jueves, septiembre 25, 2008

Aniversario 50 del triunfo de la Revolución
Reveses que abonaron la victoria
En los días finales de septiembre de 1958 y tras el paso por el territorio de la actual provincia de Las Tunas, de las columnas invasoras Antonio Maceo y Ciro Redondo, al mando de los comandantes Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara; los éxitos de la guerrilla se multiplicaban; sin embargo, no faltaron algunos reveses significativos.
Es así que tras las columnas invasores descendió hacia el llano la número 11, dirigida `por el capitán Jaime Vega, la cual tenía de objetivo supremo el establecimiento del Frente Camagüey.
En territorio que hoy ocupa esta provincia, la rferida columna recibió el apoyo del Movimiento 26 de Julio, principalmente del joven revolucionario de la zona de Francisco Guayabal, Pedro Plaza, quien cayera en manos de las fuerzas de la tiranía.
El 26 de septiembre, Pedro Plaza fue obligado por los esbirros a vestirse con uno de sus uniformes y a montar en el primer camión de una caravana militar, con el objetivo de que los guiara hasta el campamento rebelde, pero éste aceptó porque sabía de la existencia de minas en el caminó y voló por los aires con la explosión, en la llamada emboscada de Corea.
Sin embargo, el combate que se originó tras este suceso, permitió a las fuerzas de la tiranía conocer la ubicación exacta de la columna rebelde y aprovechar las condiciones del terreno para realizar rápidos desplazamientos, encaminados a situar emboscadas a lo largo de la ruta escogida.
El capitán Jaime Vega, quien tenía la intención de llegar lo más rápidamente posible a la zona de Ciego de Ávila, ordenó continuar la marcha a bordo de vehículos la misma noche del 26 de septiembre; pese a la oposición del resto de los oficiales, especialmente el también capitán José “Pepe” Botello, quien sugirió seguir a pie por los lugares más intrincado para eludir las emboscadas enemigas.
La caravana se puso en marcha a las 2:00 de la madrugada del día 27, precedida por un automóvil en el que viajaban los miembros de la jefatura. El grueso de la tropa se acomodó como pudo en cuatro camiones.
Solo diez minutos después de la partida y en las proximidades del batey conocido por Pino tres, una verdadera lluvia de balas cayó sobre los ocupantes de los camiones. En medio del tiroteo, Jaime Vega insistió en continuar a pie, pero se impuso la lógica de Pepe Botello: regresar al punto de partida e internarse en los tupidos montes de la zona.
En Pino tres cayeron 22 combatientes rebeldes y 10 de los heridos, atendidos en el pequeño hospital de Pino cuatro, tras un supuesto traslado hacia Camagüey, fueron asesinados en una bárbara acción que la historia recoge con el nombre de Masacre de La Caobita.
La actitud irresponsable de Jaime Vega, quien incumplió las órdenes de la Comandancia General, propició un revés significativo para el Ejército Rebelde y por eso fue degradado y sometido a Consejo de Guerra. El Comandante en Jefe designó al capitán Víctor Mora para asumir el mando de la columna 11.
En el trágico saldo de aquella derrota perdieron la vida los tuneros Gerardo Rodríguez Arias, Miguel Peña Utra, Remigio Riverón Sánchez y José Fernández Peña (emboscada de Pino tres), además de Luis Aldana Palomino y Rubén Martín Agún (Masacre de La Caobita).
El `propio día 26 de septiembre e igualmente por negligencia en el comportamiento de una tropa rebelde, efectivos de la guardia rural asaltaron el campamento guerrillero de Aguacatito, zona del municipio de Puerto Padre, acción que determinó la muerte de ocho valiosos compañeros.
Según se conoció por testimonio de participantes en el combate que se generalizó, en el campamento no se adoptaron medidas de seguridad, era visitado a menudo por pobladores de los alrededores y eso determinó que el enemigo tuviera pleno conocimiento de su ubicación y del armamento que poseían los hombres acantonados en el lugar.
El sorpresivo ataque de los efectivos de la tiranía locurrió en horas de la mañana y los rebeldes no tuvieron tiempo de organizar la defensa, por lo que tuvieron que retirarse como pudieron a través de un cañaveral alejado unos 500 metros del campamento.
En el desigual combate, las fuerzas rebeldes eran inferiores en número y en armas, pero se batieron espartanamente. El exceso de confianza provocó que perdieran la vida Aldo Batista Rodríguez, Orlean y Cecilio Madrigal Pavón, Alfredo Peña, René Guzmán Pérez, Fernando López Rodríguez, Walfrido Pavón Rodríguez y Máximo Reyna.
Estos reveses, ocurridos por irresponsabilidad de oficiales rebeldes en plena contraofensiva de las fuerzas de la libertad, resultaron muy lamentables, pero definitivamente la sangre derramada sirvió para abonar el camino de la victoria definitiva, conquistada solo tres meses después, el primero de enero de 1959.
Fuentes
-Frente Camagüey, Comisión de historia de las columnas 11 y 13, Editora Política, La Habana, 1988.
-Comisión Provincial de Historia del PCC, Las Tunas.

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