Texto y fotos: Pastor Batista Valdés
Salgacero, Las Tunas: Inclinada sobre la máquina de coser, Iselda Leyva Mederos -a quien todos llaman cariñosamente Lilo- sonríe a solas mientras la aguja va suturando el bordillo de una pequeña pieza.
Sabe que un rato después, cuando muestre las zapatillas de lucha libre, los niños del barrio saltarán de alegría, el entrenador lo agradecerá y José Luis Gutiérrez (máximo inspirador del movimiento deportivo allí) la comprimirá en un abrazo.
Lo real es que así: a golpe de profundísima motivación, a pie de puro hogar, nacen diversos implementos y artículos deportivos en Salgacero: ese apartado paraje rural de la geografía tunera, bien al norte, donde el ejercicio físico y la recreación permanecen tan arraigados como el cultivo de la caña, como el tabaco a la tierra, como el polvo a los caminos.
Iselda y sus hermanas Zenaida, Elma y Ubennis Ávila fabricaron uniformes y gorras para el equipo de béisbol.
"Pero también hemos hecho kimonos -añade Lilo-, licras para gimnasia, almohadillas para el juego de pelota, el bolsito ese de la pez rubia que utilizan los lanzadores y otras cosas que salen con retazos de tela y con hilo de nuestras casas."
LA MADERA EN MANOS EXPERTAS
No es reciente aquí la noble "manía" de fabricar implementos (algo que el país está promoviendo con fuerza). Lo saben hasta las mejores matas de güira, majagua azul, robles y guásima en la zona, de cuyos gajos han salido durante años bates que "nada deben envidiarles a los que produce la industria deportiva nacional".
Así lo admitieron recientemente especialistas y directivos de esa esfera procedentes de todo el país, mientras examinaban algunos fabricados por Sergio Serrano Leyva, Rodrigo Leyva Batista y Rafael Rodríguez Marrero.
"Lo primero es buscar la madera más apropiada -explica Sergio-, del resto nos encargamos aquí, en esta pequeña carpintería, a golpe de trincha, tornito, pie de rey, lija y barniz; respetando siempre, desde luego, las medidas y el peso que debe tener cada bate."
Con "maderos" de esta criolla factura han entrenado equipos como el de Las Tunas e Isla de la Juventud, en tanto Osmany Urrutia, Pedroso, Guerrero, Dánel, Quiala, Norlis Concepción y otros peloteros sienten el orgullo de haber recibido también bates hechos y regalados por los habitantes del legendario asentamiento rural.
Aprovechando las bondades de la madera y la sabiduría de sus habitantes, Salgacero ha hecho, además, bastones para el entrenamiento de hockey sobre césped, juegos de dominó y de ajedrez, batones de atletismo, trofeos y hasta jabalinas de bambú.
Se suman a la relación de soluciones un curioso "batintín" para perfeccionar el bateo, porterías de hockey, colchones de lucha libre, sacos de boxeo y una cancha móvil de voleibol que se asienta en discos de arados a modo de base y emplea tubos de desecho, para fijar bien al terreno y atar los extremos de la malla a la altura deseada.
LEYENDA CON ROSTRO DE PUEBLO
Aunque parezca inverosímil, usted puede creer todo lo que escuche acerca de Salgacero. Lo sabe quien llegue hasta aquí. Vista hace fe. Por eso frecuentemente "caen" sobre este lugar curiosos incrédulos, admiradores, apasionados y sobre todo mucha gente interesada en buscar útiles experiencias.
Con orgullo se narra una hazaña, de la cual el fallecido narrador y periodista Eddy Martin tomó nota. Año 2001. Final de la liga azucarera en el territorio. Los del central Menéndez anunciaron que no creerían "ni en el más pinto". Vaya casualidad, por el coloso Guiteras lanzaría Jovel Céspedes, natural de Salgacero y conocido por "Pinto". Resultado: juego perfecto en siete entradas.
También puede parecer leyenda, pero es realidad que la pequeña escuelita rural haya tributado seis niñas al equipo tunero de hockey, campeón nacional, o que unos 13 jóvenes de allí hoy sean licenciados y técnicos en cultura física.
Este es Salgacero: la expresión de lo posible; un lugar donde no hay que traer "de afuera" el deporte ni los implementos, porque van dentro de cada habitante o los produce el auténtico ingenio popular.
(Tomado de la edición digital del periódeico 26, Las Tunas, Cuba)
Salgacero, Las Tunas: Inclinada sobre la máquina de coser, Iselda Leyva Mederos -a quien todos llaman cariñosamente Lilo- sonríe a solas mientras la aguja va suturando el bordillo de una pequeña pieza.
