La nueva regla de la IBAF
Un atentado a la esencia del béisbol
El torneo de béisbol de la edición 29 de los Juegos Olímpicos en Beijing, trajo consigo la victoria de una selección distinta a Cuba y Estados Unidos, reyes desde Barcelona-1992: Corea del Sur que, sin embargo; no suscitó tanta atención como la introducción de la nueva regla de la Asociación Internacional, encaminada a evitar la demora excesiva de los partidos.
Entre las medidas que concibieron los directivos del béisbol mundial para buscar el regreso de este deporte al programa de los Juegos en la cita de 2016, está la regla que establece la presencia de corredores en primera y segunda bases, a partir del onceno capítulo en aquellos encuentros que no tengan decisión después de 10 innings de batalla.
A mi me parece que es aceptable el hecho de que se puedan obviar los cuatro lanzamientos francos frente a un bateador para darle la base intencional, pero esta nueva reglamentación tiene demasiados inconvenientes en cuanto al desarrollo armónico de un juego de pelota.
Me pregunto ¿cómo se lleva a la hoja de anotación esta situación a partir del onceno episodio? ¿Si el octavo bate, por ejemplo, cedió el último out de la entrada anterior; de qué manera se refleja que aparezca en el siguiente anclado en la intermedia, porque el noveno se sitúa en la inicial?
¿Cómo se refleja en la actuación del pítcher la presencia de dos hombres en circulación que no son de su responsabilidad? ¿De qué forma se asientan en la hoja de anotación las carreras que puedan anotar, sean limpias o sucias?
De acuerdo con esta reglamentación, el equipo local pierde su ventaja, porque el visitador, a partir del inning 11, tendrá la mayor posibilidad de tomar el mando y de llevarse la victoria, aunque es pareja la situación. En el peor de los casos, el intento de agilizar pudiera convertirse en una sucesión de igualadas en el marcador que extendería la definición del choque.
Esta medida, que se me antoja descabellada y que recibió el rechazo de muchos especialistas, atletas, técnicos y amantes de la pelota en el mundo; se propone en contra de la esencia de un deporte que tiene aún muchas reservas en la aplicación de regulaciones lógicas capaces de reducir considerablemente el tiempo de juego.
Es más, la historia recoge que la mayoría de los partidos de béisbol hasta los años 70 del pasado siglo, era más ágil y amena, elemento que se fue perdiendo en la misma medida en que la pelota alcanzó la condición de espectáculo, de show propagandístico en el cual el público recibe, además del juego, los mensajes que invitan al consumo de todo tipo de productos.
Pero, en Cuba, donde no existe este tipo de espectáculo, se ha perdido el control que deben tener los árbitros en la agilización de las acciones sobre el campo, especialmente aquellas ajenas a jugadas, conexiones, lanzamientos, etc.
Recuerdo, perfectamente, que los partidos de la Liga Profesional Cubana de Invierno, donde jugaban los equipos Habana, Almendares, Marianao y Cienfuegos; comenzaban a la hora del cañonazo (9:00 de la noche) y, raramente, se extendían hasta la media noche.
Cuando comenzaron las series nacionales, tras el triunfo de la pelota libre sobre la pelota esclava, era difícil que los encuentros llegaran a las tres horas de duración. ¿Por qué?
Todos los jugadores de los equipos entraban y , salían juntos al terreno, en carrera. Las protestas eran muy limitadas en cuanto a las decisiones de apreciación de los árbitros y, en sentido general, había una dinámica mayor, la cual evitaba la monotonía que, no pocas veces, encontramos hoy en nuestra pelota.
Soy de la opinión de que en otras latitudes, la propaganda y la comercialización, complica reducir la extensión del gran espectáculo en el que se ha convertido un juego de pelota; pero en Cuba, solo necesitamos un mayor control de los árbitros y aplicación, con rigor, de reglas existentes, para que el promedio de tiempo no rebase las dos horas y media.
Considero que no debe admitirse que el comienzo de una entrada se atrase porque un jugador se quedó en el banco y después que todo esté listo, entonces el rezagado se incorpore lentamente a su posición; de la misma manera que no se puede aceptar que un atleta no esté en el círculo de espera, como ocurre con bastante regularidad.
Hay dos cosas que se complementan en cuanto a demoras innecesarias en un partido: el lanzador debe ser sancionado con una bola para el hombre en turno cuando sin corredores en circulación, se demora más de 20 segundos en la posición de set; de la misma manera que no se debe permitir al bateador solicitar tiempo dos, tres y hasta cuatro veces en una comparecencia.
