Al piano mi princesa
Fueron momentos de sublime expectación. Este domingo 7 de marzo, el pequeño teatro del museo provincial Mayor General Vicente García, estaba repleto: estudiante de la especialidad de piano en la escuela vocacional de arte El Cucalambé protagonizarían un singular concierto.
Allí estaba yo, en la segunda fila, con el cuerpo sacudido por ligeros temblores de emoción, los cuales no tenía forma de controlar. Mi primera nieta, Lucía Laura Batista Polanco, hija de mi primogénito, el reconocido trovador cubano Norge Batista Albuerne; debutaría en público con sus escasos nueve años a punto de cumplir.
Tras la solemne presentación, otro motivo para acrecentar la emotividad entre los familiares presentes: Lucía, alumna de primer año, sería la encargada de abrir el programa con la ejecución de una de las clases, ella sola y luego otra a cuatro manos junto a su profesora.
En ambos casos las ejecuciones fueron breves, sobre todo la primera, pero mi princesa lo hizo con tanta seguridad, con tal naturalidad que arrancó un aplauso atronador y gritos de ¡bravo! de un público pequeño, pero conocedor, acostumbrado a disfrutar de estos conciertos que, por suerte, se repiten regularmente en la ciudad de Las Tunas.
La imagen de mi princesita sentada al piano me acompañará mientras viva. Su figurita menuda, linda, su rostro serio mientras acariciaba el teclado con sus manitas finas, bien cuidadas y la sonrisa radiante brindada al auditorio al término de su ejecución; hicieron que, en ese momento, me sintiera orgulloso y el más feliz de los mortales.
Pero la satisfacción no fue solo por lo que significa ver a mi nievecita dando sus primeros pasos hacia el objetivo de convertirse en pianista, sino por el desfile de otros talentosos niños y niñas de diferentes años de estudios, quienes regalaron un concierto inolvidable a las mujeres por su Día Internacional.
Fue una jornada cargada de sensibilidad, de expectación ante el talento de estos niños y adolescentes que, de la mano de profesores como la incansable Indira Mastrapa; constituyen garantía del crecimiento cultural que experimenta la provincia.
Actos como este solo son posibles en un país en Revolución, donde la cultura no es exclusiva de las élites, de los poderosos; sino patrimonio de todo el pueblo. Es la materialización de las inmortales ideas de José Martí, quien sentenció claramente: Ser cultos es la única manera de ser libres.
Fueron momentos de sublime expectación. Este domingo 7 de marzo, el pequeño teatro del museo provincial Mayor General Vicente García, estaba repleto: estudiante de la especialidad de piano en la escuela vocacional de arte El Cucalambé protagonizarían un singular concierto.
Allí estaba yo, en la segunda fila, con el cuerpo sacudido por ligeros temblores de emoción, los cuales no tenía forma de controlar. Mi primera nieta, Lucía Laura Batista Polanco, hija de mi primogénito, el reconocido trovador cubano Norge Batista Albuerne; debutaría en público con sus escasos nueve años a punto de cumplir.
Tras la solemne presentación, otro motivo para acrecentar la emotividad entre los familiares presentes: Lucía, alumna de primer año, sería la encargada de abrir el programa con la ejecución de una de las clases, ella sola y luego otra a cuatro manos junto a su profesora.
En ambos casos las ejecuciones fueron breves, sobre todo la primera, pero mi princesa lo hizo con tanta seguridad, con tal naturalidad que arrancó un aplauso atronador y gritos de ¡bravo! de un público pequeño, pero conocedor, acostumbrado a disfrutar de estos conciertos que, por suerte, se repiten regularmente en la ciudad de Las Tunas.
La imagen de mi princesita sentada al piano me acompañará mientras viva. Su figurita menuda, linda, su rostro serio mientras acariciaba el teclado con sus manitas finas, bien cuidadas y la sonrisa radiante brindada al auditorio al término de su ejecución; hicieron que, en ese momento, me sintiera orgulloso y el más feliz de los mortales.
Pero la satisfacción no fue solo por lo que significa ver a mi nievecita dando sus primeros pasos hacia el objetivo de convertirse en pianista, sino por el desfile de otros talentosos niños y niñas de diferentes años de estudios, quienes regalaron un concierto inolvidable a las mujeres por su Día Internacional.
Fue una jornada cargada de sensibilidad, de expectación ante el talento de estos niños y adolescentes que, de la mano de profesores como la incansable Indira Mastrapa; constituyen garantía del crecimiento cultural que experimenta la provincia.
Actos como este solo son posibles en un país en Revolución, donde la cultura no es exclusiva de las élites, de los poderosos; sino patrimonio de todo el pueblo. Es la materialización de las inmortales ideas de José Martí, quien sentenció claramente: Ser cultos es la única manera de ser libres.
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