Sabe que un rato después, cuando muestre las zapatillas de lucha libre, los niños del barrio saltarán de alegría, el entrenador lo agradecerá y José Luis Gutiérrez (máximo inspirador del movimiento deportivo allí) la comprimirá en un abrazo.
Lo real es que así: a golpe de profundísima motivación, a pie de puro hogar, nacen diversos implementos y artículos deportivos en Salgacero: ese apartado paraje rural de la geografía tunera, bien al norte, donde el ejercicio físico y la recreación permanecen tan arraigados como el cultivo de la caña, como el tabaco a la tierra, como el polvo a los caminos.
Iselda y sus hermanas Zenaida, Elma y Ubennis Ávila fabricaron uniformes y gorras para el equipo de béisbol.
"Pero también hemos hecho kimonos -añade Lilo-, licras para gimnasia, almohadillas para el juego de pelota, el bolsito ese de la pez rubia que utilizan los lanzadores y otras cosas que salen con retazos de tela y con hilo de nuestras casas."
LA MADERA EN MANOS EXPERTAS
No es reciente aquí la noble "manía" de fabricar implementos (algo que el país está promoviendo con fuerza). Lo saben hasta las mejores matas de güira, majagua azul, robles y guásima en la zona, de cuyos gajos han salido durante años bates que "nada deben envidiarles a los que produce la industria deportiva nacional".
Así lo admitieron recientemente especialistas y directivos de esa esfera procedentes de todo el país, mientras examinaban algunos fabricados por Sergio Serrano Leyva, Rodrigo Leyva Batista y Rafael Rodríguez Marrero.
"Lo primero es buscar la madera más apropiada -explica Sergio-, del resto nos encargamos aquí, en esta pequeña carpintería, a golpe de trincha, tornito, pie de rey, lija y barniz; respetando siempre, desde luego, las medidas y el peso que debe tener cada bate."
Con "maderos" de esta criolla factura han entrenado equipos como el de Las Tunas e Isla de la Juventud, en tanto Osmany Urrutia, Pedroso, Guerrero, Dánel, Quiala, Norlis Concepción y otros peloteros sienten el orgullo de haber recibido también bates hechos y regalados por los habitantes del legendario asentamiento rural.
Aprovechando las bondades de la madera y la sabiduría de sus habitantes, Salgacero ha hecho, además, bastones para el entrenamiento de hockey sobre césped, juegos de dominó y de ajedrez, batones de atletismo, trofeos y hasta jabalinas de bambú.
Se suman a la relación de soluciones un curioso "batintín" para perfeccionar el bateo, porterías de hockey, colchones de lucha libre, sacos de boxeo y una cancha móvil de voleibol que se asienta en discos de arados a modo de base y emplea tubos de desecho, para fijar bien al terreno y atar los extremos de la malla a la altura deseada.
LEYENDA CON ROSTRO DE PUEBLO
Aunque parezca inverosímil, usted puede creer todo lo que escuche acerca de Salgacero. Lo sabe quien llegue hasta aquí. Vista hace fe. Por eso frecuentemente "caen" sobre este lugar curiosos incrédulos, admiradores, apasionados y sobre todo mucha gente interesada en buscar útiles experiencias.
Con orgullo se narra una hazaña, de la cual el fallecido narrador y periodista Eddy Martin tomó nota. Año 2001. Final de la liga azucarera en el territorio. Los del central Menéndez anunciaron que no creerían "ni en el más pinto". Vaya casualidad, por el coloso Guiteras lanzaría Jovel Céspedes, natural de Salgacero y conocido por "Pinto". Resultado: juego perfecto en siete entradas.
También puede parecer leyenda, pero es realidad que la pequeña escuelita rural haya tributado seis niñas al equipo tunero de hockey, campeón nacional, o que unos 13 jóvenes de allí hoy sean licenciados y técnicos en cultura física.
Este es Salgacero: la expresión de lo posible; un lugar donde no hay que traer "de afuera" el deporte ni los implementos, porque van dentro de cada habitante o los produce el auténtico ingenio popular.
(Tomado de la edición digital del periódeico 26, Las Tunas, Cuba)
Etiquetas: Barrio Salgacero, municipio Jesús Menéndez (Chaparra), Las Tunas, Cuba, masividad deportiva, industria local implementos deportivos, trabajko comunitario, artesanía, cultura física, consejos voluntarios deportivos
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