La humanidad entera observa cómo, en medio de la crisis económica y los desastres naturales provocados por la constante agresión al medio ambiente, las potencias occidentales, encabezadas por Estados Unidos, pretenden aprovechar la compleja situación que vive el oriente medio, para apoderarse del petróleo que abunda en esa región.
Los estallidos sociales, especialmente en Túnez y Egipto, con cambios en las cúpulas gobernantes, han convertido al mundo árabe en un volcán en erupción, cuyos “ríos de lava” quieren ser utilizados por las grandes potencias para barrer con todas las tendencias contrarias a sus intereses de dominación y hegemonía.
En Egipto, gobernado por Hosni Bumarak durante tres décadas, al parecer los poderosos fueron sorprendidos por la magnitud de las protestas y, especialmente Estados Unidos, maniobró para tratar de proteger a un aliado estratégico de su política en esa región, apremiado por su ahijado predilecto, Israel.
Los sionistas pidieron siempre a Estados Unidos que tratara de mantener las estructuras de poder en El Cairo, con o sin Bumarak, por lo que significa la anuencia de las autoridades de la tierra de los faraones, en su política de genocidio contra el pueblo palestino en particular y el mundo árabe en general.
La crisis en Egipto sobrevino por la incompetencia de Bumarak y su equipo ante las necesidades del pueblo, por el sometimiento a los intereses foráneos. Ah, pero las tres décadas en el poder y la intención de seguir de presidente, no significaron para occidente la existencia de una verdadera dictadura.
En definitiva, los amos convencieron a su peón de que había llegado el momento de retirarse del “trono”, pero se las arreglaron para que, después que el ejército lograra, a su manera, una relativa calma y en términos de “legítima democracia”, se pudieran efectuar “elecciones libres”
Pero los halcones y sus incondicionales águilas de Europa, debían sacar más partido de la agitación social en la zona y encontraron la justificación en las acciones de los grupos de oposición en Libia, para desatar una campaña de mentiras sobre el gobierno de ese país y calificar a su líder de dictador, de asesinar a sus opositores y bombardear a la población civil.
Claro, para ello las potencias extranjeras, encabezadas por Estados Unidos, Inglaterra y Francia, utilizan a las transnacionales de la desinformación, con noticias falsas, imposibles de comprobar, sin poder citar fuentes reales, embozadas como “personas que pidieron no revelar sus nombres” y otras por el estilo.
Lo cierto es que en Libia la mayoría de la nación está con Muamar el Gadafi porque, a diferencia de otros países del área, las riquezas obtenidas mediante el petróleo, son distribuidas en programas sociales y sus índices de educación, salud y crecimiento general, tienen el reconocimiento de los organismos internacionales.
Un ejemplo de que el pueblo libio está al lado de su presidente es el abierto apoyo a las fuerzas gubernamentales en la recuperación de las ciudades ocupadas por los rebeldes, quienes están ya a punto de perder a Bengassi, su último bastión, desde el cual piden, a gritos, la intervención extranjera.
¿Cuál es en definitiva la verdad de querer “satanizar” a Libia?
Lo primero es que Gadafi es una espina en la garganta de los presuntos “amos del mundo”, porque su posición en defensa de los intereses de su país y en la palestra internacional frente a los intentos hegemónicos de Estados Unidos, no se perdonan.
Por otro lado, cuando a finales del siglo pasado no les fue posible acabar con Libia y su gobierno popular, cambiaron de táctica, necesitaban su petróleo y comenzó lo que puede calificarse de una “luna de miel”: Ya no había dictadura, era un gobierno democrático, legítimamente constituido, reconocido por todos, con negocios excelentes, intercambios de visitas…
Viene ahora el “divorcio”. La agitación social en la zona “encendió el bombillito” de los estrategas de la ambición y la mentira: apoyo a los opositores, posible división del país y la utilización de todo el andamiaje de los organismos internacionales, puesto en función de conseguir una condena a “los crímenes inaceptables del dictador de Libia”
Viene entonces la hipocresía multiplicada: los gobiernos democráticos del mundo, dicen, están muy preocupados por lo que sucede en Libia y piden medidas para evitar derramamiento de sangre, en lugar de abogar por una solución negociada entre los habitantes de ese país, sin ingerencia extranjera.
