No es que trate de rebuscar imágenes, abusar de metáforas o de alegorías, solo me propuse y ojalá lo consiga, manifestar de otra manera mi alegría por lo cercano de la fecha en que, hace 48 años, fue sembrada la simiente de lo que es hoy, para satisfacción de todos los trabajadores de la prensa tunera, la mejor delegación provincial de la UPEC en el país.
No estuve presente cuando aquella semilla fue entregada a la tierra con todo amor y firmeza, pero sí en su posterior cuidado, en las esmeradas atenciones que recibió día a día, año tras año, en “seca o en primavera”. Por eso ahora, cuando muchos de aquellos pioneros ya no están físicamente entre nosotros, es justo que quienes nos mantenemos en la primera línea de la Batalla de Ideas, sintamos el orgullo de estar al amparo de tan bienhechora sombra.
Uno de aquellos “sembradores”, Alberto Rodríguez Morell (Betico), fundador del Movimiento de Corresponsales Voluntarios Obreros, me contaba hace unos días lo emocionante del momento en el que, guiados por el maestro eterno de los periodistas tuneros, Rosano Zamora Padín (Gallo), comenzaron a crecer como seres humanos.
El hecho ocurrió el 30 de junio de 1963 y estuvo protagonizado por un grupo de informadores voluntarios, los mismos que dieron vida y continuidad a El Trabajador, semanario iniciador de la prensa revolucionaria en Las Tunas y único en el país que se tenga conocimiento hasta ahora, con salida regular sin un solo profesional.
Los corresponsales y colaboradores presentes, reconocidos todos de miembros efectivos de la institución, eligieron, por el voto directo y secreto, al ejecutivo que integraron Rosano Zamora, secretario general; Pedro Peña Reyes, organización y finanzas e Iraís González Quesada, educador, fallecidos los tres, pero regando para siempre, con su ejemplo, al árbol que ayudaron a crecer erecto y corpulento.
No es falso orgullo y mucho menos creencia de perfección, los periodistas tuneros sabemos cuánto más podemos hacer, cuál es el camino para cumplir el rol que necesitan el Partido, la Revolución, el pueblo; pero es de humanos que, al recordar estos momentos, disfrutemos los logros, los cuales nos sirven, precisamente, para que la “mata” aumente su robustez y los frutos sean cada vez más dulces.
No estuve presente cuando aquella semilla fue entregada a la tierra con todo amor y firmeza, pero sí en su posterior cuidado, en las esmeradas atenciones que recibió día a día, año tras año, en “seca o en primavera”. Por eso ahora, cuando muchos de aquellos pioneros ya no están físicamente entre nosotros, es justo que quienes nos mantenemos en la primera línea de la Batalla de Ideas, sintamos el orgullo de estar al amparo de tan bienhechora sombra.
Uno de aquellos “sembradores”, Alberto Rodríguez Morell (Betico), fundador del Movimiento de Corresponsales Voluntarios Obreros, me contaba hace unos días lo emocionante del momento en el que, guiados por el maestro eterno de los periodistas tuneros, Rosano Zamora Padín (Gallo), comenzaron a crecer como seres humanos.
El hecho ocurrió el 30 de junio de 1963 y estuvo protagonizado por un grupo de informadores voluntarios, los mismos que dieron vida y continuidad a El Trabajador, semanario iniciador de la prensa revolucionaria en Las Tunas y único en el país que se tenga conocimiento hasta ahora, con salida regular sin un solo profesional.
Los corresponsales y colaboradores presentes, reconocidos todos de miembros efectivos de la institución, eligieron, por el voto directo y secreto, al ejecutivo que integraron Rosano Zamora, secretario general; Pedro Peña Reyes, organización y finanzas e Iraís González Quesada, educador, fallecidos los tres, pero regando para siempre, con su ejemplo, al árbol que ayudaron a crecer erecto y corpulento.
No es falso orgullo y mucho menos creencia de perfección, los periodistas tuneros sabemos cuánto más podemos hacer, cuál es el camino para cumplir el rol que necesitan el Partido, la Revolución, el pueblo; pero es de humanos que, al recordar estos momentos, disfrutemos los logros, los cuales nos sirven, precisamente, para que la “mata” aumente su robustez y los frutos sean cada vez más dulces.
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