Foto: Tomada de Internet
Mi corazón acelera su ritmo porque rebozo de alegría: mi gran amigo, a quien quiero como si fuera un hijo, Lázaro Bruzón Batista, sumó su segundo título panamericano absoluto y, con ese éxito, debe estar ya en la cifra de 2700 puntos ELO, lo cual puede confirmarse después del Primero de Mayo, cuando la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), publique su próxima lista.
El ascenso de Lazarito es formidable y ha puesto de manifiesto que, tras resolver algunas dificultades de índole personal, retoma los resultados correspondientes a su extraordinario talento en el manejo de los trebejos, válido para el regreso a la élite, en la cual estuvo siempre a partir de su título mundial juvenil en el año 2000.
Tengo la satisfacción de haber aconsejado a Lazarito acerca de la necesidad de retornar a su capacidad real de jugador, me prometió que dedicaría todo su esfuerzo a ese empeño y hoy la felicidad me invade ante la brillantez de un joven que es digno continuador de la tradición ajedrecística de Las Tunas.
Siento el gran orgullo de haber seguido la trayectoria de Lázaro Bruzón desde que, con apenas 10 años de edad, anunció, por sus resultados, la posibilidad de un futuro promisorio, algo que hizo realidad al pasar del tiempo, con su dominio en las categorías escolar, juvenil y de mayores; además de meritorias actuaciones en Torneos de máxima fuerza, incluidos Campeonatos Mundiales y Olimpíadas.
Cuando Bruzón pasó de los 2550 me prometió un día que me iba a dedicar los 2600. Al llegar a la significativa cifra como primero en la historia del ajedrez nacional, me llamó por teléfono para comunicarme que había cumplido su promesa, algo que agradecí profundamente.
El mejor trebejista tunero de todos los tiempos siguió su ascenso hasta llegar a los 2677, ocasión en la cual le dije que esperaba su dedicatoria en los 2700, algo que parecía no podría ser porque inició el peor tramo de su carrera, al extremo de amenazar con un retorno a los 2600.
Hoy, para suerte del ajedrez tunero, cubano y mundial, Lázaro Bruzón fue capaz de recuperarse y por eso, con toda razón, estoy celebrando, desde ya, el arribo de este portentoso jugador a la cifra de 2700. ¡Felicidades, Lazarito, te lo mereces!
Mi corazón acelera su ritmo porque rebozo de alegría: mi gran amigo, a quien quiero como si fuera un hijo, Lázaro Bruzón Batista, sumó su segundo título panamericano absoluto y, con ese éxito, debe estar ya en la cifra de 2700 puntos ELO, lo cual puede confirmarse después del Primero de Mayo, cuando la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), publique su próxima lista.
El ascenso de Lazarito es formidable y ha puesto de manifiesto que, tras resolver algunas dificultades de índole personal, retoma los resultados correspondientes a su extraordinario talento en el manejo de los trebejos, válido para el regreso a la élite, en la cual estuvo siempre a partir de su título mundial juvenil en el año 2000.
Tengo la satisfacción de haber aconsejado a Lazarito acerca de la necesidad de retornar a su capacidad real de jugador, me prometió que dedicaría todo su esfuerzo a ese empeño y hoy la felicidad me invade ante la brillantez de un joven que es digno continuador de la tradición ajedrecística de Las Tunas.
Siento el gran orgullo de haber seguido la trayectoria de Lázaro Bruzón desde que, con apenas 10 años de edad, anunció, por sus resultados, la posibilidad de un futuro promisorio, algo que hizo realidad al pasar del tiempo, con su dominio en las categorías escolar, juvenil y de mayores; además de meritorias actuaciones en Torneos de máxima fuerza, incluidos Campeonatos Mundiales y Olimpíadas.
Cuando Bruzón pasó de los 2550 me prometió un día que me iba a dedicar los 2600. Al llegar a la significativa cifra como primero en la historia del ajedrez nacional, me llamó por teléfono para comunicarme que había cumplido su promesa, algo que agradecí profundamente.
El mejor trebejista tunero de todos los tiempos siguió su ascenso hasta llegar a los 2677, ocasión en la cual le dije que esperaba su dedicatoria en los 2700, algo que parecía no podría ser porque inició el peor tramo de su carrera, al extremo de amenazar con un retorno a los 2600.
Hoy, para suerte del ajedrez tunero, cubano y mundial, Lázaro Bruzón fue capaz de recuperarse y por eso, con toda razón, estoy celebrando, desde ya, el arribo de este portentoso jugador a la cifra de 2700. ¡Felicidades, Lazarito, te lo mereces!
Etiquetas: Bruzón en la éilte del ajedrez mundial, Las Tunas, Cuba, mejor jugador tunero de la historia, campeón mundial juvenil, cinco veces campeón nacional absoluto, dos títulos panamericanos, talento extraordinario, capacidad de recuperación sicológica, meritoria presencia en Mundiales y Olimpíadas, Las Tunas y su tradición ajedrecística
No hay comentarios:
Publicar un comentario