Y digo que es hipocresía porque los que alzan las voces ahora, son los mismos que mantuvieron y mantienen silencio cómplice ante los crímenes cometidos por las grandes potencias a lo largo de la historia, especialmente por Estados Unidos, en guerras injustas como las de Corea, Viet Nam, Iraq y Afganistán, por citar solo las de mayor repercusión.
A no ser algunos contados países y en común aquellos integrados al Movimiento de los No Alineados, ¿cuántas de las grandes potencias y de las organizaciones supuestamente defensoras de la paz, han condenado seriamente el genocidio que comete Israel contra Palestina y otros pueblos árabes? Sí, se han aprobado resoluciones en la Asamblea General de la ONU, pero nunca se hicieron cumplir. Y en el Consejo de Seguridad, ni pensarlo, porque el Gran Gendarme haría uso de su injusto derecho al veto.
Son realidades que hoy la humanidad necesita conocer y que se las niega el silencio o la distorsión de los grandes monopolios de la información; no obstante, crecen los medios alternativos, los cuales, en mi caso, permiten exponer la visión que tengo sobre las incontrolables apetencias de una minoría tan salvaje que no se detiene a pensar que está provocando su propia desaparición, la destrucción de este Planeta nuestro.
Cada día qué pasa se comprueba cuánta razón tiene el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana en sus llamados de alerta sobre el terrible futuro de la raza humana, si no somos capaces de evitar que el imperio lleve al mundo a un holocausto nuclear, en su afán de controlar, en provecho de su podrido sistema, las riquezas a las que todos tenemos derecho.
Por eso me siento orgulloso de poder denunciar a los criminales de siempre, en mi condición de hombre libre, desde mi Patria, un pequeño pero digno país, que pese al genocida bloqueo de Estados Unidos y sus aliados, es bastión de la lucha por un mundo mejor para todos los terrícolas.
Los estallidos sociales, especialmente en Túnez y Egipto, con cambios en las cúpulas gobernantes, han convertido al mundo árabe en un volcán en erupción, cuyos “ríos de lava” quieren ser utilizados por las grandes potencias para barrer con todas las tendencias contrarias a sus intereses de dominación y hegemonía.
En Egipto, gobernado por Hosni Bumarak durante tres décadas, al parecer los poderosos fueron sorprendidos por la magnitud de las protestas y, especialmente Estados Unidos, maniobró para tratar de proteger a un aliado estratégico de su política en esa región, apremiado por su ahijado predilecto, Israel.
Los sionistas pidieron siempre a Estados Unidos que tratara de mantener las estructuras de poder en El Cairo, con o sin Bumarak, por lo que significa la anuencia de las autoridades de la tierra de los faraones, en su política de genocidio contra el pueblo palestino en particular y el mundo árabe en general.
La crisis en Egipto sobrevino por la incompetencia de Bumarak y su equipo ante las necesidades del pueblo, por el sometimiento a los intereses foráneos. Ah, pero las tres décadas en el poder y la intención de seguir de presidente, no significaron para occidente la existencia de una verdadera dictadura.
En definitiva, los amos convencieron a su peón de que había llegado el momento de retirarse del “trono”, pero se las arreglaron para que, después que el ejército lograra, a su manera, una relativa calma y en términos de “legítima democracia”, se pudieran efectuar “elecciones libres”
Pero los halcones y sus incondicionales águilas de Europa, debían sacar más partido de la agitación social en la zona y encontraron la justificación en las acciones de los grupos de oposición en Libia, para desatar una campaña de mentiras sobre el gobierno de ese país y calificar a su líder de dictador, de asesinar a sus opositores y bombardear a la población civil.
Claro, para ello las potencias extranjeras, encabezadas por Estados Unidos, Inglaterra y Francia, utilizan a las transnacionales de la desinformación, con noticias falsas, imposibles de comprobar, sin poder citar fuentes reales, embozadas como “personas que pidieron no revelar sus nombres” y otras por el estilo.
