lunes, marzo 12, 2012

Arrecia la lucha oir pase a postemporada en el béisbol nacional



Las Tunas, Cuba.- Cuando restan menos de 30 partidos en el calendario clasificatorio de la Serie 51 de la pelota nacional, la lucha por los boletos a la postemporada se hace más encarnizada, especialmente en la zona oriental, en la que son siete los conjuntos que tienen posibilidades de alcanzar una de las cuatro plazas en disputa.
En este grupo del este, Villa Clara, Las Tunas, Ciego de Ávila y Granma, presentan las mayores probabilidades, dados los resultados hasta el momento, pero es evidente que no pueden resbalar, debido a la presión que hacen, desde atrás, novenas con tradición y fuerza como Santiago de Cuba, Holguín y Guantánamo, las cuales van a dar la batalla hasta el juego 96.
Desde mi punto de vista, en la región oeste solo aparece la cuarta posición como verdadera manzana de la discordia, con Pinar del Río y Sancti Spíritus de protagonistas principales, porque Industriales, Matanzas y Cienfuegos no tendrán problemas para mantener sus puestos, en tanto que Metropolitanos, Artemisa, Isla de la Juventud y Mayabeque, no constituyen amenaza alguna.
En las últimas subseries, solo hubo una barrida, la que propinó Ciego de Ávila a Mayabeque, con victorias 2-1 de Camagüey, Industriales, Sancti Spíritus, Villa Clara, Pinar del Río, Granma y Holguín, sobre Artemisa, Cienfuegos, Metropolitanos, Isla de la Juventud, Las Tunas, Santiago de Cuba y Guantánamo, respectivamente.
Si esta tendencia, por demás lógica, se mantiene, estoy seguro de que en par de semanas se habrá despejado de manera clara, qué novenas estarán en la lucha por las medallas y los mentores de las mismas podrán ir preparando su estrategia de postemporada, especialmente en cuanto a qué rival es más conveniente para enfrentarlo en la etapa de cuartos de final y cómo va a rotar su cuerpo de lanzadores.
Tras los resultados del domingo, en occidente manda Industriales (42-27), seguido de Matanzas (40-26), Cienfuegos (35-31), Pinar del Río (35-35), Sancti Spíritus (32-37), Metropolitanos (28-38), Artemisa (27-36), Isla de la Juventud (22-44) y Mayabeque (20-46), en tanto que Villa Clara está solo en la cima del oriente (41-24), por delante de Las Tunas (42-27), Ciego de Ávila (40-27), Granma (38-31), Santiago de Cuba (35-32), Holguín y Guantánamo (34-35) y Camagüey (29-40)
Este lunes se inician nuevos e interesantes duelos, pero la selección de esta provincia se acogerá a su segundo y último descanso reglamentario, situación que, desde mi punto de vista, tiene doble filo, porque independientemente de que los atletas tendrán actividad en su preparación, puede haber tendencia al relajamiento excesivo e incidir en una baja durante la etapa decisiva del torneo.
De tal manera, el colectivo de dirección, encabezado por el debutante mentor, Juan Miguel Gordo, debe adoptar las medidas que permitan una recuperación del rendimiento general que, evidentemente, había mermado cuando solo se ganaron cuatro de los últimos 10 partidos celebrados en su cuartel general del estadio Julio Antonio Mella, frente a Matanzas, Villa Clara y Pinar del Río.
Todos los juegos son importantes, en cada salida es preciso salir en busca del éxito, pero no cabe la menor duda acerca de que, en esta recta final, ningún conjunto bien ubicado se puede dar el lujo de patinar, a pesar de que se necesita “hilar fino” para mantener el rendimiento cuando ya el peso de la campaña se hace sentir en el físico de cada pelotero, especialmente de los serpentineros, quienes tendrán una mayor exigencia en las duras batallas de los play off.
No puedo pasar por alto en mis cotidianas reflexiones sobre la campaña beisbolera cubana, algunos acontecimientos que dejan mucho que desear, como el increíble partido que ganó Sancti Spíritus cómodamente frente a Metropolitanos el viernes y le fuera confiscado por utilizar a un jugador inhabilitado para actuar al encontrarse en el listado de la reserva. ¿Cómo es posible que Ruperto Zamora, el director, y todo el resto del cuerpo técnico de los Gallos no se percataran de algo tan elemental? Sinceramente, semejante despiste es inconcebible?
Por otra parte, he visto muchas situaciones en las cuales los árbitros no actúan en concordancia con la autoridad que les asiste en un partido de béisbol. En una pelota que cuenta con una buena cantidad de oficiales probados, la mayoría con experiencia años en nuestros torneos y hasta en eventos de carácter internacional, hay cosas que, desde mi óptica personal, no se pueden admitir.
