domingo, septiembre 20, 2009

Abrazo por la paz
Las Tunas, Cuba (21 de septiembre).- Es difícil encontrar calificativos para describir el extraordinario acontecimiento que reunió a más de un millón de cubanos este domingo en la Plaza de la Revolución José Martí, de La Habana, para respaldar al II Concierto Paz sin fronteras, a propuesta del cantautor Juanes.
A la convocatoria del carismático intérprete colombiano respondieron emblemáticas figuras de la canción en Puerto Rico, España, Italia y, por supuesto Cuba, en un abrazo por la paz y el entendimiento entre los pueblos, por un mundo sin guerra y sin odios.
Desde mi patria chica, desde este pedazo de la rebelde región oriental de Cuba, disfruté plenamente a través de la pequeña pantalla. Lindas y sentidas las presentaciones de los boricuas Olga Tañón y Dany Rivera, de los españoles Luís Eduardo Aute y Víctor Manuel y, sobre todo, de ese Juanes que encanta como intérprete y como ser humano.
La gente de casa estuvo magnífica. Sentaron cátedra Silvio, Amaury, Carlos Varela, Orisha y Van Van en un cierre olímpico que no pudo ser mejor telón para esta extraordinaria obra que, en un solo acto lleno de amor y tolerancia, hizo historia en la lucha por un mundo mejor, ese que sabemos puede ser posible.
Aquellos que en Miami armaron la “tremenda” en contra de Juanes y de quienes aceptaron su convocatoria y que llegaron hasta a proferir amenazas contra el cantor colombiano y su familia, solo consiguieron el desprecio de las personas sensatas del mundo.
El odio irracional, incrementado por los constantes fracasos en los intentos de destruir la obra de la Revolución, lleva a esa minoría desfasada en el tiempo, a cometer actos repudiables hasta por una buena parte de quienes escogieron vivir en Estados Unidos, pero desean una mejor relación con la tierra que los vio nacer.
Pésele a quien le pese, el II Concierto de Paz sin Fronteras se efectuó en la Plaza de la Revolución José Martí de La Habana. Fue un éxito extraordinario y millones de personas en todo el mundo, pudo apreciar la alegría de un pueblo que sabe amar y agradece, infinitamente, el valor de esos artistas que desafiaron las verdaderas fuerzas del mal, solo para cantar por la vida.
Fue tanta la emoción de la despedida, que brotaron lágrimas de los ojos de hombres y mujeres que creen en el arte como embajador de buena voluntad. Ya lo dijo Juanes: “No importan las diferencias, podemos no pensar igual, pero al final todos somos hermanos”.


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