Inolvidable homenaje
El miércoles 18 de noviembre de este año 2009 quedó grabado con letras de oro en mi corazón. Sí, porque tras mi jubilación el 31 de octubre, los compañeros de la Dirección de Deportes en coordinación con los Comités de Defensa de la Revolución organizaron un homenaje sorpresa justo frente a la puerta de mi hogar. Fue un gesto lindo para reconocer 49 años de vida laboral y 42 de profesional en el periodismo deportivo, algo que penetró muy hondo en mi ser, puesto que pienso que solo hice lo que debía, cumplir con mi deber para con el deporte, actividad a la que he consagrado 57 años de mi existencia, primero como activo jugador de béisbol y luego de periodista y narrador-comentarista en la prensa plana, la radio y la televisión. Mi comportamiento ante el trabajo y ante la vida en todas sus facetas me ha permitido contar con muchas personas que me quieren y me respetan, mas jamás pasó por mi mente que fueran tantos los hombres y mujeres buenos que guardan tan lindo sentimiento hacia este humilde cubano, amante de la libertad, de la justicia y defensor, a pie juntillas, de una sociedad como la que construimos desde el primero de enero de 1959.
El homenaje desbordó todas las expectativas. Junto a mi familia, la gente del barrio, los colegas de los medios de difusión de la provincia de Las Tunas y los cientos de amigos que estuvieron presentes para materializar el cariño y respeto del cual me consideran merecedor; tuve el honor que me acompañaran el campeón mundial y olímpico y recordista universal de salto de altura, Javier Sotomayor, el subcampeón olímpico de los 800 metros planso, Norberto Téllez, el medallista de bronce en la Olimpíada de Munich, Alemania-1972, Tomás Herrera, de baloncesto; el descatado realizador del periodismo deportivo en la televisión cubana, Aurelio Prieto Alemán, el formidable camarógrafo de la TV Antonio Gómez, y una nutrida representación de la Dirección Provincial de Deportes. Juro, con toda la sinceridad del mundo, que todavía no puedo explicarme cómo mi corazón pudo resistir, tamaña emoción.
Fueron sublimes los momentos en los cuales mi hermano menor, Amado Batista Cruz, leyó emocionado, la crónica que escribió para mi la colega Graciela Guerrero Garay, del periódico 26, mi querido centro de trabajo; cuando mi primogéntio, el reconocido cantautor de la nueva trova cubana, Norge Batista Albuerne, interpretó dos canciones: Molinos, escrita para mi y Búscame Adentro, emblemático tema de la ciudad de Las Tunas, que dio título a su primer CD. Mientras mi primera nieta, Lucía Laura, la primogénita de Norge me abrazaba temblando de emoción, solo tenía pensamientos para mi querido padre, Juan Batista, presente a pesar de su ausencia física desde hace 25 años; de Fe, mi viejita del alma, ciega y con 86 años de edad, pero firme como centinela vigilante del andar de sus retoños como en los años en que éramos muy niños y para quien siempre seremos pequeños necesitados de su protección; para el resto de mis hermanos unidos de manera inalterable ante cualquier circunstancia de la vida; en mi esposa, Humberta Albuerne Batista, garantía de una retaguardia que permitió la correcta conducción del comportamiento de nuestros dos hijos mientras yo cumplía con mis deberes, incluso en el exterior cuando por espacio de un año cumplí con la misión internacionalista en la lejana República Popular de Angola. Un recuerdo especial para mi segundo retoño, el doctor Noyde Emilio Batista Albuerne, especialista de primer grado en Oncología, integrante de ese servicio en el prestigioso hospital Hermanos Ameijeiras, de la capital cubana; ejemplo de amor por sus padres, su hermano, su familia toda y su Patria, en unión de su esposa y su pequeño hijo, Alejandro, pelotero igual que yo.
Ha sido este el momento más importante en mi ya larga existencia de 67 años, en la cual siempre he tratado de tener el mejor comportamiento posible y el cual tuvo una culminación que me honra mucho más, porque una hora después del agasajo en mi hogar, el director provincial de Deportes, Luis Almanza Escalona, me entregó un diploma de reconocimiento en el estadio Julio Antonio Mella, frente al banco de mi querido equipo de Las Tunas, a grada llena y la transmisión a través de la televisión nacional para todo el país, ya que el control remoto del Canal Telerebelde está en Las Tunas con motivo del retiro oficial del béisbol activo del más grande bateador de la década en Cuba, el tunero Osmani Urrutia Ramírez, el cual tendrá lugar este jueves en el último partido del compromiso entre los leones azules de Industriales y el aguerido conjunto local, dirigido por Ermidelio Urrutia.
Como puede apreciarse, fue un homenaje que agradezco infinitamente y que me compromete para seguir apoyando el desarrollo deportivo en Las Tunas y en Cuba y mantener la colaboración para el engrandecimiento del periodismo en esta mi querida provincia y en el país; firme en defensa de nuestra sociedad libre y justa, del socialismo nuestro; del derecho de avanzar con paso firme hacia la conquista de un mundo mejor, de ese que los hombres de buena voluntad en la Tierra sabemos que sí es posible.
A los muchos amigos que me hacen el honor de tenerlos entre quienes visitan este sitio y me leen, les pido perdón por esta larga reflexión, pero creo, sinceramente, que no podía ser de otra manera. Este instante extraordinario de mi modesta existencia, merece ser reflejado no porque sea mi persona, sino porque es una muestra de cómo las obras buenas y consecuentes tendrán, más temprano que tarde, el justo reconocimiento.
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