He sido y soy, un defensor a ultranza del trabajo de los árbitros en la pelota nacional, por su capacidad, profesionalidad, imparcialidad y respeto a la hora de impartir justicia; pero de la misma manera que admito que pueden equivocarse en su condición de seres humanos, obligados a decidir en fracciones de segundos, tengo que reconocer que, por ejemplo, en la aplicación de la zona de strike, todavía queda camino por andar, fundamentalmente en cuanto a los lanzamientos a la altura de las axilas.
La zona de strike es una sola: Se canta bueno todo lanzamiento que pase por encima del jon desde debajo de las rodillas hasta las axilas, perímetro delimitado, lógicamente, por la estatura del bateador y teniendo en cuenta la posición que adopta en el cajón de bateo, es decir, erguido o inclinado sobre el área por donde deben cruzar los lances del pítcher.
En Cuba hemos tenido la tendencia a lo que se conoce como “abrir la zona” y que lleva a cantar como buenos lanzamientos que están separados hasta cinco centímetros y más por dentro o por fuera desde la óptica horizontal, en tanto que aquellos que, verticalmente pasan por encima del jon y hasta la altura de las letras, no se acreditan strike. ¿Qué pasa? En los eventos internacionales, donde se aplica correctamente la regla de la zona de strike, entonces nuestros peloteros no le van a esos pitcheos y suelen quedar “con la carabina al hombro”.
Otro elemento distintivo de los últimos campeonatos cubanos es la excesiva demora de los juegos por razones que deben ser resueltas por los árbitros, especialmente las constantes protestas de conteos o de jugadas de apreciación que no pueden admitirse, además de la no aplicación de la regla de los 12 segundos a los pítchers por recrearse innecesariamente en el box. Y, por supuesto, la pasividad ante los verdaderos “shows” de jugadores y directivos que, al final, determinan que los partidos no puedan ser controlados, provocando que las acciones se les “vayan de las manos” a los encargados de impartir justicia.
No son pocos los casos de esta naturaleza ocurridos en esta temporada, pero voy a argumentar solo con lo ocurrido en el partido dominical del estadio Julio Antonio Mella, de esta ciudad, entre los conjuntos de Pinar del Río y Las Tunas, en el cual salieron expulsados los mentores respectivos, Juan Castro y Juan Miguel Gordo y el lamentable hecho de que estuvo a punto de ocurrir una bochornosa riña entre jugadores vueltabajeros y parte del público ubicado por la parte derecha del graderío.
Con el partido ampliamente favorable a Pinar del Río en el principio del sexto capítulo, el zurdo local Yudiel Rodríguez le hizo un envío en rompimiento a Yosvani Peraza, se le encimó y lo golpeó. Acto seguido y en una actitud sorprendente en una persona como Juan Castro, salió disparado del banco y, de forma airada, exigió al árbitro Blas Guillén que debía expulsar al tirador local por haberlo hecho de manera intencional; tal fue el show que el principal se vio obligado a sacar a Juanito del choque.
Cuando se reanudaron las acciones, Juan Castro, situado a un lado del palco por detrás del jon, comenzó a provocar a Juan Miguel Gordo y lo acusó de haber ordenado que dieran el pelotazo a Peraza. El objetivo era provocar a Gordo y lo consiguió, porque este avanzó hacia él, momento en el que el árbitro Blas Guilén, procedió a expulsar al manager local, cuando debió interponerse y ordenar a Castro que se marchara del lugar donde no podía encontrarse, luego de haberlo sancionado por una actitud antideportiva.
Pero el colmo ocurrió dos episodios después, cuando de manera inexplicable y luego de que el relevista local Carlos Viera, hiciera un envío pegado a Lázaro Blanco, el equipo pinareño en pleno salió del banco, bates en mano y junto a él, el mentor Juan Castro. ¿Cómo es posible que un manager expulsado se mantuviera en el banco y, además, pudiera salir a discutir una situación específica en el terreno?
Para mi es evidente que el grupo de árbitros no tuvo control del juego. De acuerdo con el reglamento, desde la indebida provocación de Juan Castro, lo correcto era darle un tiempo que regularmente es de 10 minutos, para que abandonara el terreno luego de ser expulsado. Si la situación se mantenía podía aplicarse, con apego a las reglas, la confiscación del choque a Pinar del Río.
Además, lo sucedido después, con Juan Castro en el banco de su equipo, cuando estaba fuera de juego, no tiene antecedente en la pelota nacional. Y mucho menos que saliera a protestar una jugada, lo cual era más que suficiente para sancionar al actual campeón nacional y obligar a un técnico que, hasta ahora, había sido una gloria deportiva ejemplar, a darle una explicación no solo al pueblo pinareño, sino al tunero y al de toda Cuba.

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