martes, junio 03, 2008

Cumbre Mundial de Seguridad Alimentaria
La ONU, ¿volverá a batear FAO?

*Hace 12 años, Fidel Castro advirtió sobre la crisis que se avecinaba y la vida le dio la razón

*La enorme desigualdad en la distribución de las riquezas provoca el crecimiento alarmante de los que mueren de hambre cada día, la mayoría de ellos, niños pequeños

*Los ricos, que no saben lo que es el hambre, se alinean para proponer paliativos que nada resuelven.

Por Juan E. Batista Cruz
Las Tunas, Cuba (3 de junio, P-26).-La humanidad entera, pero especialmente los habitantes del Tercer Mundo, tienen sus ojos y oídos puestos en los debates que se realizan en Roma, la capital de Italia, donde sesiona la Cumbre Mundial de Alimentos en la que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), pretende buscar soluciones a la creciente hambruna que sufre el Planeta.
La crisis que azota a los países pobres es de tal gravedad que, naciones enteras, especialmente en África, afrontan una hambruna sin precedentes, la cual provoca la muerte masiva de cientos de miles de personas, quienes sufren además, la falta creciente de fuentes de agua potable.
Pero, ¿por qué se ha llegado a esta desesperada situación?, ¿qué determina la abismal diferencia entre los ricos que cada vez son más ricos y los pobres, más pobres cada día que pasa?
El 16 de noviembre de 1996, hace 12 años, se demostró en una cita similar y en la propia Roma, que no hay peor sordo que el que no quiere oír, cuando Fidel Castro Ruz, entonces presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba y líder eterno de su pueblo, denunció esta situación, alertó acerca de los peligros futuros y llamó a salvar la humanidad.
“Las campanas que doblan hoy por los que mueren de hambre cada día, doblarán mañana por la humanidad entera, si no quiso, no supo o no pudo ser suficientemente sabia para salvarse a sí misma”, dijo Fidel en aquella oportunidad.
Y después de más de una década, ¿qué ha pasado? La FAO reconoce hoy que alrededor de mil millones de personas padecen hambre en el mundo y con el aumento del precio de los alimentos básicos por la locura de convertirlos en combustibles, otros 100 millones se incorporarán a la macabra lista.
En este como en otros tantos temas, hay que decir la verdad. El mundo de hoy está signado por la desigualdad creciente en la distribución de las riquezas; el hambre es patrimonio de los países pobres no porque les falten recursos valiosos, sino porque se los roban los poderosos mediante la imposición de tratados leoninos que firman gobernantes traidores a espalda de sus pueblos y de sus compañías transnacionales. Ellos, los ricos, no conocen el hambre.
Es por eso que la situación es más difícil cada día para los países del sur. Hoy, las naciones pobres, por obra y gracia de la locura de los biocombustibles, tienen que pagar por los alimentos que importan, cuatro veces más que en el año 2000.
La humanidad necesita de acciones que permitan la búsqueda de soluciones; sin embargo, ¿qué está pasando en Roma? Estados Unidos y Europa, parece que no se percatan de la crítica realidad del mundo y apuestan por paliativos, por “ayudas” absolutamente insuficientes, cuando ni siquiera son capaces de aportar la ínfima cuota de su Producto Interno Bruto, comprometida con la ONU para el desarrollo de los países del Tercer Mundo.
Cuando uno revisa la abundante información que, a través de internet, llega desde la capital italiana, se da cuenta de que, como en otras ocasiones, “llueve sobre lo mojado”. A los ricos, no les importa que los pobres se mueran de hambre y no van a hacer nada serio para impedirlo.
Ante la acción en bloque que caracteriza a los poderosos, las naciones del sur tienen que responder con la unidad, trabajar por la verdadera integración, por las relaciones de igualdad y solidaridad que les permitan proteger sus recursos naturales, sus muchas riquezas, para revertirlas en beneficio de sus pueblos.
¿Cuál es la prueba de que ese es el camino? Venezuela. Un país inmensamente rico tenía un pueblo que se debatía en la miseria; pero llegó la Revolución Bolivariana y el mundo es testigo de cómo viven los hijos de la tierra del Libertador, desde que las empresas extranjeras y sus lacayos dejaron de robarles sus recursos.
Cuba, bloqueada durante casi medio siglo, constantemente acusada de vivir bajo una dictadura; sin contar con grandes recursos económicos, ha sabido construir una sociedad que es ejemplo para el mundo. Aquí nadie pasa hambre y todos los esfuerzos están encaminados a garantizar los alimentos básicos a todos; con salud y educación gratuitos, con sistema de seguridad social único.
Los pobres, que no lo son tanto si son capaces de defender sus riquezas naturales, necesitan unirse para no morirse de hambre, para garantizar que sus niños lleguen a ser los hombres capaces de construir un mundo mejor que, sin lugar a dudas, es posible.
En Roma, los representantes del Tercer Mundo, entre ellos los integrantes de la Delegación Cubana, van a denunciar las causas de la crisis alimentaria, tratarán de conseguir que los ricos hagan causa común con los hambrientos, pero creo que la retórica y la demagogia volverán a primar entre los enemigos de la humanidad.
No se trata de pesimismo, es la reacción a tanta mentira y tanta pasividad ante la muerte por hambre de millones de seres humanos. La ONU trata de buscar soluciones, pero creo, sinceramente que haciendo uso del lenguaje deportivo, en Roma, otra vez, bateará de FAO.

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