lunes, diciembre 04, 2006

Mundial masculino de Voleibol
El puesto 16 no se corresponde con la calidad de Cuba

Nada feliz ha sido la incursión de Cuba en los recién concluidos campeonatos mundiales de voleibol, en uno y otro sexo. Primero, el séptimo peldaño de las chicas y ahora, un puesto 16 que no se corresponde con la capacidad teórica de nuestro plantel varonil.
En su momento expuse mis consideraciones acerca de la actuación de la versión actual de las Espectaculares morenas del Caribe, algo que haré sobre el quehacer de los muchachos de Roberto Díaz, quienes quedaron lejos de sus posibilidades potenciales.
Es cierto que la falta en la cancha de dos hombres vitales en la formación tricolor, como Osmani Juantorena y Raydel Poey, obligó a darle grandes responsabilidades a figuras en desarrollo como Máikel Sánchez, Raydel Corrales, Oriol Camejo y Roberlandis Simón; pero la gran realidad es que fueron demasiados los errores cometidos, sobre todo en el recibo y el servicio.
La calidad del voleibol mundial en la rama masculina, ha crecido mucho y la falta de “horas de vuelo”, de tope con escuadras de la élite, limita sobremanera lo que puedan hacer nuestros muchachos en la cancha.
Potencialmente, la selección nacional cubana, cuajada de figuras muy jóvenes, talentosas; tiene calidad para aspirar a un puesto entre las ocho primeras del mundo, pero solo con entrenamiento no se puede alcanzar el nivel práctico capaz de discutir tú a tú con sextetas formadas por hombres curtidos en las principales ligas, además de representar a países con fortísimos torneos domésticos.
Todas estas son razones que explican la desventaja del equipo cubano; sin embargo, es preciso reconocer que el juego de los nuestros tiene fisuras proclives a resolverse en el proceso de preparación que se realiza en el Centro de Alto Rendimiento Cerro Pelado.
Los problemas de la defensa de campo, que persisten hace muchísimos años; debían haberse resuelto en gran medida y los de la recepción pudieran solucionarse en un alto porcentaje con la práctica sistemática mediante repeticiones de servicios por parte de los propios jugadores nuestros con probada fuerza en el saque.
La nueva concepción del servicio en función de ataque, es muy importante, pero hay momentos del juego en el que adquiere un fundamento táctico, de manera que es preciso meter el balón en la cancha contraria y evitar los tantos regalados por errores a veces fatales en la lucha por dominar un set.
Es necesario trabajar duro en el complejo uno y sobre todo en el pase, base fundamental para materializar un buen ataque. El pasador tiene que ser creativo y conjurar la defensa rival en la net, a base de variaciones en la altura del acomodo, principalmente en las jugadas rápidas por el centro.
Hay que trabajar en todas estas deficiencias, pero además, es preciso reconocer que el comportamiento de los jugadores es inestable. Falta tope, es verdad; se necesita enfrentar a los mejores del mundo para ganar en experiencia; pero ¿por qué en un momento dado, en todo un set, el comportamiento es brillante y después, de buenas a primeras, se produce un desplome total?
A pesar de la juventud, del escaso fogueo y de las aparentemente insolubles deficiencias que lastran la defensa del voleibol cubano; el voleibol masculino es mucho más que lo visto en este Campeonato Mundial.
Desde finales de la década del 80 y toda la del 90 del siglo pasado; Cuba fue la principal potencia del voli universal; nuestros equipos de uno y otro sexo se ubicaban entre los cuatro o seis primeros. ¿No puede recuperarse el terreno perdido? Yo creo que sí porque material humano hay y también técnicos capaces.
En el 2007 serán los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, Brasil, es una buena oportunidad para trabajar duro en estos meses y conseguir un buen resultado en las dos ramas. Es difícil, sobre todo por la calidad alcanzada por Brasil, Argentina, República Dominicana, Venezuela y Puerto Rico, fundamentalmente; pero sí se puede. La familia cubana del voli, tiene la palabra.

No hay comentarios: