En casi 71 años de vida y alrededor de 50 de periodista profesional, este domingo 29 de septiembre lo valoro como uno de los días más importantes de mi existencia, cuando fui honrado con la entrega del más alto reconocimiento que otorga el ICRT, el Micrófono de la Radio Cubana, en la Gala por el aniversario 60 de la emisora provincial Radio Victoria, la cual tuvo de escenario el Teatro Tunas, de esta ciudad
Fue una ceremonia ágil, sencilla,
pero de una carga emocional extraordinaria, sobre todo por el homenaje a los
más sobresalientes hacedores de la radio en Las Tunas, incluidos aquellos que
ya no están con nosotros, como Rafael Urbino Santoya y otros que por la
avanzada edad o por problemas de salud ya no están activos, en cuyo caso se
encuentran Neydo Arsenio García, Miguel López Montes y Eddy López Sánchez.
Muy merecido el reconocimiento
del Instituto Cubano de Radio y Televisión al colectivo de Radio Victoria por
estas seis décadas de labor ininterrumpida, el cual recibió la Directora General
Aliuska Barrios Leyva, como lo fue también los premios a los jóvenes más
destacados, a quienes sobresalieron en los diferentes frentes de combate,
quienes hacen posible cada día, durante las 24 horas, que la planta principal
de esta provincia, cultive una audiencia extraordinaria no solo en el
territorio, sino en otras zonas del país, tan alejadas de aquí como Matanzas,
Isla de la Juventud,
Santiago de Cuba y Guantánamo; además del Premio al periodismo radial por la Obra de la Vida, alcanzado por el
veterano reportero y redactor, Oscar Herrera García.
Particularmente emocionante
resultó la entrega del Micrófono. Junto conmigo recibieron el significativo
estímulo, el también periodista Julio César Pérez Viera, corresponsal en Las Tunas de la emisora nacional Radio
Progreso y la destacada escritora y asesora en la programación de Radio
Victoria, Miriam Vega.
Confieso que, pese a la
satisfacción que sentí al recibir todas las anteriores distinciones, incluido
el Premio Provincial de Periodismo Rosano Zamora Padín por la Obra de la Vida, cuando recibí el
Micrófono de manos de mi querida colega Aliuska Barrios, la emoción me nubló
los ojos y temí, por momentos, que las piernas se me doblaran para provocar una
caída. Me sobrepuse y pude reaccionar favorablemente, contento, feliz, ante el
aplauso cariñoso de los colegas y amigos entrañables, presentes en la sala.
Siempre, desde que escribí mi
primer trabajo y en cinco décadas de periodista profesional en prensa escrita,
radio, televisión y los medios digitales en los últimos años, lo hice de manera
absolutamente desinteresada, por amor a este oficio que tanto reconoció nuestro
José Martí, jamás laboré pensando en premios o medallas, pero cuando ese
esfuerzo, esa entrega, esa fidelidad a la sociedad que nos sustenta, a la Revolución y al pueblo,
son reconocidos de alguna manera, tengo que embriagarme de emoción y de sano
orgullo, al tiempo que me siento comprometido a seguir en la primera línea de la Batalla de Ideas y
mantenerme hasta el último aliento.
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