Toda la solidaridad para el hermano pueblo de Haití
Estoy consternado. Tengo el corazón oprimido y no puedo más que pedir que todos los estado del mundo se unan para ofrecer toda la solidaridad para el sufrido pueblo de la hermana Haití, destrozada por un terremoto de gran intensidad, tras el cual decenas de miles de personas perdieron la vida y más de un millón ha quedado sin hogar.
La tragedia, ocurrida el martes 12 de enero, coincidió con la rotura de mi computadora, razón por la cual no había tenido la posibilidad de manifestarme a favor del pueblo haitiano, hermano caribeño y con estrechos vínculos históricos con nuestro país, desde el cual llegaron médicos cubanos desde 1998, los mismos que reforzados por otros especialistas salvan vidas actualmente en las difíciles condiciones existentes después del sismo.
Ante la triste realidad provocada por las fuerzas de la naturaleza para hacer más terrible la situación de la nación más pobre de América y una de las más desamparadas del mundo; ofrezco mi ayuda personal si en algo puede ser útil, al tiempo que pido a todos los hombres de buena voluntad que tienda su mano solidaria hacia ese pedazo de la América Nuestra.
Es el momento de mostrar nuestro amor por el prójimo, es hora de que los más ricos y poderosos abandonen las posiciones fascistas y egoístas hacia las naciones que consideran inferiores. Se pone a prueba el humanitarismo que proclaman los que lo tienen todo ante la posibilidad de aportar algo para aliviar el dolor de un pueblo noble, sometido a la explotación y el saqueo por más de un siglo.
Señores del primer mundo, encabezados por el Presidente Obama, de Estados Unidos; escuchen el llamado de la ONU, el reclamo del universo todo y ayuden al pueblo haitiano a recuperarse de esta horrible tragedia. Basta de declaraciones y discursos vacíos, dejen de enviar soldados y armas para oprimir a los países subdesarrollados: ¡Alimentos, medicinas, ropas, zapatos, médicos, hospitales de campaña. Eso es lo que hace falta!
Los poderosos debían tomar el ejemplo de Cuba, Venezuela, Ecuador, Argentina, Nicaragua, naciones a las que nada les sobra y que son capaces de compartir con cualquier pueblo del mundo lo poco que poseen, en este o cualquier otro momento, sin pedir nada a cambio.
Es la hora de la verdad. Unamos el esfuerzo de todos junto a la Organización de las Naciones Unidas y ayudemos a que Haití tenga lo necesario para recuperarse de esta tragedia, la peor de su historia. Miles de vidas se perdieron, pero otras tantas podrán salvarse si la solidaridad se convierte en práctica universal.
Estoy consternado. Tengo el corazón oprimido y no puedo más que pedir que todos los estado del mundo se unan para ofrecer toda la solidaridad para el sufrido pueblo de la hermana Haití, destrozada por un terremoto de gran intensidad, tras el cual decenas de miles de personas perdieron la vida y más de un millón ha quedado sin hogar.
La tragedia, ocurrida el martes 12 de enero, coincidió con la rotura de mi computadora, razón por la cual no había tenido la posibilidad de manifestarme a favor del pueblo haitiano, hermano caribeño y con estrechos vínculos históricos con nuestro país, desde el cual llegaron médicos cubanos desde 1998, los mismos que reforzados por otros especialistas salvan vidas actualmente en las difíciles condiciones existentes después del sismo.
Ante la triste realidad provocada por las fuerzas de la naturaleza para hacer más terrible la situación de la nación más pobre de América y una de las más desamparadas del mundo; ofrezco mi ayuda personal si en algo puede ser útil, al tiempo que pido a todos los hombres de buena voluntad que tienda su mano solidaria hacia ese pedazo de la América Nuestra.
Es el momento de mostrar nuestro amor por el prójimo, es hora de que los más ricos y poderosos abandonen las posiciones fascistas y egoístas hacia las naciones que consideran inferiores. Se pone a prueba el humanitarismo que proclaman los que lo tienen todo ante la posibilidad de aportar algo para aliviar el dolor de un pueblo noble, sometido a la explotación y el saqueo por más de un siglo.
Señores del primer mundo, encabezados por el Presidente Obama, de Estados Unidos; escuchen el llamado de la ONU, el reclamo del universo todo y ayuden al pueblo haitiano a recuperarse de esta horrible tragedia. Basta de declaraciones y discursos vacíos, dejen de enviar soldados y armas para oprimir a los países subdesarrollados: ¡Alimentos, medicinas, ropas, zapatos, médicos, hospitales de campaña. Eso es lo que hace falta!
Los poderosos debían tomar el ejemplo de Cuba, Venezuela, Ecuador, Argentina, Nicaragua, naciones a las que nada les sobra y que son capaces de compartir con cualquier pueblo del mundo lo poco que poseen, en este o cualquier otro momento, sin pedir nada a cambio.
Es la hora de la verdad. Unamos el esfuerzo de todos junto a la Organización de las Naciones Unidas y ayudemos a que Haití tenga lo necesario para recuperarse de esta tragedia, la peor de su historia. Miles de vidas se perdieron, pero otras tantas podrán salvarse si la solidaridad se convierte en práctica universal.
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