¿Por qué si cuando el mentor o el técnico de pitcheo salen por segunda vez en una entrada a la lomita, debe producirse la sustitución automática del lanzador, se permite que converse con él y dilate, a veces por dos o tres minutos, la llegada del relevista?
Cuando esa situación exista, el árbitro debe exigir que, desde que el directivo sale hacia el box, el apagafuegos tiene que emerger del bulpén. La sustitución es obligatoria y nada explica esa demora innecesaria.
Es habitual que se diga que cuando a un árbitro le protestan de manera continuada y no hay una medida de control, es porque el juego se le va de la mano. Esa es una gran verdad y constituye uno de los elementos dilatorios del partido de béisbol.
Si los árbitros aplican todas las medidas de control en un partido de béisbol, si obligan a un alto ritmo de cada acción, si no permiten que se produzcan demoras innecesarias, no habrá necesidad de adoptar regulaciones que echen por tierra la belleza, la armonía y el dinamismo del deporte de las bolas y los strikes.
Cualquier otra reglamentación como esta que, en mi opinión, transformó para mal a un deporte practicado por millones de personas en los cinco continentes y que constituye nuestro pasatiempo nacional; desvirtúa su esencia.
Es cierto que uno de los elementos esgrimido para sacarlo de los Juegos Olímpicos es que un partido de béisbol se sabe cuando comienza, pero no cuando se acaba; pero hay muchas formas de reducir el tiempo sin convertirlo en caricatura. Agótense los recursos que existen y permitamos que la pelota siga deleitando a millones de seres humanos, como parte de la cita más importante del deporte mundial.
Un atentado a la esencia del béisbol
El torneo de béisbol de la edición 29 de los Juegos Olímpicos en Beijing, trajo consigo la victoria de una selección distinta a Cuba y Estados Unidos, reyes desde Barcelona-1992: Corea del Sur que, sin embargo; no suscitó tanta atención como la introducción de la nueva regla de la Asociación Internacional, encaminada a evitar la demora excesiva de los partidos.
Entre las medidas que concibieron los directivos del béisbol mundial para buscar el regreso de este deporte al programa de los Juegos en la cita de 2016, está la regla que establece la presencia de corredores en primera y segunda bases, a partir del onceno capítulo en aquellos encuentros que no tengan decisión después de 10 innings de batalla.
A mi me parece que es aceptable el hecho de que se puedan obviar los cuatro lanzamientos francos frente a un bateador para darle la base intencional, pero esta nueva reglamentación tiene demasiados inconvenientes en cuanto al desarrollo armónico de un juego de pelota.
Me pregunto ¿cómo se lleva a la hoja de anotación esta situación a partir del onceno episodio? ¿Si el octavo bate, por ejemplo, cedió el último out de la entrada anterior; de qué manera se refleja que aparezca en el siguiente anclado en la intermedia, porque el noveno se sitúa en la inicial?
¿Cómo se refleja en la actuación del pítcher la presencia de dos hombres en circulación que no son de su responsabilidad? ¿De qué forma se asientan en la hoja de anotación las carreras que puedan anotar, sean limpias o sucias?
De acuerdo con esta reglamentación, el equipo local pierde su ventaja, porque el visitador, a partir del inning 11, tendrá la mayor posibilidad de tomar el mando y de llevarse la victoria, aunque es pareja la situación. En el peor de los casos, el intento de agilizar pudiera convertirse en una sucesión de igualadas en el marcador que extendería la definición del choque.
Esta medida, que se me antoja descabellada y que recibió el rechazo de muchos especialistas, atletas, técnicos y amantes de la pelota en el mundo; se propone en contra de la esencia de un deporte que tiene aún muchas reservas en la aplicación de regulaciones lógicas capaces de reducir considerablemente el tiempo de juego.
Es más, la historia recoge que la mayoría de los partidos de béisbol hasta los años 70 del pasado siglo, era más ágil y amena, elemento que se fue perdiendo en la misma medida en que la pelota alcanzó la condición de espectáculo, de show propagandístico en el cual el público recibe, además del juego, los mensajes que invitan al consumo de todo tipo de productos.
Pero, en Cuba, donde no existe este tipo de espectáculo, se ha perdido el control que deben tener los árbitros en la agilización de las acciones sobre el campo, especialmente aquellas ajenas a jugadas, conexiones, lanzamientos, etc.
Recuerdo, perfectamente, que los partidos de la Liga Profesional Cubana de Invierno, donde jugaban los equipos Habana, Almendares, Marianao y Cienfuegos; comenzaban a la hora del cañonazo (9:00 de la noche) y, raramente, se extendían hasta la media noche.
Cuando comenzaron las series nacionales, tras el triunfo de la pelota libre sobre la pelota esclava, era difícil que los encuentros llegaran a las tres horas de duración. ¿Por qué?
