lunes, febrero 10, 2014

Ojalá aprendamos la lección



Decidí tomarme un tiempo, no muy largo por supuesto, para reflexionar y no emitir juicios precipitados sobre lo ocurrido en la Serie del Caribe de Béisbol en Isla Margarita, Venezuela, con el añorado regreso del campeón cubano a ese clásico del cual fuera fundadora la Mayor de Las Antillas. Y espero, como la mayoría de sus habitantes, que la dirección de nuestra pelota sea lo suficientemente realista para aprender la lección.
Considero que el primer elemento a revisar es ese que nos lleva a sobrestimar la calidad de nuestro béisbol y a desconocer, por tanto, que los errores cometidos provocaron que, mientras en otros países, incluidos aquellos presas fáciles de Cuba 15 años atrás, lograron avanzar y desarrollarse, aquí nos encerramos en una urna de cristal y, evidentemente,  quedamos detenidos en el tiempo.
En la práctica, el concepto de que, en béisbol, Cuba es el ombligo del mundo, es absolutamente falso. Nuestra pelota, heredera de una tradición de casi siglo y medio de historia, parte esencial de nuestra cultura y del espíritu de la nación, sigue siendo cantera inagotable de jugadores capaces de brillar en los más exigentes circuitos del Planeta, necesitan un torneo doméstico que, pese a su buena organización y desarrollo, está urgido de una etapa élite donde se concentre la calidad.
Todos los amantes del béisbol en Cuba y, estoy seguro que en América Latina, estamos contentos con nuestro regreso a la Serie del Caribe y abogamos porque el monarca nacional se mantenga en ese circuito, no solo de invitado, sino como miembro pleno de la Confederación que ayudó a crear y que animó durante 12 ediciones, en siete de las cuales se alzó con el gallardete; de la misma manera que sufrimos el dolor de una actuación que nada tiene que ver con el verdadero nivel cualitativo que tantas estrellas aportó y aporta a la llamada Gran Carpa.
En mi opinión, entre las causas de lo que considero un descalabro mayúsculo y que ya lacera el prestigioso quehacer beisbolero de la Isla por los hasta irrespetuosos comentarios  de medios de prensa del mundo, sobresale el desconocimiento o la subestimación de la calidad de la pelota que se juega en la región y el empeño de cada atleta por defender con toda el alma de manera única para los profesionales hasta el surgimiento del Clásico, la camiseta de su Patria.
Ese fue el primer motivo, además de que nuestros técnicos no fueron capaces de reforzar debidamente al Villa Clara y al escoger los hombres no tuvieron en cuenta las necesidades reales, ni valoraron  la forma de los mismos en el momento del compromiso, por lo que se basaron en su nombre e historia y, además subestimaron tanto la competencia que insistieron en llevar a Ariel Pestano, lastimado, imposibilitado de ayudar al objetivo del equipo. Son muchos los que se preguntan, incluido yo, ¿quién calzaba los arreos en una posición tan difícil si Yulexis La Rosa se hubiera lesionado?
Hay otras muchas interrogantes: ¿Si Villa Clara tenía listos a dos excelentes camareros como Andy Sarduy y Dánel Castro, por qué incluir a un José Miguel Fernández, gran pelotero, pero metido en su peor campaña ofensiva en este momento? ¿Por qué incluir a un Ismel Jiménez que vive la más triste etapa de su carrera?  Si los técnicos cubanos saben que en las ligas profesionales de la región, como en todo este mundo, abundan los bateadores zurdos y ambidextros, ¿por qué no pensaron en el joven tirador pinareño Julio Alfredo Martínez, envuelto en un torneo de ensueño?
Ante el compromiso de enfrentar una Serie del Caribe a la que asisten equipos cuajados de peloteros formados, curtidos, con oficio y apegados a las características de lo que muchos llaman el béisbol moderno, ¿por qué nuestros especialistas se olvidaron de reforzar el pitcheo con uno de los abridores estelares del patio como Vladimir García y de llamar a José Ángel García y a Carlos Juan Viera, los mejores cerradores de la actualidad?
Infelizmente, hay más. Es cierto que en Cuba no hemos asumido, por error evidente, la formación y preparación de los lanzadores para su especialización, pero si esa es una característica actualizada del béisbol mundial, debimos adaptarnos. No es acaso una barbaridad de Ramón Moré y de su principal asesor técnico, Víctor Mesa, a quienes reconozco como entrenadores avezados, relevar a Freddy Asiel Álvarez en el mismo juego de apertura, con Ismel Jiménez que supuestamente era el segundo abridor del equipo? Debo pensar que no había toda la confianza en quienes tenían asignada la función de apagafuegos.
Ante estas consideraciones creo que todo lo demás se infiere. No obstante, el poco feliz retorno a la Serie del Caribe, pudo ser maquillado al final con la extraordinaria labor de Vicyoandri Odelín que, justo es reconocerlo, no lo consideré idóneo para ser refuerzo, y la merecida inclusión de Yuniet Flores y Ramón Lunar en el equipo Todos Estrellas.
Por lo demás, espero un profundo análisis que lleve a considerar uno de los principios del concepto de Revolución expuesto por nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y, que para bien, en la pelota se cambie todo lo que deba ser cambiado, incluido el rescate de la Serie Selectiva, la etapa élite del béisbol  cubano, porque desde que desapareció, no ganamos internacionalmente. ¿Por qué será? ¡Ojala que aprendamos la lección¡

Etiquetas: Béisbol, Serie del Caribe, Isla Margarita, Venezuela, Cuba, República Dominicana, México, Puerto Rico




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