El 23 de enero de 1833 nació en esta tierra rebelde, Vicente García González, el León de Las Tunas; uno de los más reconocidos padres fundadores de nuestra nacionalidad, combatiente sin tregua por la independencia de Cuba frente al coloniaje español.
Hombre de avanzado pensamiento social, lo entregó todo por la Revolución iniciada por Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua el 10 de octubre de 1868, la cual secundó tres días después con el asalto a la villa de Las Tunas, que ocupó con la única excepción de la fortificada iglesia, por no tener explosivos para volar el portón.
Incomprendido por unos, querido y respetado por la mayoría; a pesar de su jerarquía hizo “cantar” el machete redentor en la primera línea de sus fuerzas y combatió no solo en su territorio, sino en Holguín, Bayamo y Camagüey.
El 23 de septiembre de 1876 asaltó y tomó a Las Tunas sin disparar un tiro, a machete limpio, en una audaz acción que tuvo repercusión internacional por considerarse ejemplo de estrategia militar. Los mambises se despojaron de sus camisas y en la oscuridad reinante atacaron a los enemigos que identificaban por tener el torso cubierto.
Durante tres días, la fortificada plaza tunera estuvo en poder de los cubanos, pero antes de retirarse, el 26 de septiembre, Vicente García ordenó el incendio de la villa, el cual comenzó precisamente por su casa, para que el enemigo solo pudiera recoger las cenizas, porque prefería verla quemada antes que esclava.
Durante la lucha de 10 largos años, el Mayor General Vicente García fue jefe de las tropas de Las Tunas y del Departamento Oriental, Secretario de Guerra y Presidente de la República en Armas.
Su amor a la causa de la independencia y su vertical posición ante los intentos traidores de negociar una falsa paz bajo el yugo colonial español, se puso de manifiesto cuando estuvo junto a Antonio Maceo en la Protesta de Baraguá.
El prestigio del León tunero quedó demostrado el 16 de marzo de 1878, un día después de la histórica entrevista con el gobernador de la Isla de Cuba, Arsenio Martínez Campos; cuando en la aprobación de la Constitución de Baraguá, fue proclamado General en Jefe del Ejército Libertador.
Cuando la lucha en la manigua era ya insostenible, Vicente fue el último de los jefes mambises más reconocidos, en abandonar la Patria y solo después de su salida de la Isla fue que la jerarquía española dio por terminada las acciones de la llamada Guerra Grande o de los 10 años.
Es conocido que embarcó hacia Venezuela y en Río Chico, zona rural del estado de Miranda, fundó una cooperativa, en la cual fue acompañado por la mayor parte de sus oficiales más cercanos y varios hombres de tropa.
El 6 de marzo de 1886, cuando se preparaba para regresar a la manigua redentora, fue envenenado por un espía español. Antes de morir pidió a sus hombres que lucharan sin descanso hasta lograr la independencia de Cuba, gesto con el cual ratificaba el porqué Jose Martí, nuestro Héroe Nacional, lo consideró una pieza importante para llevar adelante la Guerra Necesaria.
En el presente libre y soberano de la tierra por la que lo entregó todo, Vicente García, al frente de su pueblo, cabalga sobre el corcel de guerra y alza el machete redentor para cargar contra los enemigos de hoy que, con similares intenciones, pretenden arrebatarnos la independencia conquistada luego de más de un siglo de luchas ininterrumpidas.
Hombre de avanzado pensamiento social, lo entregó todo por la Revolución iniciada por Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua el 10 de octubre de 1868, la cual secundó tres días después con el asalto a la villa de Las Tunas, que ocupó con la única excepción de la fortificada iglesia, por no tener explosivos para volar el portón.
Incomprendido por unos, querido y respetado por la mayoría; a pesar de su jerarquía hizo “cantar” el machete redentor en la primera línea de sus fuerzas y combatió no solo en su territorio, sino en Holguín, Bayamo y Camagüey.
El 23 de septiembre de 1876 asaltó y tomó a Las Tunas sin disparar un tiro, a machete limpio, en una audaz acción que tuvo repercusión internacional por considerarse ejemplo de estrategia militar. Los mambises se despojaron de sus camisas y en la oscuridad reinante atacaron a los enemigos que identificaban por tener el torso cubierto.
Durante tres días, la fortificada plaza tunera estuvo en poder de los cubanos, pero antes de retirarse, el 26 de septiembre, Vicente García ordenó el incendio de la villa, el cual comenzó precisamente por su casa, para que el enemigo solo pudiera recoger las cenizas, porque prefería verla quemada antes que esclava.
Durante la lucha de 10 largos años, el Mayor General Vicente García fue jefe de las tropas de Las Tunas y del Departamento Oriental, Secretario de Guerra y Presidente de la República en Armas.
Su amor a la causa de la independencia y su vertical posición ante los intentos traidores de negociar una falsa paz bajo el yugo colonial español, se puso de manifiesto cuando estuvo junto a Antonio Maceo en la Protesta de Baraguá.
El prestigio del León tunero quedó demostrado el 16 de marzo de 1878, un día después de la histórica entrevista con el gobernador de la Isla de Cuba, Arsenio Martínez Campos; cuando en la aprobación de la Constitución de Baraguá, fue proclamado General en Jefe del Ejército Libertador.
Cuando la lucha en la manigua era ya insostenible, Vicente fue el último de los jefes mambises más reconocidos, en abandonar la Patria y solo después de su salida de la Isla fue que la jerarquía española dio por terminada las acciones de la llamada Guerra Grande o de los 10 años.
Es conocido que embarcó hacia Venezuela y en Río Chico, zona rural del estado de Miranda, fundó una cooperativa, en la cual fue acompañado por la mayor parte de sus oficiales más cercanos y varios hombres de tropa.
El 6 de marzo de 1886, cuando se preparaba para regresar a la manigua redentora, fue envenenado por un espía español. Antes de morir pidió a sus hombres que lucharan sin descanso hasta lograr la independencia de Cuba, gesto con el cual ratificaba el porqué Jose Martí, nuestro Héroe Nacional, lo consideró una pieza importante para llevar adelante la Guerra Necesaria.
En el presente libre y soberano de la tierra por la que lo entregó todo, Vicente García, al frente de su pueblo, cabalga sobre el corcel de guerra y alza el machete redentor para cargar contra los enemigos de hoy que, con similares intenciones, pretenden arrebatarnos la independencia conquistada luego de más de un siglo de luchas ininterrumpidas.
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