domingo, octubre 19, 2008

A 60 años de su asesinato
Sabino Pupo vive en el corazón del pueblo
El 20 de octubre de 1948, en plena faena, el líder campesino Sabino Pupo Milián, caía fulminado por los disparos de matones al servicio de la Manatí Súgar Cómpany, que fracasó en el intento de sobornarlo para que no continuara la lucha a favor de los campesinos precaristas de ese territorio limítrofe entre las antiguas provincias de Oriente y Camagüey.
Pero, ¿quién era aquel tunero humilde, cómo llegó a ser el líder de los campesinos de aquella zona perteneciente al llamado Realengo H y por qué se convirtió en un peligro para los afanes expansionistas de los geófagos camagüeyanos y de los magnates azucareros asentados en Manatí?
La situación de los campesinos fue claramente expuesta por Fidel en su alegato de defensa en el juicio por los asaltos a los cuarteles Moncada, de Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo; el 26 de julio de 1953, que trascendió como La Historia me absolverá.
Sabino Pupo había nacido el 19 de marzo de 1895 en el seno de una familia humilde, encabezada por Loreto Pupo Galiano; residente en una zona cercana al sur del denominado cruce de Miguel Ramos, en la carretera central, distante unos 12 kilómetros al oeste de la ciudad de Las Tunas.
Cuando todavía eran pequeños su mamá llevó los hijos consigo hacia predios familiares en San Agustín de Aguarás, actual provincia de Holguín: en tanto Loreto se estableció posteriormente en unas tierras que convirtió en estancia allá por el Cerro de Caisimú. Al poco tiempo recogió a sus vástagos para tenerlos bajo su amparo en ese territorio cercano al entonces central Manatí; donde Sabino y los hermanos curtieron su adolescencia y juventud en las duras labores del campo.
Desde temprano mostró su inconformidad con la situación de los hombres de su clase y, tras varias zafras de machetero en las colonias cañeras de Camagüey; en 1927 y ya con 32 años de edad, unió su vida a Cándida Pupo, su compañera hasta la muerte, quien le dio 11 hijos.
En 1943 y ante la difícil situación económica, se trasladó con su familia para los montes de Camalote e instaló una rústica vivienda. Sabino fue secundado por otros campesinos necesitados de tierra para trabajar y de inmediato comenzaron las presiones de los hacendados de los alrededores y, sobre todo, de la poderosa compañía azucarera de Manatí.
Las apetencias de los geófagos chocaron con la firme resistencia de los precaristas, organizados por Sabino Pupo, quien se convirtió en su líder al ser elegido presidente de la Asociación Campesina de Santa Lucía.
La resistencia de los campesinos frenaba una y otra vez las arremetidas de la compañía, autoproclamada propietaria de aquellas tierras. Fue por eso que intentó entonces sobornar a Sabino con el ofrecimiento de 50 caballerías, a lo que respondió que ni aunque le entregaran el mismísimo central Manatí desistiría del derecho de su familia y del resto de los campesinos a la tierra que ocupaban.
Aquella muestra de intransigencia y de fidelidad a la causa de los hombres y mujeres de su clase, fue su sentencia de muerte; porque aquel 20 de octubre de 1948, asesinos a sueldo de la compañía, pusieron fin a su noble existencia, con la anuencia del corrompido gobierno auténtico de Carlos Prío Socarrás.
Sesenta años después, el mejor homenaje a la memoria del recio líder de los precaristas de Santa Lucía, es el aumento de la producción de sus hermanos, dueños de la tierra que trabajan y organizados en la ANAP, listos a defender las conquistas por las que él entregó su valiosa vida.
Fuentes:
- El Militante comunista, octubre de 1983.
- Artículos periódico 26, octubre 1988 y 1998.
- Testimonio de su sobrino Octavio Pupo Ávila.

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