Aquel pionero del periodismo en
este territorio, pese a estar marcado por las restricciones propìas de una
colonia sometida a los designios de su metrópolis, reflejó los acontecimientos
culturales, económicos y las penurias de la mayoría por los pocos empleos que
generaban la producción agrícola y especialmente la ganadería, el renglón más
importante de sus extensas llanuras.
Lamentablemente solo se ha podido
conocer un solo ejemplar de El Hórmigo,
aunque los investigadores llegaron al consenso de que la publicación se mantuvo
con salida semanal hasta poco después de estallar la llamada Guerra Grande o de
Los 10 años y no resurgió al término de la contienda luego del oneroso Pacto
del Zanjón y la viril Protesta de Baraguá encabezada por el Titán de Bronce,
Antonio Maceo.
No obstante, de aquella semilla
nació un continuador de la prensa local. En las máquinas impresoras del taller El Iris, propiedad del criollo Don Juan
Aguilar Cordero se dio vida al semanario El
Novel, hecho ocurrido el domingo 2 de enero de 1887 y que significó un
impulso notable en la vida social de la villa.
El Novel trascendió porque, ademas de las informaciones oficiales
emitidas por las autoridades coloniales y las emanadas del quehacer general de
la población y los anuncios comerciales, reflejó de manera sustancial el
movimiento cultural, incluídas las obras poéticas, características de la zona.
Los problemas de índole económica, sin embargo, provocaron su desaparición el
10 de julio del propio año 1887, tras la edición de 27 números.
La frustración que sufrió el
pueblo cubano por la intervención grosera de Estados Unidos, país que escamoteó
la victoria del Ejército Libertador sobre España, no apagó las ansias de
independencia y los tuneros, de probado patriotismo, también buscaron la forma
de informar sobre todas sus actividades y hacer realidad el derecho a
manifestarse sobre la gestión de las nuevas autoridades que, supuestamente,
representaban sus intereses.
La aspiración pudo concretarse y
la semilla de El Hórmigo germinó por
la disposición del joven aficionado al periodismo, Rafael Zayas González, quien
bajo el seudónimo de Cabaniguán, en 1904 comenzó a situar, en las vidrieras de
los establecimientos comerciales, hojas de papel manuscritas con las
informaciones del quehacer de los tuneros. Aquel singular periódico fue
bautizado por su autor como El Hórmigo
(segunda era)
Fue entonces que, cinco años
después, Rafael Zayas González, catalogado como el Padre del Periodismo en Las
Tunas, puso todo su esfuerzo y capital personal, para darle continuidad a la
tradición local con la fundación de El
Eco de Tunas el 3 de noviembre de 1909, a medio siglo de nacido El Hórmigo.
La flamante publicación,
convertida en orgullo no solo de la ciudad, sino de la comarca, se editaba dos
veces a la semana con ocho páginas de tamaño estándar y se mantuvo al servicio
de las mejores causas hasta el 31 de diciembre de 1962, cuando de manera
espontánea entregó sus talleres a las autoridades revolucionarias.
Todos los que hemos hurgado en
los archivos de la más representativa de
las publicaciones tuneras en los años de frustración republicana, sabemos la
claridad y valentía de los temas medulares de la sociedad, abordados por Rafael
Zayas o algunos de sus colaboradores, como Gilberto E. Rodríguez, en medio de
las limitaciones impuestas por los más recalcitrantes gobernantes de la época.
Decenas de otros periódicos tuvo
la entonces Victoria de Las Tunas desde 1909 hasta el triunfo de la Revolución y todos, en
mayor o menor medida, fueron capaces de reflejar el quehacer de una comunidad
patriótica y laboriosa, amante de la libertad y de la justicia, pese a que sus
necesidades de financiamiento obligaban a muchos anuncios comerciales, la
crónica social y las campañas electoreras.
La tradición periodística dio
vida a la prensa revolucionaria que, a pesar de la efímera aparición de un par
de publicaciones creadas por jóvenes aficionados a esta profesión, surgió
oficialmente el 17 de mayo de 1963, con la edición príncipe del semanario El Trabajador, único que se conozca en
la historia del país, realizado por informadores voluntarios, incluido su
director, a la sazón secretario de la Comisión de Orientación Revolucionaria del
Partido en Victoria de Las Tunas, Rosano Zamora Padín, sin la presencia de un solo profesional.
Poco a poco y como parte del
programa de superación de los trabajadores del sector, impulsado por la
dirección política del país a través de la Unión de Periodistas, en Las Tunas, como en todo
el país, surgieron los egresados de la
carrera de Periodismo, creada en las universidades de La Habana y de Oriente. Los
nuevos encargados de defender la primera trinchera en la Batalla de Ideas, ya
estaban listos y, sobre todo, convencidos de que el aprendizaje sigue, te exige
todos los días y, que nadie lo dude, termina solo con la muerte.
En las nuevas condiciones, los
periodistas tuneros les dimos vida a todas las publicaciones semanales que
siguieron a El Trabajador hasta la
fundación del prime diario en la
historia de esta comarca, el 26,
nacido el 26 de julio de 1978 que, por los avatares del Período Especial, se
transformó hasta hoy en semanario, hermano gemelo del cotidiano digital de
similar nombre y que esparce la verdad de Cuba por todo el mundo a través de la
red de redes.
Los frutos del árbol sembrado por
Manuel Nápoles Fajardo, el hermano de El Cucalambé, son mejores en cada
cosecha, pese a la distancia temporal de 154 años. Son tan fuertes sus raíces
que propician los éxitos reconocidos de la comunidad periodística tunera, fiel
exponente de la prensa que intentamos
mejorar en los tiempos de cambio que la contemporaneidad exige, pero
siempre con el objetivo de perfeccionar nuestro socialismo.
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