sábado, mayo 16, 2009

Una leyenda viviente
Las Tunas, Cuba.- En los últimos 10 años la historia del béisbol mundial se ha visto enriquecida por las hazañas de un humilde guajirito, nacido en el seno de una familia de trabajadores de la agricultura cañera, en el lugar conocido por Macagua-8, del municipio de Jobabo, en esta oriental provincia.
Desde muy niño se inclinó por la práctica del béisbol, afición heredada de una familia que hizo de este deporte un verdadero patrimonio, porque varios de sus integrantes pasearon su calidad por los terrenos de la zona.
Hijo de Giraldo Urrutia, recio bateador y receptor que conoció de la extraordinaria velocidad de Roldán Guillén, el Meteoro Oriental; sobrino de Domingo, versátil jugador convertido en Héroe Nacional del Trabajo por su productividad mocha en ristre dentro de los cañaverales y primo hermano de Ermidelio, jardinero de lujo en la Selección Nacional durante una década; Osmani Urrutia Ramírez no podía ser otra cosa que pelotero.
Llegó a las series nacionales en la número 33, cuando en su único turno al bate, tomó ponche. Nadie era capaz de imaginar que comenzaba su carrera uno de los más grandes toleteros en la historia de este país, cuna de excepcionales beisbolistas en más un siglo de práctica sistemática.
En 16 temporadas, de la 33 a la 48, Osmani promedió 12 veces por encima de 300, en cinco superó los 400, ganó seis títulos de bateo y cinco de ellos de manera consecutiva, una hazaña que ha estado fuera del alcance de los más extraordinarios jugadores del béisbol mundial, como Ty Cobb, Ted Wílliams y Joe Dimaggio, entre otros inolvidables protagonistas de la llamada Gran Carpa.
Pese a que en la última temporada, en la que acaba de anunciar su adiós a los diamantes, solo bateó para 312, Osmani se mantiene en el trío de vanguardia del promedio de por vida en Cuba, con 366, posee el récord absoluto para una campaña, 469 en la número 43, y su formidable defensa de 971 producto de solo ¡tres errores por serie!, le permitió obtener tres guantes de oro como eficiente custodio del jardín derecho.
Brilló en los diamantes del mundo con el glorioso uniforme de las cuatro letras y contribuyó de manera notable en las victorias de los Juegos Olímpicos de Atenas-2004, los Panamericanos de Dominicana-2003 y Río de Janeiro-2007 y, muy especialmente, en la conquista del subtítulo en el I Clásico Mundial.
Por eso, la noche triste del Primero de Mayo, cuando a través de la amplificación local del estadio Julio Antonio Mella se hizo el anuncio del adiós de Osmani al deporte activo; la afición de Las Tunas, de Cuba y del mundo, se despedía del Señor de los 400, del Out imposible de la pelota cubana, del Temible, de una verdadera Leyenda viviente del béisbol a escala planetaria.




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