jueves, octubre 30, 2008

Estoy orgulloso de mi país
Estados Unidos, se ha demostrado una vez más, está solo en su política criminal y obsesiva contra mi país, contra la Isla de la Libertad, contra un pueblo que ha demostrado que los principios, la dignidad, la verdadera independencia, pueden resistir y vencer al más poderoso de los imperios que ha conocido la historia de la humanidad.
La votación de este miércoles 29 de octubre en la Asamblea General de la ONU, ha sido un verdadero nocao a la prepotencia yanqui: 185 países dijeron sí, apoyaron la Resolución presentada por Cuba acerca de la necesidad de eliminar el bloqueo que durante casi 50 años ha mantenido Estados Unidos sobre mi pueblo, con el objetivo de castigarlo por querer ser libre e intentar rendirlo por hambre y enfermedades, solo tres votos en contra y dos abstenciones.
No cabe la menor duda acerca de que este abrumador apoyo a mi país por parte de la Comunidad Internacional, aisla por completo la política genocida de un Gobierno, poderoso sí, pero falto de moral y de razones, huérfano de argumentos ante la firme posición de principios que, como señalara nuestro canciller, Felipe Pérez Roque, no se puede comprar con ningún dinero, porque realmente, ni se rinde, ni se vende.
Mucho daño le ha causado a mi país esta criminal política, esta agresión fascista que han mantenido 10 administraciones norteamericanas, cegadas todas por el odio, por la sed de venganza, por el interés imperial, de no admitir que un vecino tan cercano, al que siempre tuvo en sus manos a través de gobiernos corrompidos y vendepatrias, recogió la herencia de sus padres fundadores y decidió construir una Patria con todos y para el bien de todos como soñara el mayor antimperialista de América, nuestro Héroe Naciona, José Martí.
Lo ocurrido este miércoles en la Asamblea General de las Naciones Unidas es una prueba fehaciente de que el mundo no admite ya la hegemonía global de un imperio caduco, corrompido y al borde de una crisis económica y financiera de consecuencias catastróficas para el capitalismo y su absurda política neoliberal.
Estados Unidos necesita cambios y a seis días de las elecciones, de las cuales emergerá el futuro presidente, el sucesor del más inepto e impopular mandatario en la historia de ese país, el señor George W. Bush; los norteamericanos esperan que sea capaz de atenuar la fea imagen que, en estos momentos, irradia al mundo la cuna de George Washington y Abraham Lincoln.
Y con esta contundente victoria de la razón y la justicia, con ese apoyo casi unánime que nos han brindado los representantes de la mayoría absoluta de los pueblos del mundo, con ese reconocimiento extraordinario a nuestra política de solidaridad y de respeto al derecho internacional, no puedo más que proclamar, lleno de emoción y confianza en el futuro, que estoy orgulloso de haber nacido y vivir en este país.

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