Lo cierto es que en Libia la mayoría de la nación está con Muamar el Gadafi porque, a diferencia de otros países del área, las riquezas obtenidas mediante el petróleo, son distribuidas en programas sociales y sus índices de educación, salud y crecimiento general, tienen el reconocimiento de los organismos internacionales.
Un ejemplo de que el pueblo libio está al lado de su presidente es el abierto apoyo a las fuerzas gubernamentales en la recuperación de las ciudades ocupadas por los rebeldes, quienes están ya a punto de perder a Bengassi, su último bastión, desde el cual piden, a gritos, la intervención extranjera.
¿Cuál es en definitiva la verdad de querer “satanizar” a Libia?
Lo primero es que Gadafi es una espina en la garganta de los presuntos “amos del mundo”, porque su posición en defensa de los intereses de su país y en la palestra internacional frente a los intentos hegemónicos de Estados Unidos, no se perdonan.
Por otro lado, cuando a finales del siglo pasado no les fue posible acabar con Libia y su gobierno popular, cambiaron de táctica, necesitaban su petróleo y comenzó lo que puede calificarse de una “luna de miel”: Ya no había dictadura, era un gobierno democrático, legítimamente constituido, reconocido por todos, con negocios excelentes, intercambios de visitas…
Viene ahora el “divorcio”. La agitación social en la zona “encendió el bombillito” de los estrategas de la ambición y la mentira: apoyo a los opositores, posible división del país y la utilización de todo el andamiaje de los organismos internacionales, puesto en función de conseguir una condena a “los crímenes inaceptables del dictador de Libia”
Viene entonces la hipocresía multiplicada: los gobiernos democráticos del mundo, dicen, están muy preocupados por lo que sucede en Libia y piden medidas para evitar derramamiento de sangre, en lugar de abogar por una solución negociada entre los habitantes de ese país, sin ingerencia extranjera.
Y digo que es hipocresía porque los que alzan las voces ahora, son los mismos que mantuvieron y mantienen silencio cómplice ante los crímenes cometidos por las grandes potencias a lo largo de la historia, especialmente por Estados Unidos, en guerras injustas como las de Corea, Viet Nam, Iraq y Afganistán, por citar solo las de mayor repercusión.
A no ser algunos contados países y en común aquellos integrados al Movimiento de los No Alineados, ¿cuántas de las grandes potencias y de las organizaciones supuestamente defensoras de la paz, han condenado seriamente el genocidio que comete Israel contra Palestina y otros pueblos árabes? Sí, se han aprobado resoluciones en la Asamblea General de la ONU, pero nunca se hicieron cumplir. Y en el Consejo de Seguridad, ni pensarlo, porque el Gran Gendarme haría uso de su injusto derecho al veto.
Son realidades que hoy la humanidad necesita conocer y que se las niega el silencio o la distorsión de los grandes monopolios de la información; no obstante, crecen los medios alternativos, los cuales, en mi caso, permiten exponer la visión que tengo sobre las incontrolables apetencias de una minoría tan salvaje que no se detiene a pensar que está provocando su propia desaparición, la destrucción de este Planeta nuestro.
Cada día qué pasa se comprueba cuánta razón tiene el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana en sus llamados de alerta sobre el terrible futuro de la raza humana, si no somos capaces de evitar que el imperio lleve al mundo a un holocausto nuclear, en su afán de controlar, en provecho de su podrido sistema, las riquezas a las que todos tenemos derecho.
Por eso me siento orgulloso de poder denunciar a los criminales de siempre, en mi condición de hombre libre, desde mi Patria, un pequeño pero digno país, que pese al genocida bloqueo de Estados Unidos y sus aliados, es bastión de la lucha por un mundo mejor para todos los terrícolas.
Etiquetas: Medio Oriente, Egipto, Túnez, Libia, política de las gtrandes potencias, ambición mentiras, ingerencia extranjera, agitación social, intento de controlar el petróelo y otras riquezas, protección yanqui a sus aliados, intento de acabar con regímenes contarios a la hegemonia imperial, alertas de Fidel Castro, Cuba y su justo sistema, bloqueo norteamericano contra la Revolución Cubana
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