¡Oh Dios, todopoderoso, Señor del Cielo y de la Tierra¡ Cuando termina el año 2012 y comienza el 2013, en pleno Siglo 21, quiero brindar contigo por la paz y la felicidad de los millones de seres humanos desposeídos del mundo, parte principal de tu rebaño. Quiero pedir, junto a ti, que cese el hambre, las guerras injustas, la destrucción del ecosistema, el egoísmo y la maldad.
Pero antes, mi Dios, quiero que reflexionemos juntos. Hace pocos días, una representante de las tantas congregaciones del Cristianismo, Los Testigos de Jehová, visitó mi hogar y me instó a que leyera algunos temas abordados en su revista Atalaya y me interesé por lo que vi en su portada dónde aparecía una atractiva interrogante: ¿Qué le gustaría preguntarle a Dios?
Allá van mis preguntas. ¿Por qué, Señor quienes son reconocidos como tus representantes en la Tierra, siempre alinearon y alinean del lado de los poderosos? En la época de la esclavitud, la iglesia estuvo entre los más grandes esclavistas, en el medioevo, era uno de los más grandes, sino el que más, de los señores feudales, y en el capitalismo no ha dejado de comulgar con los gobiernos más connotados en la explotación de las riquezas de los pueblos del Tercer Mundo y colabora con aquellos que provocan la destrucción del medio ambiente.
¿Por qué, mi Dios, tú o tus representantes en la tierra, no pudieron evitar el saqueo de las colonias por parte de las Metrópolis y acompañaron a las mismas en la vil tarea de, convertirlos al evangelio, propugnando que aquellos pueblos debían conformarse con atroces sufrimientos para después recibir la recompensa en el Cielo?
Explícame, Señor, ¿por qué no pudiste evitar que las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagazaki, con cientos de miles de seres inocentes, fueran borradas de la faz de la tierra por las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos? ¿Por qué permitiste que millones de judíos fueran masacrados por el fascismo alemán antes y en medio de la II Guerra Mundial, y por qué, aquellos que fueron víctimas hoy se erigen victimarios y practican una feroz venganza contra Palestina y el resto de los pueblos árabes, sin que tu poder divino haga absolutamente nada?
¿Por qué, Señor, no procuras al menos hacer algo para impedir que millones de personas, incluidos niños y ancianos, vivan en la más espantosa miseria, mueran de hambre cada minuto, mientras un grupo de naciones prepotentes son cada vez más ricas y consumen la mayor parte de los alimentos que producen los habitantes del mundo entero y gastan en lujos y armas, aproximadamente el 80 por ciento del presupuesto universal?
Yo quisiera, Dios mío, que me dijeras ¿por qué los países imperiales se arrogan el derecho de querer sentar las pautas de existencia de todas las naciones del Orbe y se las arreglan para invadir otros territorios como Iraq, Afganistán y Libia, para asesinar a presidentes legalmente constituidos, como Saddan Hussein y Muamar El Khadafi y que hoy intentan hacer lo mismo en Siria al solventar en todos los sentidos la guerra fraticida de la que son víctimas miles de inocentes, sin que tú o tus representantes en la Tierra puedan hacer nada?
Para pedirte respuestas a estas preguntas es que quiero brindar contigo en estas últimas horas del 2012 y para que me digas si esta situación absurda va a continuar en el 2013. Ante de que me respondas, si es que lo haces, quiero, Señor, que medites en las espantosas realidades que hoy tienen al mundo a punto de desaparecer.
Mi Dios, si tú, con la ayuda de quienes te representan en la Tierra, eres capaz de hacer justicia y cambiar este Planeta, si puedes sacar de tu rebaño y para siempre a las ovejas negras que todos conocemos, si borras a los fariseos que otorgan Premios de la Paz a los principales gendarmes de la guerra, si consigues que haya equilibrio entre todas las naciones, si desbordas salud para todos los hombres y mujeres que la merecen, entonces este ateo convencido, comenzará a creer que pudieras presidir un Gobierno Universal en absoluta armonía.
No dudo que haya quienes consideren esta plegaria como una herejía, pero te aseguro, Señor, que te pido con el corazón abierto, cansado ya de ver tanta maldad permitida y lo hago en nombre de tus fieles, de millones de personas que profesan la fe en ti, sinceramente, que ven en el evangelio un mundo mejor, sin tener que esperar a morir para ser supuestamente recompensados.
Si puedes hacer lo que te imploro, Dios mío, brindemos por un mundo nuevo. Para ti toda la Gloria. Bendito seas. ¡Amén¡