Las Damas de Blanco, ¿vestirán de negro?
La contundente denuncia de Cuba ante el bochornoso vínculo entre el gobierno de los Estados Unidos, la mafia terrorista de la Florida y sus míseros asalariados de los grupúsculos contrarrevolucionarios que “luchan por la libertad en la Isla”, desenmascara a quienes pretender erigirse en paladines de los derechos humanos.
Las abundantes pruebas presentadas en tres ediciones del programa de televisión La Mesa Redonda, no deja margen a las dudas: el gobierno del señor Bush, el terrorista Santiago Álvarez Fernández Magriñá y su Fundación Rescate Jurídico y Martha Beatriz Torres Cabello y su comparsita, son una misma cosa.
Correos electrónicos, vídeos, fotos y llamadas telefónicas, ponen al desnudo todo el siniestro contubernio de estos lobos de una misma manada, empeñados en el objetivo de destruir a la Revolución Cubana, sin tener en cuenta los métodos.
Quedó probado de manera absoluta que el mismísimo míster Michael Parmly, jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, sirvió de mula para transportar desde Miami el dinero aportado por un terrorista preso en su país, con destino a los mercenarios al servicio de una nación extranjera que desarrolla una guerra abierta contra el pueblo de Cuba.
El escándalo por semejantes prácticas, violatorias de las leyes de Cuba y de Estados Unidos y del Derecho Internacional, ha puesto a correr a los inquilinos de la Casa Blanca que no tienen cómo explicar ese proceder en un país que se proclama paladín de la democracia y rector de la lucha mundial contra el terrorismo.
Pero, claro, en realidad su prepotencia es tal que, en medio de la lógica repercusión que ha tenido esta denuncia en el mundo entero, el señor Buche, digo Bush, pronunció su discurso del 20 de mayo, fecha de proclamación de la falsa república cubana en 1902, en el cual arremetió contra la Revolución y volvió a congraciarse con la gusanera miamense.
Es la reafirmación de la creciente agresividad de un gobierno que reconoce públicamente la aprobación para este año de un presupuesto de 47 millones de dólares destinados a promover la subversión interna como parte de sus planes encaminados a revertir el socialismo en nuestro país.
La evidencia de la doble moral que caracteriza al imperio es abrumadora. Bush dijo que quien apoyara o protegiera a un terrorista, es el mismo un terrorista. Entonces, ¿cómo es posible que Posada Carriles esté en la calle y que los diplomáticos de Estados Unidos sirvan de lleva y trae de un terrorista actualmente preso en ese país, procesado por varios cargos criminales?
Y qué decir de los asalariados del imperio que, en su mezquindad y baja catadura moral, fueron desenmascarados ante la opinión pública no solo de nuestro país, sino del mundo entero. Nadie podrá dudar ahora de quiénes son y cuáles son sus objetivos.
¿Qué dirán ahora estos “luchadores por la libertad y los derechos humanos”? Su “patriotismo” depende de las cantidades de dinero que reciben de un terrorista confeso y juzgado, a través de diplomáticos de un país extranjero, enemigo jurado de la tierra en la que nacieron por equivocación.
La señora Martha Beatriz Torres Cabello, o mejor la Tía rica Mcpato, como ella misma se autotitula, es la que maneja el pago por traicionar a su país y a su pueblo. No tiene paz con nadie y todos vimos o escuchamos cuál es la unidad y la hermandad entre gente sin escrúpulos, cuando se trata de los billetes.
Ante tan impúdico proceder, la probada mezquindad y la absoluta desfachatez de los falsos patriotas, creo que las Damas de Blanco debían vestirse de negro para mostrar su verdadera entraña. ¿A quien pretenden engañar?
La contundente denuncia de Cuba ante el bochornoso vínculo entre el gobierno de los Estados Unidos, la mafia terrorista de la Florida y sus míseros asalariados de los grupúsculos contrarrevolucionarios que “luchan por la libertad en la Isla”, desenmascara a quienes pretender erigirse en paladines de los derechos humanos.
Las abundantes pruebas presentadas en tres ediciones del programa de televisión La Mesa Redonda, no deja margen a las dudas: el gobierno del señor Bush, el terrorista Santiago Álvarez Fernández Magriñá y su Fundación Rescate Jurídico y Martha Beatriz Torres Cabello y su comparsita, son una misma cosa.
Correos electrónicos, vídeos, fotos y llamadas telefónicas, ponen al desnudo todo el siniestro contubernio de estos lobos de una misma manada, empeñados en el objetivo de destruir a la Revolución Cubana, sin tener en cuenta los métodos.
Quedó probado de manera absoluta que el mismísimo míster Michael Parmly, jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, sirvió de mula para transportar desde Miami el dinero aportado por un terrorista preso en su país, con destino a los mercenarios al servicio de una nación extranjera que desarrolla una guerra abierta contra el pueblo de Cuba.
El escándalo por semejantes prácticas, violatorias de las leyes de Cuba y de Estados Unidos y del Derecho Internacional, ha puesto a correr a los inquilinos de la Casa Blanca que no tienen cómo explicar ese proceder en un país que se proclama paladín de la democracia y rector de la lucha mundial contra el terrorismo.
Pero, claro, en realidad su prepotencia es tal que, en medio de la lógica repercusión que ha tenido esta denuncia en el mundo entero, el señor Buche, digo Bush, pronunció su discurso del 20 de mayo, fecha de proclamación de la falsa república cubana en 1902, en el cual arremetió contra la Revolución y volvió a congraciarse con la gusanera miamense.
Es la reafirmación de la creciente agresividad de un gobierno que reconoce públicamente la aprobación para este año de un presupuesto de 47 millones de dólares destinados a promover la subversión interna como parte de sus planes encaminados a revertir el socialismo en nuestro país.
La evidencia de la doble moral que caracteriza al imperio es abrumadora. Bush dijo que quien apoyara o protegiera a un terrorista, es el mismo un terrorista. Entonces, ¿cómo es posible que Posada Carriles esté en la calle y que los diplomáticos de Estados Unidos sirvan de lleva y trae de un terrorista actualmente preso en ese país, procesado por varios cargos criminales?
Y qué decir de los asalariados del imperio que, en su mezquindad y baja catadura moral, fueron desenmascarados ante la opinión pública no solo de nuestro país, sino del mundo entero. Nadie podrá dudar ahora de quiénes son y cuáles son sus objetivos.
¿Qué dirán ahora estos “luchadores por la libertad y los derechos humanos”? Su “patriotismo” depende de las cantidades de dinero que reciben de un terrorista confeso y juzgado, a través de diplomáticos de un país extranjero, enemigo jurado de la tierra en la que nacieron por equivocación.
La señora Martha Beatriz Torres Cabello, o mejor la Tía rica Mcpato, como ella misma se autotitula, es la que maneja el pago por traicionar a su país y a su pueblo. No tiene paz con nadie y todos vimos o escuchamos cuál es la unidad y la hermandad entre gente sin escrúpulos, cuando se trata de los billetes.
Ante tan impúdico proceder, la probada mezquindad y la absoluta desfachatez de los falsos patriotas, creo que las Damas de Blanco debían vestirse de negro para mostrar su verdadera entraña. ¿A quien pretenden engañar?
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