viernes, diciembre 08, 2006


Derechos humanos en Cuba
Reflexiones en una fila
Por István Ojeda Bello

Mientras esperaba el turno para comprar el pollo en la carnicería de mi barrio me detuve por un momento ante la pizarra que anuncia los diferentes productos en venta. Bien arriba podía leerse: “Pollo de población”.
Esa escueta frase encierra, sin embargo ideas mucho más complejas. Algo así como: “Este producto es para todos, no importa si usted es comunista o milita en alguno de los grupúsculos asalariados del Imperio. Somos equitativos, no le preguntamos si es ateo, asiste regularmente a misa o tiene un altar de Changó en su casa. Tampoco es menester tener algún familiar en exterior.”
Más abajo, escrito con letra apurada, otras palabras, también pocas, pero igual de contundentes: “dieta de embarazadas” y “colesterol”. El primer enunciado cobró vida cuando apareció una joven embarazada. Entonces todos recordamos que además de la prioridad en la fila, por su estado de gestación ella tiene derecho a una dieta especial. La segunda expresión se hizo efectiva varias veces, cuando alguna persona exhibía el papel acreditativo de estar recibiendo algún tratamiento médico donde las grasas de origen animal están contraindicadas. En consecuencia su pollo se le sustituye por pescado.
Durante la espera, las conversaciones eran lógicamente de múltiples temas. No obstante ninguno de los presentes aludió a algún asesinato político recién ocurrido, ni la desaparición de alguien, mucho menos a represiones policiales o detenciones ilegales.

Críticos con tejado de vidrio

Cuando a inicios de los 80 en la Casa Blanca creyeron haber encontrado la fórmula para desacreditar a la Revolución Cubana, diciendo que los habitantes de este archipiélago sufrían de violaciones de los derechos humanos obviaron las contundentes realidades escondidas tras una escena cotidiana como la anterior. Lo que es peor: cometieron la torpeza de entrar en un campo donde tienen los pies de barro.
Ni siquiera es preciso recordar que tener un partido único en este país no quiere decir que él determine la composición del Parlamento o el Consejo de Estado. Tampoco es necesario destacar los evidentes avances de Cuba en la garantía de la alimentación básica, la atención médica y la educación para sus ciudadanos . El oscuro historial de Estados Unidos y la Unión Europea en materia de derechos humanos los descalifican para siquiera hablar del tema.
En el 2003 se pretendió crucificarnos por aplicar, tras una moratoria de varios años, la pena de muerte a los secuestradores de una lancha. Washington en cambio, es el segundo país que más aplica la pena capital. Más de una vez a reos con enfermedades metales o como resultado de procesos judiciales sin las garantías constitucionales de los acusados.
Por otro lado, varios de los más “prominentes” críticos de tratamiento que La Habana da a sus presos tienen que guardar silencio, al recordárseles varios hechos: Los dos millones de niños que hoy trabajan en todo el Reino Unido y los miles de independentistas irlandeses encarcelados por los gobiernos británicos, sin olvidar a diez huelguistas de hambre muertos en 1981. Igual suerte corrió Holger Meins líder de la Rote Armee Fraktion (Fracción del Ejército Rojo) fallecido en las cárceles alemanas en 1974.
Tampoco España puede abrir la boca. Las siglas: GAL son suficientes para enmudecerlos porque sacan a la luz quien sabe cuantas ejecuciones extrajudiciales.
Para los “guardianes de la democracia” y cínicos eternos preocupados por los derechos humanos en Cuba basten señalarles algunos sitios: Abu Ghraib, Base Naval de Guantánamo y Nueva Orleáns para demostrar su desprecio, no ya por la población civil de otros países, sino incluso por sus propios ciudadanos.
Quizás ellos puedan exhibir su abundancia, levantada sobre la pobreza de tres cuartas partes del orbe. Empero Cuba demuestra que con verdadera voluntad política pueden edificarse una sociedad con verdadera justicia y democracia para todos. Así, vuelvo a mirar la fila y pienso en cuántos derechos humanos tenemos los cubanos.

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