jueves, octubre 01, 2009

Año 49 de los Comités de Defensa de la Revolución
Vivencias de un fundador
Desde sus lúcidos y vitales 85 años de edad, este hombre de profundas convicciones revolucionarias, me recibe en la sala de su casa en la ciudad de Las Tunas y, aunque conozco su trayectoria, me maravilla cómo recuerda, en la condición de fundador, cada una de las etapas que ha vivido en las filas de sus queridos Comités de Defensa de la Revolución (CDR)
Nacido en el caserío conocido por Gastón de la Línea, en el actual municipio de Majibacoa, desde su adolescencia visitaba regularmente la entonces ciudad de Victoria de Las Tunas, en la cual se radicó definitivamente en 1950.
Acerca de sus primeras actividades políticas tiene muy claros sus recuerdos:
“Desde jovencito tuve inquietudes revolucionarias, estaba inconforme con el estado de cosas imperante en el país y no vacilé en unirme al Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), liderado por Eduardo Chibás con el significativo lema de Vergüenza contra dinero.
“En el propio año 1950 fui designado delegado de la Ortodoxia aquí y trabajé muy unido a un hombre de las convicciones y el carisma de José Hernández Cruz (Pepillo), el único alcalde verdaderamente honrado y de pueblo que tuvo este municipio en la república mediatizada.”
Con semejantes raíces, este hombre enérgico y valiente, rápidamente se incorporó a la lucha tras el cruento y cobarde golpe de estado protagonizado por Fulgencio Batista el oscuro 10 de marzo de 1952.
“Desde el primer momento me vinculé al Movimiento 26 de Julio en la ciudad y aprovechaba mi condición de vendedor ambulante de prendas de vestir a plazos, para trasladar armas, municiones, medicinas y otros artículos necesarios para los compañeros que combatían en la sierra y el llano”, asegura.
Con el triunfo de la Revolución se incorpora a todas las tareas, especialmente las relacionadas con la defensa y se convierte en fundador de las Milicias, en cuyas filas participa en las movilizaciones convocadas.
Residente en el reparto Casa Piedra fue un líder natural en la movilización de los vecinos hacia todas las tareas. Rememora, emocionado, el discurso de Fidel el 28 de septiembre de 1960, desde la terraza norte del entonces Palacio Presidencial, en el cual lanzó la idea de crear comités de vigilancia revolucionaria en cada cuadra.
“La efervescencia patriótica que generó aquel llamado de nuestro máximo líder fue extraordinaria y al otro día estuve en la recogida de firmas en apoyo a la idea, junto a un grupo de compañeros, entre ellos Cirilo Concepción, Néstor Mena, Jorge Tillán, Humberto (Beto) Peiso y Juan Batista, tu padre, periodista; quien solo unas horas después se convirtió en el presidente del primer Comité en Casa Piedra.”
De manera absolutamente voluntaria, este eterno combatiente por el bienestar de su pueblo; se entregó en cuerpo y alma a las tareas de los CDR. En el primer Comité Municipal de Victoria de Las Tunas, atendió el frente de Trabajo Voluntario y simultaneó esa actividad con la de financiero y de coordinador de la Zona en Casa Piedra.
En 1967, tuve la posibilidad de compartir responsabilidades con nuestro hombre de hoy, cuando asumí el frente ideológico de los CDR en la región Tunas-Puerto Padre, sin abandonar el periodismo. En apenas tres meses junto a él, aprendí cuántas cosas puede hacer una persona entregada a una causa justa.
No hay una tarea que le haya sido ajena desde 1959 y, hasta hoy mismo, sigue trabajando para sus queridos CDR:
“En 1963 cursé la escuela nacional de instrucción revolucionaria (ENIR) Juan Ronda y hasta 1968 estuve en la dirección de los CDR, pero ya de militante del Partido, un año después me dieron la tarea de trabajar de capacitador en el Combinado Avícola. En esa empresa me jubilé, pero sin retirarme de las tareas del barrio, de la cuadra.”
Este humilde cubano participó en cientos de movilizaciones de carácter militar, hacia labores voluntarias en las zafras, en construcciones, en la recogida de materias primas y en las donaciones de sangre, de las cuales aportó 28 hasta que no pudo más por razones de salud.
Le pido que me hable sobre sus principales vivencias y hace un gesto con el cual me quiere decir lo difícil de resumirlas; pero lo intenta gustoso:
“El momento del triunfo de enero, aquello fue indescriptible, cuando fundamos los CDR, la Campaña de Alfabetización; el trabajo en la retaguardia cuando la invasión mercenaria por Playa Girón y los tensos días de la Crisis de Octubre. En cada uno de esos acontecimientos, tuvimos el orgullo y la satisfacción de estar, codo con codo, junto a nuestro pueblo.
“En todos esas tareas tuve siempre a mi lado a quien ha sido mi fiel compañera durante 53 años, Clara Herrera Bruzón, madre de mis dos hijos, retoños que se empinaron y siguieron el camino de la Revolución desde las responsabilidades que les correspondieron.
“Guardo un especial recuerdo de cuando mi esposa, maestra de profesión, me acompañó en el intenso quehacer de la Campaña de Alfabetización. Juntos recibimos el abrazo y el agradecimiento de decenas de personas a quienes enseñamos a leer y a escribir.”
Dos hijos varones concibió este matrimonio ejemplar: Luís, el mayor, es licenciado en Cultura Física, en 1974 viajó a Perú en el primer grupo de cubanos que cumplió misión internacionalista de ayuda técnica deportiva y repitió esa labor recientemente en Venezuela, y el otro, Carlos Luís, licenciado en Derecho, llegó a ser Capitán del Ministerio del Interior y hoy es asesor jurídico en la Dirección Provincial de Campismo.
En su trayectoria de lucha, nuestro entrevistado recibió múltiples reconocimientos pero los más importantes son, el diploma de Fundador de los Órganos de la Seguridad del Estado, la distinción 28 de Septiembre y los sellos 20 Años de vigilancia y de Donante de sangre destacado, de los CDR; las Medallas de la Alfabetización y del 40 aniversario de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR)
Este hombre ejemplar, que con más de ocho décadas de bregar sin descanso por el bien de su pueblo, es capaz de reiterar su eterno compromiso con la Patria, es Oscar Luis Pérez Ricardo. Ah, pero ese nombre no dice mucho, incluso para aquellos que lo conocen desde siempre y por eso, en aras de que todos sepan de quien se trata, lo llamo ¡Pinillo!












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