía y a la integralidad territorial. Solo por eso, nuestra región
merece la más sonada felicitación de los países del resto del mundo.
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