Ocurrió lo que la mayoría esperaba: La Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU que aprueba el uso de la fuerza en el caso de Libia fue puesta en vigor por 10 votos a favor y cinco abstenciones. Los tambores de la guerra prevalecieron por encima de la cordura, de la necesidad real de buscar soluciones negociadas a los conflictos y evitar más sufrimientos a la población civil.
Una vez más, hasta las cuantas pienso yo, Estados Unidos y sus aliados consiguen que el máximo organismo de conciliación mundial adopte medidas encaminadas a favorecer los intereses de las grandes potencias, aunque para ello ocurra, como en Iraq, no solo la masacre de miles de seres humanos, sino que se destruya una parte considerable del Patrimonio Cultural del Planeta.
De la misma manera en que mintieron alevosamente en relación con las supuestas armas estratégicas de los iraquíes, para detener y eliminar a Sadam Hussein; lo hacen ahora con el mismo fin: tratar de quitar del camino a el Gadafi, quien se enfrenta los intereses occidentales en defensa del derecho de su pueblo a utilizar sus recuros naturales en beneficio de la nación. El esquema se repite groseramente.
Lo que no entiendo es por qué en un Consejo de Seguridad, donde el injusto y antidemocrático derecho al veto no es solo patrimonio de Estados Unidos, solo lo utiliza esa nación imperial, ante la posible amenaza de su política de gendarme mundial.
La ONU fue concebido, teóricamente por supuesto, como el organismo aglutinador de los países del mundo, con igualdad de derechos, encargado de buscar el equilibrio y actuar de mediador en los posibles conflictos para garantizar la paz y la concordia.
Pero Naciones Unidas, desde la misma Guerra Fría, ha servido de instrumento de dominación de las grandes potencias encabezadas por Estados Unidos; de fiel intérprete del mismo doble rasero impuesto en el tratamiento a las naciones subdesarroladas en las relaciones con sus antiguas metrópolis.
Es así como en el conflicto interno de Corea en 1950 fue legítima la ingerencia de Estados Unidos, disfrazado de contingente de la ONU para “preservar la paz en la península”, y también fue “legal y necesaria” la genocida presencia norteamericana en Viet Nam.
El mundo no puede olvidar cómo el organismo encargado de trabajar por la paz, la justicia y la democracia no ha podido hacer efectiva la condena en su Asamblea General, de tantas guerras sucias propiciadas por las grandes potencias en diferentes partes del Planeta: Kosovo, Afganistán, invasiones criminales a la isla caribeña de Granada y a Panamá, en estos dos últimos casos dirigidas a derrocar gobiernos legítimamente constituidos.
¿Cómo es posible que no se condene en los organismos internacionales a un país que declaró una supuesta guerra contra el terrorismo y no solo es terrorista el mismo, sino que apoya y protege abiertamente a una caterva de asesinos, como se ha probado con evidencias irrefutables?
Ah, entonces la ONU está para guardar silencio ante las atrocidades de Israel contra Palestina y el resto de los pueblos árabes y presta para condenar a quienes los poderosos califican de terroristas y asesinos que deben ser castigados por el único “delito” de defender los intereses de sus respectivas naciones y no plegarse a los designios imperiales.
Cuando era un niño de apenas ocho o 10 años ya leía sobre la ONU y los objetivos de su existencia. Creí, como la mayoría de los humanos, que sus acciones podían ser un muro de contención a la injusticia y la guerra, pero no tardé en comprender que estaba equivocado.
Desde que triunfó la Revolución en este, mi querido país, Estados Unidos y sus aliados no han dejado de violar nuestros derechos. Un genocida bloqueo económico, comercial y financiero trata de rendirnos por hambre y enfermedades. La comunidad internacional ha condenado este crimen reiteradamente en el seno de la Asamblea General, pero no hay sanciones, no hay medidas de ningún tipo; las resoluciones permanecen como letra muerta.
Ese no es el organismo capaz de cumplir con su misión, solo sirve para eternizar el modelo de dominación de los países desarrollados sobre las naciones a las cuales les robaron sus riquezas. No es casual entonces que, una vez más, desde la ONU se dejé escuchar con fuerza inusitada el sonido de los tambores de la guerra.
Y, definitivamente, si no es capaz de conseguir la paz y la concordia, hacer respetar el derecho internacional y la igualdad real entre los estados miembros, ¿para qué sirve la Organización de Naciones Unidas?