Todos los jugadores de los equipos entraban y , salían juntos al terreno, en carrera. Las protestas eran muy limitadas en cuanto a las decisiones de apreciación de los árbitros y, en sentido general, había una dinámica mayor, la cual evitaba la monotonía que, no pocas veces, encontramos hoy en nuestra pelota.
Soy de la opinión de que en otras latitudes, la propaganda y la comercialización, complica reducir la extensión del gran espectáculo en el que se ha convertido un juego de pelota; pero en Cuba, solo necesitamos un mayor control de los árbitros y aplicación, con rigor, de reglas existentes, para que el promedio de tiempo no rebase las dos horas y media.
Considero que no debe admitirse que el comienzo de una entrada se atrase porque un jugador se quedó en el banco y después que todo esté listo, entonces el rezagado se incorpore lentamente a su posición; de la misma manera que no se puede aceptar que un atleta no esté en el círculo de espera, como ocurre con bastante regularidad.
Hay dos cosas que se complementan en cuanto a demoras innecesarias en un partido: el lanzador debe ser sancionado con una bola para el hombre en turno cuando sin corredores en circulación, se demora más de 20 segundos en la posición de set; de la misma manera que no se debe permitir al bateador solicitar tiempo dos, tres y hasta cuatro veces en una comparecencia.
¿Por qué si cuando el mentor o el técnico de pitcheo salen por segunda vez en una entrada a la lomita, debe producirse la sustitución automática del lanzador, se permite que converse con él y dilate, a veces por dos o tres minutos, la llegada del relevista?
Cuando esa situación exista, el árbitro debe exigir que, desde que el directivo sale hacia el box, el apagafuegos tiene que emerger del bulpén. La sustitución es obligatoria y nada explica esa demora innecesaria.
Es habitual que se diga que cuando a un árbitro le protestan de manera continuada y no hay una medida de control, es porque el juego se le va de la mano. Esa es una gran verdad y constituye uno de los elementos dilatorios del partido de béisbol.
Si los árbitros aplican todas las medidas de control en un partido de béisbol, si obligan a un alto ritmo de cada acción, si no permiten que se produzcan demoras innecesarias, no habrá necesidad de adoptar regulaciones que echen por tierra la belleza, la armonía y el dinamismo del deporte de las bolas y los strikes.
Cualquier otra reglamentación como esta que, en mi opinión, transformó para mal a un deporte practicado por millones de personas en los cinco continentes y que constituye nuestro pasatiempo nacional; desvirtúa su esencia.
Es cierto que uno de los elementos esgrimido para sacarlo de los Juegos Olímpicos es que un partido de béisbol se sabe cuando comienza, pero no cuando se acaba; pero hay muchas formas de reducir el tiempo sin convertirlo en caricatura. Agótense los recursos que existen y permitamos que la pelota siga deleitando a millones de seres humanos, como parte de la cita más importante del deporte mundial.
2 comentarios:
Soy defensor de los cambios, ahí esta el ejemplo del voleibol, que a base de cambios ha logrado estar en la élite del deporte en el mundo,, porque en el beisbol no se pueden hacer????,, estoy en Beijing y tuve la suerte de ser testigo ocular del que probablemente haya sido el primer juego decidido por esta regla,, fue tenso y le da emotivida al juego además de que entra mucho a ver el juego táctico. Creo que la próxima debe de ser reducir los juegos a siete entradas, en caso de empate jugar extraining con las reglas normales hasta el noveno, y si no se decide a partir del décimo aplicar la regla de los dos corredores en bases,, soy amante del beisbol y me gusta mas que nada en el mundo pero reconozco que hasta a uno en muchas ocasiones les resulta pesado esos largos juegos interminables, que en muchas ocasiones invitan el bostezo, por lo que apruebo cualquier cosa que no atente contra a propia esencia del juego como esas absurdas que alguien un día habló de ponchar al bateador con dos strikes, eso si sería destruir el juego, pero lo que si no podemos es estar renuentes a los cambios, pues todos los deportes lo hacen,,, porque el nuestro no ??????, el futbol, mas universal y popular, la FIFA cuando lo ha estimado le ha realizado cambios, al baloncesto también,, y siempre les han dado buenos resultados. SEAMOS OPTIMISTAS Y VEAMOS ESTA NUEVA REGLA COMO ALGO QUE NECESITA URGENTE NUESTRO DEPORTE NACIONAL.
Un saludos a todos mis compatriotas y en especial compañeros de gradas en el Mella desde Beijing.
Y porque no se hace como en futbol. terminado la entrada 10 empate a Cero. Nos vamos a los hits. el que conecte mas ese gana y punto final.
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