En medio de la enconada confrontación ideológica de estos tiempos, en los cuales el imperialismo arrecia su guerra mediática contra Cuba, se sigue insertando de manera irrespetuosa la cita rebuscada y plagada de mala intención, de la obra martiana, para “demostrar”, con increíble desfachatez, que las ideas de nuestro Héroe Nacional se avienen a la cacareada y falsa democracia representativa y al modo de vida del capitalismo en general y de Estados Unidos, en particular.
Aquellos que, dentro y fuera de Cuba , son incondicionales de los enemigos de la tierra que los vio nacer, se atreven a utilizar la figura extraordinaria de José Martí en sus injuriosos panfletos cargados de insultantes mentiras. Son los viles que tenemos y de quienes el Apóstol escribió en el editorial del primer número de Patria, en el cual llamaba a decir la verdad.
El propio gestor de la Guerra de Independencia, iniciada el 24 de febrero de 1895, da respuesta, más de un siglo después, a los traidores que no podrán alinear jamás en el bando de los buenos, de los que aman y construyen, porque su naturaleza los sitúa, de manera inequívoca, entre los malos, en el grupo de los que odian y destruyen.
¿Cómo imaginar siquiera que un hombre ejemplo de sensibilidad humana, de amor infinito a sus semejantes, de profundas convicciones internacionalistas avaladas por su concepción de que Patria es humanidad, pudiera aprobar los crímenes cometidos bajo la falsa bandera de la lucha contra el terrorismo en Iraq, Afganistán y Libia, para citar solo los más recientes?
Ante las pretensiones de Estados Unidos de anexarse esta tierra y tras un infamante artículo publicado en el periódico The Manufacturer, de Filadelfia, Martí responde con su alegato Vindicación de Cuba, aparecido en The Evening Post, de New York, el 25 de marzo de 1889.
Rechazó, categóricamente, el insulto de calificar a los cubanos de “vagabundos míseros y pigmeos inmorales”, y luego de retratar de cuerpo entero al monstruo que conocía porque vivía en sus entrañas, escribió: “Amamos a la Patria de Lincoln, tanto como tememos a la Patria de Cutting.” Claro, que el temor en esta aseveración no tiene nada que ver con miedo, sino con la preocupación de cualquier persona honrada ante la futura amenaza de la naciente potencia en su política neocolonial hacia los países de Nuestra América.
Y para quienes entonces soñaban con la anexión- oscuro sentimiento válido para los traidores de hoy- Martí aseguró: “La lucha no ha cesado (...) La nueva generación es digna de sus padres. Solo con la vida cesará entre nosotros la batalla por la libertad...”
Cinco años después, el 23 de marzo de 1894, en el artículo La verdad sobre los Estados Unidos, publicado en Patria, nuestro Héroe Nacional responde a algunas figuras ilustres de Venezuela y Argentina, quienes les pidieron no centrar sus trabajos en la crítica a la sociedad yanqui:
“Pero no augura, sino certifica el que observa cómo en los Estados Unidos, en vez de apretarse las causas de unión, se aflojan (...) Se corrompe y aminora la democracia, y renacen, amenazantes, el odio y la miseria, y no cumple con su deber quien lo calla, sino quien lo dice (...) Es preciso que se sepa en nuestra América la verdad sobre los Estados Unidos.”
Con lo citado resultaría suficiente, mas los que pretenden apoyarse en las Doctrinas Martianas para propugnar la desunión entre los cubanos, con el objetivo de minar su posición de principios, debían remitirse al Manifiesto de Montecristi, suscrito por Martí y Máximo Gómez, el 25 de marzo de 1895.
En aquel documento programático de la Revolución, el Apóstol proclama la unión de todos, sin distingo de clase, raza o credo, alrededor del Partido Revolucionario Cubano, para conquistar una República en la que “ la Ley primera sea el respeto a la dignidad plena del hombre.” ¿Hace falta más?
Fuentes:
- José Martí, Obras completas (Tomos II y III)
- Revista Cuba Socialista, diciembre de 1981
Aquellos que, dentro y fuera de Cuba , son incondicionales de los enemigos de la tierra que los vio nacer, se atreven a utilizar la figura extraordinaria de José Martí en sus injuriosos panfletos cargados de insultantes mentiras. Son los viles que tenemos y de quienes el Apóstol escribió en el editorial del primer número de Patria, en el cual llamaba a decir la verdad.
El propio gestor de la Guerra de Independencia, iniciada el 24 de febrero de 1895, da respuesta, más de un siglo después, a los traidores que no podrán alinear jamás en el bando de los buenos, de los que aman y construyen, porque su naturaleza los sitúa, de manera inequívoca, entre los malos, en el grupo de los que odian y destruyen.
¿Cómo imaginar siquiera que un hombre ejemplo de sensibilidad humana, de amor infinito a sus semejantes, de profundas convicciones internacionalistas avaladas por su concepción de que Patria es humanidad, pudiera aprobar los crímenes cometidos bajo la falsa bandera de la lucha contra el terrorismo en Iraq, Afganistán y Libia, para citar solo los más recientes?
Ante las pretensiones de Estados Unidos de anexarse esta tierra y tras un infamante artículo publicado en el periódico The Manufacturer, de Filadelfia, Martí responde con su alegato Vindicación de Cuba, aparecido en The Evening Post, de New York, el 25 de marzo de 1889.
Rechazó, categóricamente, el insulto de calificar a los cubanos de “vagabundos míseros y pigmeos inmorales”, y luego de retratar de cuerpo entero al monstruo que conocía porque vivía en sus entrañas, escribió: “Amamos a la Patria de Lincoln, tanto como tememos a la Patria de Cutting.” Claro, que el temor en esta aseveración no tiene nada que ver con miedo, sino con la preocupación de cualquier persona honrada ante la futura amenaza de la naciente potencia en su política neocolonial hacia los países de Nuestra América.
Y para quienes entonces soñaban con la anexión- oscuro sentimiento válido para los traidores de hoy- Martí aseguró: “La lucha no ha cesado (...) La nueva generación es digna de sus padres. Solo con la vida cesará entre nosotros la batalla por la libertad...”
Cinco años después, el 23 de marzo de 1894, en el artículo La verdad sobre los Estados Unidos, publicado en Patria, nuestro Héroe Nacional responde a algunas figuras ilustres de Venezuela y Argentina, quienes les pidieron no centrar sus trabajos en la crítica a la sociedad yanqui:
“Pero no augura, sino certifica el que observa cómo en los Estados Unidos, en vez de apretarse las causas de unión, se aflojan (...) Se corrompe y aminora la democracia, y renacen, amenazantes, el odio y la miseria, y no cumple con su deber quien lo calla, sino quien lo dice (...) Es preciso que se sepa en nuestra América la verdad sobre los Estados Unidos.”
Con lo citado resultaría suficiente, mas los que pretenden apoyarse en las Doctrinas Martianas para propugnar la desunión entre los cubanos, con el objetivo de minar su posición de principios, debían remitirse al Manifiesto de Montecristi, suscrito por Martí y Máximo Gómez, el 25 de marzo de 1895.
En aquel documento programático de la Revolución, el Apóstol proclama la unión de todos, sin distingo de clase, raza o credo, alrededor del Partido Revolucionario Cubano, para conquistar una República en la que “ la Ley primera sea el respeto a la dignidad plena del hombre.” ¿Hace falta más?
Fuentes:
- José Martí, Obras completas (Tomos II y III)
- Revista Cuba Socialista, diciembre de 1981
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