20 de abril de 1961
Habían bajado las tensiones, el amanecer de este día nos pareció más luminoso, el Sol era intenso, yo diría que derramaba alegría, Solo había que fijarse en los rostros de todos los habitantes del batey en el tejar Simpatía, reflejo de la extraordinaria victoria del pueblo en defensa del socialismo.
Pero no se podía bajar la guardia, todavía las fuerzas de la Patria peinaban la ciénaga en busca de algún que otro mercenario perdido en un territorio para ellos desconocido y en extremo hostil. Nuestro destacamento miliciano se mantenía en alerta y organizamos las escuadras para cumplir el patrullaje en horas de la noche.
Cuando estábamos reunidos en el cuartel, aproximadamente a las 8:00 de la noche, llegó a toda carrera el compañero Manuel Prieto, operador de quema de hornos en el tejar, quien residía a poco más de un kilómetro al sur del batey.
Prieto informó que a su casa había llegado un campesino de se comportaba con extrañeza y había preguntado por el camino hacia Constancia. Después de darle la indicación, se adelantó por un atajo para prevenirnos sobre aquel desconocido.
De inmediato partimos hacia la entrada sur del batey y le dimos la recepción al visitante, lo llevamos hasta el cuartel y escuchamos su historia en la cual afirmó que era del reparto La Juanita, en Cienfuegos y llevaba varios días en el corte de leña en los montes de Donastilla, una zona boscosa situada en las márgenes del caudaloso río Damují.
Estaba vestido con ropas propias del trabajo en el campo, botas rústicas, sombrero de guano bastante desgastado y al hombro un saco de yute en el que guardaba un hacha, un machete y una lima. Todo parecía en orden y, por tanto, debía dejarse que aquel hombre continuara la marcha.
No obstante, algo escondía el viajero y fue entonces cuando le pedí que me repitiera cuántos días había permanecido en la zona cortando leña a lo que respondió que cerca de un mes. De inmediato le dije que me mostrara las manos: Luego de un gesto de contrariedad manifiesta, extendió los brazos y las dejó ver finas, como de seda, bien cuidadas.
De inmediato quedó al descubierto y mientras miraba al piso de la habitación contó la verdad: Era un oficial del batallón de paracaidistas de la brigada mercenaria que, luego de tocar tierra se extravió en los pantanos de la ciénaga y avanzó hacia el este hasta llegar a la zona de Juraguá.
El individuo aseguró que todo lo que traía lo había tomado de los patios de casas de campesinos y uno de ellos le había indicado como salir hacia Constancia, desde donde pretendía seguir a Santa Clara donde esperaba encontrar ayuda de conocidos.
Después de informarse sobre el caso, se adoptaron las medidas para brindarle alimentación y alojamiento. Al día siguiente, el 21, fue recogido por las fuerzas correspondientes y llevado hasta el lugar donde se encontraban concentrados los invasores prisioneros, para que juntos enfrentaran a los tribunales revolucionarios.
En Simpatía todo volvió a la normalidad y su aguerrida comunidad enfrentó con entusiasmo las tareas del momento: mantener la producción en el tejar y en la agricultura que lo rodeaba, apoyar la campaña de alfabetización en marcha y profundizar en la educación política de las masas para consolidar el carácter socialista de la Revolución.
Etiquetas: Victoria de Girón, 50 años, apoyo del pueblo al socialismo, Fidel al frente, milicias de obreros, campesinos e intelectuales, ciénaga de zapata, primera derrota yanqui en América, derrota en menos de 72 horas
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