Etiquetas: Naciones Unidas por la guerra, ONU, condenas selectivas, organismo internacional al servicio de los podereosos, doble rasero en la ONU, lo que es condenable para los países del sur, es justo para los de occidente, ONU no cumple misión de equilibrio y búsqueda de una paz necesaria
Una vez más, hasta las cuantas pienso yo, Estados Unidos y sus aliados consiguen que el máximo organismo de conciliación mundial adopte medidas encaminadas a favorecer los intereses de las grandes potencias, aunque para ello ocurra, como en Iraq, no solo la masacre de miles de seres humanos, sino que se destruya una parte considerable del Patrimonio Cultural del Planeta.
De la misma manera en que mintieron alevosamente en relación con las supuestas armas estratégicas de los iraquíes, para detener y eliminar a Sadam Hussein; lo hacen ahora con el mismo fin: tratar de quitar del camino a el Gadafi, quien se enfrenta los intereses occidentales en defensa del derecho de su pueblo a utilizar sus recuros naturales en beneficio de la nación. El esquema se repite groseramente.
Lo que no entiendo es por qué en un Consejo de Seguridad, donde el injusto y antidemocrático derecho al veto no es solo patrimonio de Estados Unidos, solo lo utiliza esa nación imperial, ante la posible amenaza de su política de gendarme mundial.
La ONU fue concebido, teóricamente por supuesto, como el organismo aglutinador de los países del mundo, con igualdad de derechos, encargado de buscar el equilibrio y actuar de mediador en los posibles conflictos para garantizar la paz y la concordia.
Pero Naciones Unidas, desde la misma Guerra Fría, ha servido de instrumento de dominación de las grandes potencias encabezadas por Estados Unidos; de fiel intérprete del mismo doble rasero impuesto en el tratamiento a las naciones subdesarroladas en las relaciones con sus antiguas metrópolis.
Es así como en el conflicto interno de Corea en 1950 fue legítima la ingerencia de Estados Unidos, disfrazado de contingente de la ONU para “preservar la paz en la península”, y también fue “legal y necesaria” la genocida presencia norteamericana en Viet Nam.
El mundo no puede olvidar cómo el organismo encargado de trabajar por la paz, la justicia y la democracia no ha podido hacer efectiva la condena en su Asamblea General, de tantas guerras sucias propiciadas por las grandes potencias en diferentes partes del Planeta: Kosovo, Afganistán, invasiones criminales a la isla caribeña de Granada y a Panamá, en estos dos últimos casos dirigidas a derrocar gobiernos legítimamente constituidos.
¿Cómo es posible que no se condene en los organismos internacionales a un país que declaró una supuesta guerra contra el terrorismo y no solo es terrorista el mismo, sino que apoya y protege abiertamente a una caterva de asesinos, como se ha probado con evidencias irrefutables?
Ah, entonces la ONU está para guardar silencio ante las atrocidades de Israel contra Palestina y el resto de los pueblos árabes y presta para condenar a quienes los poderosos califican de terroristas y asesinos que deben ser castigados por el único “delito” de defender los intereses de sus respectivas naciones y no plegarse a los designios imperiales.
Cuando era un niño de apenas ocho o 10 años ya leía sobre la ONU y los objetivos de su existencia. Creí, como la mayoría de los humanos, que sus acciones podían ser un muro de contención a la injusticia y la guerra, pero no tardé en comprender que estaba equivocado.
Desde que triunfó la Revolución en este, mi querido país, Estados Unidos y sus aliados no han dejado de violar nuestros derechos. Un genocida bloqueo económico, comercial y financiero trata de rendirnos por hambre y enfermedades. La comunidad internacional ha condenado este crimen reiteradamente en el seno de la Asamblea General, pero no hay sanciones, no hay medidas de ningún tipo; las resoluciones permanecen como letra muerta.
Ese no es el organismo capaz de cumplir con su misión, solo sirve para eternizar el modelo de dominación de los países desarrollados sobre las naciones a las cuales les robaron sus riquezas. No es casual entonces que, una vez más, desde la ONU se dejé escuchar con fuerza inusitada el sonido de los tambores de la guerra.
Y, definitivamente, si no es capaz de conseguir la paz y la concordia, hacer respetar el derecho internacional y la igualdad real entre los estados miembros, ¿para qué sirve la Organización de Naciones Unidas?
Etiquetas: Naciones Unidas por la guerra, ONU, condenas selectivas, organismo internacional al servicio de los podereosos, doble rasero en la ONU, lo que es condenable para los países del sur, es justo para los de occidente, ONU no cumple misión de equilibrio y búsqueda de una paz necesaria
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