Una alegría extraordinaria embargó al pueblo de Cuba y explotó literalmente
en horas del mediodía de este miércoles 17 de diciembre de 2015, cuando el
General de Ejército Raúl Castro Ruz, presidente de los Consejos de Estado y de
Ministros, anunció al mundo la liberación de los tres compatriotas que
permanecían injustamente en cárceles norteamericanas, así como importantes
pasos para normalizar las relaciones bilaterales
con Estados Unidos.
Fue una explosión de júbilo que se extendió desde el Cabo de San Antonio,
hasta la Punta de Maisí. Todo un país veía coronado el anhelo propio y de
millones de seres humanos en los más apartados rincones del Planeta, de ver
regresar a sus héroes antiterroristas, a los hermanos cuyo único supuesto
delito era preservar la vida de personas inocentes. Conocimos la mejor noticia
del fin de año.
En lo personal, recordé de manera entrañable, la firme palabra del querido
Fidel, pronunciada en el año 2001 durante un multitudinario acto de protesta por
las excesivas e injustas condenas a que fueron sometidos cinco cubanos que
tenían la misión de impedir acciones terroristas contra nuestro pueblo desde
territorio estadounidense: ¡Volverán¡
Imagino lo feliz que estará nuestro invicto Comandante en Jefe, supongo que
si todavía no lo ha hecho, estará a punto de estrecharse en tiernos abrazos de
padre cariñoso, con cada uno de los Cinco, de esos héroes de la Patria, ejemplo
de respeto por los ideales patrios, de amor profundo por la obra de los Padres
Fundadores, de aquellos que desde el 10 de octubre de 1868, nos legaron una
nación que fue, es y será por siempre, Con todos y para el bien de todos.
No todo está resuelto, por supuesto, porque a la reanudación de las
relaciones diplomáticas entre los dos países, deberá agregarse y, confiemos en
que sea en futuro inmediato o cercano, la eliminación del bloqueo económico,
comercial y financiero que los sucesivos
gobiernos de Estados Unidos han mantenido sobre Cuba desde 1960, con el objetivo
de rendir por hambre o enfermedades a millones de personas solo porque
escogieron vivir en una sociedad distinta, más justa y equitativa.
Todo el pueblo se une a la expresión de nuestro Presidente Raúl Castro de
que el gesto de Barak Obama merece el respeto y el reconocimiento no solo de
Cuba, sino del mundo, porque contribuye a aflojar las tensiones en todas las
latitudes, cuyos habitantes precisan de nuevas relaciones, de búsqueda de
entendimiento, de beneficio mutuo, en un
clima de paz.
Los cubanos que permanecemos en la Patria y aquellos que marcharon a otras
naciones en busca de distintos horizontes, todos por igual, aplaudimos estos
pasos de entendimiento, de relaciones absolutamente normales, con intercambio
cotidiano, visitas recíprocas, vínculos de toda índole, para tranquilidad de
las familias sin que medien las limitaciones por diferencias políticas o de
otra índole.
Es maravilloso que los cubanos, donde quiera que estén, puedan sentirse
cercanos, sin nada que limite sus relaciones. Es lo más civilizado y justo que
haya podido ocurrir y una decisión de esta naturaleza, pese a las críticas que
recibirá de la poderosa ultraderecha de Estados Unidos, le otorga a Barak
Obama, un lugar de privilegio en la historia de esa poderosa nación.
Y lo más importante: Esta extraordinaria noticia, reafirma el criterio de
los más renombrados líderes progresistas de los últimos dos siglos, acerca de
que un mundo mejor es posible, que todas las naciones pueden mantener
relaciones, intercambiar civilizadamente para beneficio propio a pesar de sus
diferencias. Solo necesitamos que los gobernantes pongan en práctica el
racional concepto encerrado en las sabias palabras del Benemérito de Las
Américas, el mexicano Benito Juárez, cuando afirmó: ’’ El respeto al derecho
ajeno es la paz’’
No hay comentarios:
Publicar un comentario